Se besaron con pasión, como si el mundo entero se hubiera desvanecido y solo quedaran ellos dos en medio de aquel recodo de agua tibia. Las manos de Chris recorrieron el cuerpo de Jana con deseo, sintiendo la suavidad de su piel mojada bajo sus dedos.
Su piel se erizaba por el contacto y por la enorme necesidad que estaba desatándose entre ellos.
El agua seguía fluyendo a su alrededor, brindándoles cierta intimidad en medio de la naturaleza. Los dedos de Kris se enredaron en el cabello de la muchacha, dominando su nuca para controlar aquel beso que cada terminaba en jadeos forzados a terminar.
—¡Maldición, Jana...! Quiero hacerte algo de lo que definitivamente te arrepientas —gruñó él y solo sintió la mordida de aquella boca pequeña y coqueta sobre los tatuajes de su pecho.
—¿Tan malo eres? —murmuró ella, que en aquel momento estaba perdida.
—Lo suficiente como para no ser bueno para ti, eso te lo puedo asegurar.
Jana levantó los ojos para mirarlo a la poca luz de la luna que tenían sobre ellos.
—Estoy exhausta —le confesó—. Han pasado tantas cosas en los últimos días... Tengo miedo a cada segundo, sé que cuando menos lo esperamos algo malo puede sucedernos y... no puedo dejar de pensar que fue un error venir, que por mi culpa mi amiga está muerta y tú estás herido y...
—Oye... oye, nena, no, nooo. A ver calma, estás sobre pensando todo, tienes miedo y es normal pero mírame... mírame Jana... eres la mejor mujer que he conocido, solo que esto es demasiado para cualquiera.
—Entonces quítamelo —murmuró ella respirando pesadamente—. Si no quieres que sobre piense, entonces ni siquiera me dejes pensar.
Kris pasó saliva mientras experimentaba aquella sensación pesada que bajaba hasta su entrepierna y tensaba cada uno de sus músculos. Sabía reconocer perfectamente su propia excitación y sabía que aquella mujer se la despertaba en segundos.
Sus manos bajaron por su espalda, alcanzando el broche del brasier para sacárselo y ella arqueó la espalda con un gemido cuando él se inclinó para meterse en la boca uno de los rozados pezones. Cada una de sus terminaciones nerviosas se disparó, enviando latigazos de placer contra su sexo, haciéndolo contraerse y doler a medida que las caricias de aquel hombre se hacían más profundas.
Ni siquiera sintió que la arrastraba hasta donde el lecho era más suave, solo que estaban más cerca de las piedras del borde y todo alrededor parecía más caliente.
—¡Kris, por dios!
Ahogó un grito cuando sintió el mordisco suave y coqueto, y esa mano enorme que tiraba de sus bragas, rompiéndolas.
—Lo siento, no soy muy delicado... —gruñó él mientras sus dedos abiertos se cerraban sobre sus nalgas y la atraía hacia su cuerpo, haciéndola sentir aquella erección contra su vientre.
Jana cruzó los brazos detrás de su cuello y las piernas a su espalda mientras el bajaba sobre sus talones y el agua subía hasta el pecho de los dos.
—No lo quiero delicado —suspiró ella besando su cuello, y cuando llegó al lóbulo de su oreja, se dio cuenta de que ese era uno de esos puntos que lo enloquecía.
Sintió aquel contacto fuerte y preciso sobre su clítoris y todo su cuerpo hizo un arco de placer, esperando mientras él masajeaba aquel punto con seguridad. Le gustaba sentirla temblar, le gustaba sentir su piel contra la suya. Pasó uno de sus brazos detrás de su espalda y alcanzó su cuello para atraerla hacia su boca.
Jana jadeaba y suplicaba contra él. Y bastó hundir un par de dedos en su sexo para sentir aquellos latidos tensos de sus paredes y saber que necesitaba más control.
—Eres deliciosa... —susurró besando su garganta mientras la masturbaba furiosamente y la sentía retorcerse entre sus brazos.
—¡Mírame!... Eso es...¡Dios!... Vamos nena... tienes que abrirte... eso... tienes que abrirte o te va a doler... —le advirtió cuando se dio cuenta de que realmente era más estrecha de lo que imaginaba—. ¿O quieres que te duela, nenita? —Su boca chocó conta la de Jana con un beso tórrido y posesivo mientras sus caderas hacían ese arco perfecto que era puo impulso—. Vamos a hacer que duela entonces.
La mano que estaba en su cara fue a cubrir su boca mientras se dejaba ir del todo. Cada músculo del cuerpo de Jana reaccionó a la embestida y sus gritos se ahogaron contra la palma de Kris mientras él echaba atrás la cabeza y cerraba los ojos.
La embistió con fuerza, con toda la intención de lastimar, como si así pudiera sacar toda la rabia que descargaría sobre ella en el futuro.
Su boca sustituyó a su mano y devoró los labios de Jana con un beso potente y furioso. Soltó sus manos y la abrazó, anclándose en su espalda y sus caderas para mantenerla allí, recibiendo el embate de su miembro sin poder moverse, gimiendo, rasgando su espalda con las uñas y ahogando cada desesperado gemido contra su boca.
Tocar fondo y seguir empujando todavía aceleraba el corazón de Kris. Sentir esa humedad contra su cara y no saber si eran lágrimas o agua, le enardecía la sangre. Sus cuerpos se ajustaban violentamente uno al otro, mientras él sentía el choque delicioso de sus muslos contra sus nalgas mientras la embestía una y otra vez. Más rápido, más hondo, más fuerte...
—¡Por favor...! —casi rogó ella cuando su cuerpo se relajó por completo, convirtiendo aquel dolor en una extraña sensación de placer urgente y necesario.
—¿Ya lo quieres, amor? —jadeó él en su oído, mordiendo mientras sentía los primeros espasmos de su vientre—. ¿Quieres que me corra... eso quieres?
—Síiiii...
—¿Y quieres correrte?... ¿Mmmm?... ¿Quieres que te deje correrte, Jana? —gruñó con posesividad mientras la penetraba aun con más fuerza y ella ahogaba un sí contra su boca—. Entonces suplícame —siseó mirándola a los ojos—. Suplícame que me corra y te deje correrte nena... —y encontró sus labios con una última advertencia que ella no entendería hasta que fuera demasiado tarde—. Hoy es el día... en que vas a aprender a suplicar...
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD