FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD romance Capítulo 11

Mitch sintió una oleada de alivio y emoción cuando escuchó aquellas palabras, porque significaba que a pesar de todo ella decidía creer en su palabra y no en la de Shawn. Sabía que estaba molesta y dolida con él, pero eso no había cambiado la forma en que lo veía.

—¿Es en serio? —Shawn la miraba sin poder creerlo—. ¡Hasta hace unos días te estabas escondiendo de él porque no querías verlo! —la acusó y Grace apretó los labios porque no quería que Mitch lo supiera, pero ya no había forma de esconderlo.

—Pues eso es mi problema, no el tuyo. Si Mitch dice que es mejor que te alejes de mí, entonces por favor aléjate. No creo que una confrontación salga muy bien para ti. Verás... es un poco bestia en todos los sentidos. Mejor vete —replicó Grace con tono gélido.

De los labios del muchacho salió un gruñido molesto y un tono condescendiente que a Grace no le gustó para nada.

—¡No sabes lo que estás haciendo! ¡Lo único que vas a conseguir haciéndole caso a un tipo así es que te lastime! ¡Yo soy mucho mejor hombre que él! —siseó con molestia pero el rostro de Grace era impenetrable.

—Eso también es problema mío, y si tengo que elegir, entonces será él. Siempre será él. Vete —sentenció la muchacha y Shawn se dio la vuelta con expresión amenazante.

—Vas a arrepentirte de esto, Grace. ¡Te lo aseguro!

Ella no le contestó, y cuando Mitch intentó hacerlo puso una mano abierta sobre su pecho con el único efecto de detenerlo de inmediato. Los dos se quedaron en un tenso silencio mientras Shawn se alejaba y luego Grace se volvió hacia Mitch, con aquellos ojos que claramente buscaban una explicación en los de él.

Mitch abrió la boca, pero no le salían las palabras. Quería contárselo todo, pero no se atrevía a hacerlo. Quería que ella supiera la verdad, aunque fuera dolorosa. Quería que supiera por qué había decidido levantar un muro entre ellos. Quería que confiara en él, que siguiera creyendo en él a pesar de lo que estaba pasando, pero sabía que ella no se conformaría con un simple: "no te puedo decir".

—Gracias por confiar en mí —murmuró y ella respiró profundamente.

—Siempre voy a confiar en ti, Mitch, porque tú eres mi familia, pero necesito que me expliques esto. Por favor.

Mitch se rascó la cabeza, inquieto, pero terminó asintiendo y le señaló su camioneta.

—Va a ser mejor que hablemos en un lugar más privado —murmuró tomando su mano y tirando de ella hasta su camioneta.

Grace no opuso resistencia y solo permaneció tranquila sabiendo que él conducía hacia su departamento.

Mientras Mitch conducía, Grace desvió la mirada hacia él un par de veces y se dio cuenta de que estaba más preocupado de lo normal. Michael siempre había sido un chico serio y taciturno y eso se había consolidado con los años, pero ahora todo parecía más grave.

Él no dijo nada y solo se concentró en la carretera. Apenas llegaron a su departamento Grace entró lentamente al lugar y vio que él seguía sin hablar, dando vueltas por el lugar mientras trataba de encontrar las palabras adecuadas para contarle todo.

—Todo tiene que ver con esto —dijo echándose atrás el cabello para mostrarle un poco de su tatuaje—. Con esto y con cosas que pasaron cuando yo era muy niño. Obviamente ustedes no lo saben, no había razón para revivir nada de esto a menos que fuera estrictamente necesario, pero me imagino que no te quedarás tranquila hasta tener una explicación. ¿Verdad?

—Verdad —replicó ella soltando su bolsa sobre un sofá y caminando hacia él—. Escúpelo Mitch. ¿Qué es lo que está pasando?

—Bueno... creo que debería comenzar por decirte que este no es un tatuaje cualquiera, es el tatuaje de pertenencia al Clan Drakon, actualmente el segundo más grande de la mafia búlgara. Mi abuelo biológico lo dirige todavía, o eso creo.

Grace abrió mucho los ojos y Mitch acabó de desahogarse.

Su pequeña rabieta hizo sonreír a Mitch, que apoyó la frente sobre la suya y se permitió descansar un momento, un solo momento antes de que Grace se alejara.

—Tengo que salir un momento —sentenció ella—. Espérame aquí, regreso rápido.

—Pero muñequita...

—No voy a ir lejos, Mitch, pero necesito ocuparme de algo. No voy a alejarme más de una calle y no me demoraré. ¿De acuerdo? Ya vuelvo —decidió Grace y él no tuvo más opción que dejarla ir, porque avisada de la situación ya estaba.

Ella bajó en el ascensor con el semblante preocupado, pero con una idea muy clara de lo que quería. En las dos veces que había estado en el departamento de Mitch había visto una tienda departamental cercana, y allí se dirigió. No le tomó demasiado tiempo encontrar lo que estaba buscando, lo pagó de inmediato y regresó apresurada al edificio.

Cuando atravesó de nuevo la puerta él estaba caminando de un lado a otro como una fiera enjaulada, preocupado y ansioso, y solo lo escuchó respirar con alivio al verla regresar. Mitch podía decir lo que quisiera de dientes para afuera, pero Grace podía sentir cada pequeña forma en que se desesperaba por ella.

—Siéntate —le ordenó poniendo una silla en medio de la sala y él arrugó el entrecejo sin comprender mientras ella ponía sobre la mesa lo que fuera que hubiera comprado—. Vamos, siéntate —lo animó Grace y Mitch se sentó como un niño bueno, agarrado a su silla.

Si hubiera sabido lo que venía se habría agarrado mejor, porque lo siguiente que vio fue a su muñequita frente a él, sentándose a horcajadas sobre su regazo justo antes de presionar el botón de aquella maquinita.

—Creo que es hora de dejar de esconderse, dragoncito.

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