Esposa Obligada Del CEO Paralítico romance Capítulo 1

— ¿Victor? — Pronunció Maya con sus ojos cristalizándose al ver a una mujer arrodillada intentando quitarle el cinturón a quien se suponía que era su novio en medio de la oficina de él.

Le costaba creer que lo que estaban viendo sus ojos era cierto, su corazón se estaba desgarrando y esperaba poder escuchar una explicación que aliviará este dolor creciente. Sentía que no podía respirar de tanto dolor.

— Maya, ¿Qué estás haciendo aquí? — Cuestionó Victor deteniendo las manos de la mujer para alejarse.

— ¿Que estoy haciendo aquí? Habíamos quedado ayer en que hoy viniera a verte y ahora me encuentro con esto, necesito una m*****a explicación. — Gritó Maya desconsolada, mirando como la otra mujer se ponía de pie y se lamía los labios para luego sonreírle de manera burlona.

— No creo que haya nada que explicar, lo que viste es lo que hay, esto es algo que tiene tiempo sucediendo, ¿No creías que un hombre como Victor podría tomar en serio a una niña como tú o si? — Preguntó Sasha sin quitar su sonrisa burlona y mirando a Maya con desprecio.

— Por favor dime qué lo que ella dice no es cierto, explícame las cosas, quiero escuchar lo que tú tienes para decir. — Espetó Maya con sus manos temblando de la rabia y tristeza, mientras una lágrima traicionera descendía por su mejilla.

No quería llorar delante de ella, no deseaba darle el gusto de haberla lastimado, pero se le hacía tan difícil contenerse cuando le dolía tanto el corazón, quería creer que había una explicación para esto, pero por su mente no pasaba ninguna posible que justificara la situación en la que los había encontrado.

Él la estaba engañando y parecía que le daba totalmente igual que ella lo supiera, odiaba darse cuenta de lo tranquilo que él parecía, como si no le importara en absoluto, haciendola sentir que miles de cuchillos se clavaban en su lastimado corazón.

— No tengo nada para decir, Sasha tiene razón, tú y yo no podemos estar juntos, nunca podríamos ser felices, es mejor dejar todo hasta aquí. — Espetó Victor con su corazón desgarrándose con cada palabra que pronunciaba, se había enamorado completamente de ella, pero sabía que no podrían ser felices.

Él tenía demasiado miedo al amor y a pesar de eso estaba decidido a intentarlo con Maya, hasta que descubrió algo que lo hizo ver todo de manera diferente, que lo comenzó a atormentar mucho más y entendió que lo mejor era alejarse de ella.

— ¿No podríamos ser felices? Te veías muy feliz conmigo, decías que me amabas, ¿De verdad todo fue una mentira? — Preguntó Maya sin poder aguantar más tiempo su llanto, sentía que él estaba pisoteando su corazón y no lograba entender como él pudo dejar de amarla de un día para otro, porque no creía que los bellos momentos que vivieron juntos, sus palabras dulces, el amor que le profesaba, todo el amor que sus ojos reflejaban al mirarla fueran una mentira, no creía que nadie pudiera actuar tan bien, sentía que era imposible.

Y aunque no entendía que pasaba aquí, no quería creer que él nunca la había amado, eso la destruiría, porque ella si lo amaba profundamente.

— Por supuesto que todo fue una mentira, fuiste un simple juego para mí, pero a mí me gustan las mujeres de verdad y tú eres una chiquilla a la que le hace falta mucho por vivir. — Respondió Victor desviando la mirada, ya no podía seguir viéndola llorar porque al verla así toda su alma dolía, se moría de ganas por consolarla y decirle que todo era una mentira, que la amaba y nunca podría dejar de hacerlo por más que quisiera, pero no podía hacerlo, porque sabía que eso sería un error.

— Porque está era la única forma en que ella se rindiera conmigo, si le decía la razón por la cual no podemos estar juntos, ella no se rendiría, lo seguiría intentando y ninguno de los dos podríamos ser felices, porque se algo que me lastimó mucho y nunca podré sacarlo de mi mente, entonces no seré bueno con ella porque estaré resentido por eso, no le daré la buena vida que ella merece, lo mejor y más sano es terminarlo todo, no quiero darle una vida infeliz, la amo tanto que prefiero lastimarla ahora, hacer que me odie a pesar que a mí me destroce eso, pero así no perderá toda su vida siendo infeliz a mi lado, sufriendo porque nunca le podré dar mi amor de lleno como lo hacía antes de enterarme de lo que se. — Respondió Victor antes de darle un trago a su vaso, aunque pensaba que esto era lo mejor, se le hacía muy difícil dejarla ir, porque no deseaba que ella estuviese con nadie más, la quería a su lado, no quería vivir sin ella y sabía que nadie podría hacer que él se enamorara como lo hizo de ella, pero lo que atormentaba su mente tampoco lo dejaría en paz y por eso tenía que dejar ir al amor de su vida para que ella pudiera ser feliz con alguien más.

— Que complicado y realmente lamento esto, pero ¿por qué no hablas con ella? ¿Estás seguro que no te vas a arrepentir de hacer esto? A veces el amor toca a la puerta solo una vez. — Suspiró Sasha, ella y Victor habían estudiado juntos en la universidad y aunque no eran los mejores amigos, si se llevaban bien, ella le tenía mucho cariño y quería que él pudiera ser feliz, que tomara la decisión correcta.

— Me arrepentiré cada jodido día, cada vez que me muera por besarla y no pueda, cada vez que extrañe su aroma y sobre todo si en algún momento tengo que verla con otro hombre, ese día me voy a retorcer lleno de dolor y arrepentimiento, pero se que está es la mejor decisión, al menos ella después de un tiempo podrá olvidarme y ser feliz. — Respondió Victor con sus ojos enrojecidos, llenos de dolor, queriendo aferrarse a su decisión cuando se moría por ir detrás de Maya.

— ¿Y tú podrás olvidarla? — Cuestionó Sasha con tristeza al darse cuenta de todo el dolor que transmitían sus ojos y su voz.

— Nunca podría olvidarme de ella. — Aseguró Victor antes de empezar a beber directamente de la botella, esperando que él alcohol pudiera ayudarlo a combatir tanto dolor o por lo menos apaciguarlo un poco, porque sentía que ya no podía más.

La mirada llena de dolor de Maya no dejaba de pasar por su mente, haciendo que su corazón doliera mucho más, odiándose cada vez más a sí mismo por tener que hacerle esto.

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