— Señorita, su padre pidió que se arregle por favor, báñese y en unos minutos le traeré un vestido. — Anuncio el ama de llaves y Mia la miró aturdida sin moverse, su cuerpo no estaba para nada bien, tenía dos días encerrada en su habitación sin comer nada y se sentía demasiado débil como para hacer algo. — Señorita debe levantarse por favor, si no se da prisa su padre estará muy molesto. — Dijo Rosa preocupada acercándose a ella.
— ¿Para qué quiere que me arregle? No me siento muy bien. — Susurró Mia, con voz débil, no tenía fuerzas para moverse, así que aún ni siquiera se había levantado de la cama.
— Ay señorita lo siento mucho, pero por favor dese prisa, venga, vamos al baño y luego cuando le traiga el vestido le voy a traer algo de comer. — Musitó Rosa ayudándola a levantarse, sintiendo tristeza por ella, consideraba que el padre junto a esas serpientes eran demasiado crueles con alguien que no lo merecía.
Mía con su ayuda se dejó llevar al baño y se quedó en la bañera intentando bañarse, pero seguía muy débil y sentía que su cabeza iba a explotar en cualquier momento por el dolor y las preguntas que comenzaban a surgir, no entendía por qué su padre quería que ella se arreglara y la sacaría antes, pensaba que duraría al menos un día más encerrada.
Él siempre la sacaba al cuarto o quinto día cuando ella estaba por colapsar, cuando ya no podía más era que decidía dejarla salir nuevamente de su habitación y que le dieran un poco de comida. Ya estaba acostumbrada a esta situación y esperaba que cada vez fuera igual, por eso no entendía por qué él cambio está vez.
Cuando Mía terminó de bañarse, salió del baño y ya Rosa estaba entrando de nuevo a la habitación cargando unas bolsas y con una manzana en su mano.
— Lo siento señorita, solo pude traerle una manzana, no pude prepararle nada ya que tiene que darse prisa. — Se disculpó Rosa extendiendo la manzana hacía ella.
— Gracias Señora Rosa. — Dijo Mía con una pequeña sonrisa tomando la manzana y dándole una mordida, saboreando su primera comida en dos días.
Estaba agradecida con Rosa, porque era la única persona buena con ella en esta casa y cualquier pequeña cosa que hiciera por ella calentaba su corazón.
— De nada señorita, cómase eso rápido y vístase, dejaré esto por aquí, arréglese rápido por favor para que no tenga problemas con su padre, él no debe tardar en venir a hablar con usted. — Suspiró Rosa frunciendo el ceño preocupada, sabía que esto que estaba haciendo Elijah no podría tratarse de nada bueno para Mía y le molestaba mucho que una vez más le hicieran daño a Mia, pero no había nada que pudiera hacer para evitarlo.
Mia se sintió nerviosa, pero aún así asintió y continuó comiendo rápido su manzana. Luego de que Rosa salió de la habitación, comenzó a vestirse y cuando estaba peinando su cabello, su padre entro y ella de inmediato se tensó.
— No te ves nada bien, no creo que así nadie te quiera. — Dijo Elijah disgustado al ver lo delgada y pálida que estaba ella, olvidando que ella estaba así era por su culpa, por los crueles castigos que él impartía sin ni siquiera detenerse a pensar en el daño que le estaba haciendo por algo de lo que ella casi nunca tenía la culpa.
— Papá, ¿Por qué me pediste que me arreglara? — Cuestionó Mia, sin hacerle caso a su comentario, sabía que no se veía bien, porque sus castigos cada vez eran más frecuentes y cuando sucedían siempre perdía peso y su cuerpo se debilitaba mucho.
— Hoy conocerás a mi socio, recuerda que tienes que ser amable y seguirme la corriente en todo, si no, vas a pagar las consecuencias, así que solo tienes que obedecerme durante la cena, eso es lo único que tienes que saber, en unos minutos te mandaré a buscar, ve si puedes mejorar un poco tu aspecto. — Respondió Elijah antes de salir de la habitación.
Mia al verlo irse suspiró, con sus nervios de punta, no tenía ni la mínima idea de lo que su papá estaba planeando, pero tenía miedo, él nunca hacía nada bueno por ella, no desde la muerte de su madre y ya no creía que las cosas pudieran cambiar en este punto.
“Si no me quiere debería dejarme ir lejos, no lo molestaría, ya que al menos dejaré de sufrir por sus maltratos.” Pensó Mia con su mirada llena de tristeza, hace mucho que quería escapar de su casa, pero había personal de seguridad por todas partes y por alguna razón que no entendía su padre siempre la tenía vigilada, no quería que ella se fuera a pesar de que no la quería.
Jacob al sostener su mano y notar que este lo estaba apretando un poco demás, como ejerciendo cierto dominio, sonrió con ironía, este juego de poder le parecía estúpido, más cuando sabía que él tenía más fuerza que Elijah.
— Gracias por invitarme.
— De nada, le presento a mi esposa y mi hija, mi otra hija ya baja. — Dijo Elijah antes de mirar a Rosa. — Rosa busca a Mia.
Rosa asintió y comenzó a subir las escaleras para ir por Mia.
— Mucho gusto Señora Williams y señorita. — Dijo Jacob haciendo un gesto simple hacía Brooke y Olivia, sin interesarse en estrecharle las manos, cuando pensó que sería Brooke con quién se casaría se había interesado en mirarla, pero al entender con las palabras de Elijah que no sería ella, ya no le interesaba en absoluto.
Tanto Brooke como Olivia se sintieron un poco incómodas al darse cuenta de que él no estaba siendo lo suficientemente amable como debería y cuando unos pasos se escucharon, todos dirigieron su mirada a la escalera.
Jacob miró a Mia que venía bajando, impresionado, era demasiado delgada, algo que no le agrado demasiado, pero le seguía pareciendo hermosa, el color de sus ojos era demasiado intensos y tristes, tan azules como el mar, las pecas en su rostro y su cabello rojo la hacían ver más hermosa y al mismo tiempo se veía muy frágil, como si cualquier cosa pudiera lastimarla, como si con solo sostenerla con un poco de fuerza pudiera romperse en cualquier momento.
Mia cuando iba bajando las escaleras nerviosa, por un instante conectó su mirada con la de Jacob y se sorprendió por todo su atractivo, no pensó que el socio de su padre pudiera verse así.
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