Eres mi Uno en Diez Millones romance Capítulo 3

Habían pasado tres días.

Durante ese tiempo, Belmira se había dedicado mayormente a dormir y a ordenar los recuerdos de su vida anterior.-

Al igual que en su vida pasada, Lorenzo no había aparecido en absoluto durante esos tres días. Los sirvientes de la casa se mantuvieron ocupados en sus labores, hablaron apenas con ella e incluso evitaban cruzar miradas.

La vasta residencia se sentía como una tumba.

Belmira se deshizo de su pijama y echó un vistazo al reloj antes de bajar al jardín.

La luna brillaba esa noche y la brisa fresca hacía que incluso la memoria de ese terrorífico encierro pareciera menos horrenda.

De hecho, el paisaje de la residencia era excepcional, después de todo, fue diseñado por el mismo Lorenzo, quien contrató a un equipo de arquitectos de renombre mundial. Se construyó en el mejor sitio de Poza Dorada, un lugar con una energía especial, y se tardó cinco años en completar la obra.

Qué lástima que, en su vida anterior, ella no sólo no lo había apreciado, sino que sentía un odio visceral hacia ese lugar que fue su prisión, y sólo quería destruirlo por completo.

En el campo de visión de Belmira, podían verse áreas de jardín quemadas, flores cortadas intencionadamente y un estanque turbio... esos eran los resultados de su "trabajo".

"Belmira...".

De repente, una voz familiar cortó el silencio de la noche.

Belmira desvió la mirada de un rosal marchito y miró hacia la dirección de la voz.

Allí, bajo la tenue luz, estaba un hombre vestido con un traje de diseñador, de una elegancia y lujo inigualables, su rostro era anguloso y su porte, imponente.

Había que admitir que Nico tenía lo necesario para cautivarla por completo.

Sin embargo, si se le comparaba con el diabólico Lorenzo, palidecía instantáneamente.

Nico se detuvo a unos pasos de ella, la miró y frunció el ceño de una manera casi imperceptible.

Como Consuela era su mejor amiga y solía visitarla con frecuencia, tenía libre acceso a la casa, obviamente, fue Nico quien le permitió entrar sin problemas.

Mientras pensaba en eso, Belmira estaba a punto de responder cuando un escalofrío le recorrió la espalda.

Lorenzo...

Él estaba cerca, en ese mismo momento.

Ella podía sentir la presencia de aquel hombre casi por instinto.

En su vida anterior, ni siquiera sabía que Consuela la había traicionado y que Lorenzo había estado observando desde las sombras mientras ella le ponía los cuernos, el comienzo de todas sus pesadillas...

Belmira suspiró aliviada, se forzó a ignorar la presencia de Lorenzo y miró fríamente a Nico, que parecía indignado, y dijo con una sonrisa burlona, "No sé con qué derecho vienes a cuestionarme... ¿Como mi ex-prometido? ¿O quizás... como mi cuñado?".

Al escuchar la pregunta cargada de sarcasmo de Belmira, el semblante de Nico se ensombreció, "Belmira, sé que me guardas rencor, pero yo también estaba atado de manos, sea como sea, que hayas terminado así también es mi responsabilidad. Ahora mismo ven conmigo, te sacaré de Poza Dorada".

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