Esposa sustituta: ¡nunca te dejaré ir! romance Capítulo 3

Luego de escuchar la pregunta, Linda lo miró rápidamente, entonces, logró armarse de valor, y dijo: "Si usted ayuda a mi familia a superar la crisis en la que se encuentra, la influencia del Bo Group en Los City también aumentará, indudablemente. Y, en el momento en que Leona regrese, yo podré cambiar de lugar con ella, después de todo, ella aún es su esposa legítima". Al escuchar las palabras de la chica, Cecil entrecerró los ojos, pensando, mientras sostenía el cigarrillo entre sus labios. En su rostro no había ni una arruga, por más mínima que fuese, que pudiese delatar lo que pasaba por su mente. La gemela mayor lo miró directamente a los ojos solo por un momento, pues, la intensidad de la mirada del hombre, la impactó, por lo que, rápidamente, volvió a bajar la cabeza.

El magnate se terminó su cigarrillo, con total tranquilidad y, finalmente, dijo con su voz ronca: "¿Acaso te doy la impresión de ser un hombre que puede dejarse manipular e esa manera?".-

Al instante, la chica negó con la cabeza, diciendo: "Haré cualquier cosa por ti, siempre y cuando no expongas este secreto".

"¿De verdad?", preguntó él.

En se momento, Linda levantó la cabeza, con lentitud, y lo miró a los ojos para responder: "Sí, de verdad".

"¿Y qué es lo que podrías hacer?", inquirió él, burlándose. Por su tono de voz, se podía decir que le daba completamente igual, no obstante, su mirada expresaba curiosidad.

"Puedo cocinar y limpiar para usted", dijo ella.

"Podrás notar que ya hay muchos sirvientes aquí, claro, si no eres ciega", espetó Cecil, sin expresión alguna en su rostro.

Al escucharlo, la mujer se quedó sin palabras.

Ella realmente no sabía qué más podía decir.

Tras un largo y pesado silencio, el magnate, finalmente, expresó dos simples palabras: "Ven aquí".

La recién casada estaba un poco aturdida por esas palabras pero, aun así, se levantó de la cama y, lentamente, caminó hacia su esposo. El hombre al cual se acercaba era aquel al que ella había amado durante muchos años, por ello, mientras más se acercaba a él, su nerviosismo aumentaba, cada paso parecía interminable.

Entonces, al fin, se detuvo frente a él, e indagó: "Señor Lo, ¿qué sucede?".

"No estaba al tanto de que la familia Ye tuviera dos hijas", indicó él, para luego, reclinarse en el sillón e inclinar su barbilla hacia la chica.

"Cuando solo tenía siete años, me perdí, entonces, una pareja me llevó a su casa, y fueron ellos quienes me criaron. Fue recientemente cuando, al fin, pude reunirme con mi verdadera familia, así que no mucha gente sabe de eso", explicó Linda, haciendo todo lo posible por no mover sus dedos, y no delatar así su nerviosismo.

Al escucharla, Cecil levantó una ceja, interrogando: "¿Y por qué ellos no anunciaron tu verdadera identidad cuando regresaste?".

La chica no supo qué decir.

Sus ojos se posaron en la mano que le sostenía la barbilla, luego, la retiró con calma, y le quitó el cigarrillo, entonces, se dio la vuelta y lo apagó en el cenicero.

Al girarse de nuevo hacia el hombre, se inclinó y, poco a poco, se acercó a su rostro, como si quisiera besarlo.

Sin embargo, cuando sus labios estuvieron a tan solo un centímetro de distancia de los de Cecil, se detuvo, repentinamente.

Seguía faltándole reunir un poco más de valor, especialmente, después de notar la mirada lujuriosa del magnate. Se quedó sin aliento por completo al ver eso.

La chica quería retroceder pero, antes de que pudiera hacer algún movimiento, el hombre la sostuvo por la cintura, apretando su cuerpo contra el de ella, para preguntarle: "¿Qué pasa? ¿Por qué no continúas?".

"Yo... No puedo hacerlo", respondió ella.

"¡Buff!".

Bufándose, Cecil apretó a la chica con tanta fuerza, que daba la impresión de querer romperle los huesos. En ese momento, Linda se mordió el labio con fuerza, pero no emitió sonido alguno.

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