FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD romance Capítulo 10

Cada músculo de Hasan Nhasir estaba tenso mientras envolvía a aquella mujer en un abrazo apretado y sentía su calor contra la piel. Giulia era un pequeño volcán, uno que podía hacerlo estallar en cualquier instante, al punto de que el rey estaba bastante seguro de que el agua de aquel oasis empezaría a burbujear de un momento a otro como si fuera un maldito jacuzzi.

Giulia lo vio apretar los labios y tratar de que toda su expresión fuera de regaño y reproche.

—¿¡Pero te volviste loca, Giulia?! ¿Cómo se te ocurrió colarte en esta expedición? —gruñó Hasan, respirando pesadamente a solo unos pocos centímetros de su boca.

Olía tan delicioso que Giulia no tuvo otro remedio que recurrir al sarcasmo o de lo contrario haría algo muy impropio de la damita que el rey creía que era.

—Mi locura está perfectamente diagnosticada y es transitoria, pero tú tienes muy mala seguridad. ¿No te has dado cuenta en cinco días? Si no hubiera corregido tu ruta en ese mapa aún estarías yendo por el camino equivocado ¡y lo sabes!

Hasan achicó los ojos con sospecha, y la muchacha contuvo el aliento cuando sintió sus manos anchas y grandes recorriendo su espalda.

—¿Cómo te metiste en la caravana?

—Vine con Malika —respondió Giulia, divertida.

—¿Cómo no lo vi? Debí saber que no me pedirías que la trajera solo por la bondad de tu corazón —suspiró Hasan, reconociendo le encantaba la astucia de aquella chica y al mismo tiempo reconociendo que le encantaba su presencia allí.

Estaban tan cerca el uno del otro que Giulia podía sentir su corazón latiendo con demasiada fuerza. La tensión entre ellos era innegable y aquella calidez que parecía soltar chispas entre los dos amenazaba con subir hasta la temperatura del oasis.

Algo en ella quería rendirse, pero otra parte le advertía que para él todavía era la dulce hermanita de Karim. Así que intentó salir del círculo de sus brazos para cortar aquella cercanía, pero Hasan la detuvo de repente, apretándola contra su pecho aun con más fuerza.

—¡No te muevas! —le advirtió con un susurro ronco y Giulia vio cómo su mirada se desviaba hasta algo que se movía en el agua.

—¿Qué pasa? —preguntó Giulia, notando la seriedad en la expresión de Hasan.

El rey señaló hacia la onda suave que se acercaba a ellos y la muchacha vio la cabeza pequeña de una serpiente.

—¡Por dios dime que esa no es venenosa! —jadeó y Hasan asintió.

—Muy venenosa. No te vayas a mover. Si no le prestamos atención quizás se vaya.

Se quedaron inmóviles mientras la serpiente nadaba cerca de ellos y Giulia la seguía con la mirada.

—Oye, no te va a pasar nada… —susurró Hasan y los ojos de la muchacha se concentraron en él.

La adrenalina fluía en el aire, la serpiente pasaba a su lado, y ellos simplemente estaban cerca, demasiado cerca como para obviar el latido furioso de sus corazones… hasta que Hasan no pudo resistirse más.

Su cabeza salvó los pocos centímetros que lo separaban de ella y atrapó su boca en un beso apasionado. Sus labios se encontraron en medio de la tensión del momento y Giulia le respondió al beso con la misma intensidad. Podían sentir la urgencia y el deseo en el aire, la lengua de Hasan estaba haciendo una fiesta en su boca y era tan demandante y seductora como Giulia la recordaba.

De deshizo en sus brazos y escuchó cada jadeo y cada gruñido sordo que escapaba de la garganta del rey, porque aunque no se atrevía a decirlo, algo en él la recordaba, como uno de esos sueños que no sabía si era recuerdo o esperanza.

Finalmente, cuando el aire faltó entre los dos, Giulia se apartó con un gesto suave y lo miró con ojos hechizantes.

—Créeme, en este momento cargar cualquier cosa que venga de ti es la menor de mis preocupaciones —aseguró—. Está bien, puedes venir, pero a partir de hoy te quedarás en mi tienda y yo me quedaré con mis guardias.

—No.

—¿Perdón?

—No me voy a quedar aquí sola. Me daría mucho miedo —replicó Giulia y Hasan le abrió mucho los ojos.

—¿Miedo? ¡Has tenido a mis hombres haciéndose en los pantalones por cinco noches! ¡Tú eres el miedo! —rezongó él antes de sonreír abiertamente—. Pero si quieres que me quede a vigilarte yo puedo…

Estaba a punto de ponerse coqueto cuando aquellas palabras fueron interrumpidas por el sonido seco y violento de un disparo que resonó como un trueno en el silencio de la madrugada.

El primer instinto de Hasan fue tirar de su cuerpo hacia el suelo ¡y maldecir porque no podía creer que los estuvieran atacando!

—¡Demonios! —gruñó con fiereza cuando escuchó más disparos y supo que sus hombres se habían organizado para responder.

Hasan tiró de Giulia hacia uno de los arcones de madera preciosa que había al fondo de su tienda y sacó de allí un par de armas antes de meterla dentro.

—¡No, Hasan…! ¿Qué haces? —intentó detenerlo ella antes de que él cerrara la tapa sobre su cabeza.

—No salgas de aquí. Estamos bajo ataque, Giulia, ¡no quiero que nada te pase! ¡No salgas de aquí por ningún motivo! ¿Me oyes?

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