El abuelo Sao era la persona más noble y más amable que Charlie había conocido en su vida. Había fallecido cuando él y las gemelas tenían doce años, así que más de una vez había acompañado a la familia a celebrar el aniversario de su muerte, por eso sabía hacia dónde se dirigían aunque iban en silencio.
Faith miraba al suelo lleno de hojas rojizas con expresión ausente y él sentía un vacío en el pecho tan grande que ni siquiera quedaba espacio para el dolor.
Durante largos minutos recorrieron los intrincados caminos entre los jardines del cementerio, hasta que llegaron a la hermosa puerta de una parcela privada. El lugar estaba mudo y sólo se escuchaban los ruidos de la naturaleza.
Finalmente, llegaron a la tumba de su abuelo Sao. Era sencilla y modesta, pero con una gran cantidad de flores otoñales a su alrededor.
—La familia Parker ha tenido un lugar en Highgate desde tiempos inmemoriales —susurró Faith sentándose en un banco frente a las tumbas—. Esta es la parcela de la familia, y ahora también le pertenece a los Black... y a los Moe.
Su voz era suave, triste y cansada, y Charlie se ajustó la gabardina para sentarse en el banco de piedra junto a ella.
Frente a los dos estaba la tumba del abuelo Sao... pero junto a ella Charlie divisó una pequeña placa que no había visto antes. No tenía fecha ni nombre, solo la estatuilla de un pequeño ángel, como de treinta centímetros, saliendo del mármol entre la hierba.
El corazón se le detuvo en un instante y los ojos se le llenaron de lágrimas porque no era necesario que se lo dijeran, era lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de lo que aquello significaba y por qué Faith lo había llevado allí.
—¿Es...? —La pregunta se le atoró en la garganta mientras intentaba controlar aquel sollozo—. ¿Es nuestro... Faith...?
—Sí —susurró ella mientras lágrimas silenciosas corrían por sus mejillas—. Sí, es él.
—¿"Él"? ¿Entonces era...? —Los sollozos estallaron el el pecho de Charlie mientras sus manos temblaban.
—Era varoncito —murmuró Faith sin mirarlo—. No tenía intención de ocultártelo, espero que me creas... pero realmente no supe que estaba embarazada hasta que lo estaba perdiendo.
Charlie miró a la pequeña tumba con expresión desolada. Se sentía culpable por la pérdida del bebé, por haberle fallado, por haberse ido.
—Esto... esto fue mi culpa. Grace me dijo que te deprimiste cuando me fui, que no podían sacarte de la cama. ¡Si yo no me hubiera ido...!
—Habría pasado igual —murmuró Faith—. No fue la depresión lo que me hizo perderlo. Tuve un embarazo ectópico.
Charlie frunció el ceño y la miró sin comprender.
—¿Un qué...?
—Un embarazo ectópico, es cuando el embrión no crece en el útero, sino en una de las trompas —le explicó ella con suavidad—. Yo no sabía que estaba embarazada y el bebé... solo... siguió creciendo. Cuando rompió una de las trompas me tuvieron que llevar de emergencia al hospital y operarme. Fueron días muy oscuros para mi familia, pero yo no quería hablar, así que ellos decidieron decir que era una apendicitis complicada.
—Faith... —Charlie tomó su mano y ella no la retiró, solo la apretó con un poco de calidez.
—No fue tu culpa, Charlie. Hay cosas que simplemente tienen que pasar.
—Pero si yo hubiera estado aquí... ¡Si yo hubiera estado te habría cuidado, y te habría consolado... yo...
—Papá, te entiendo, créeme que te entiendo, tienes todo el derecho de estar enojado conmigo, todo el mundo tiene razón al estar enojado conmigo, ¡maldición nadie puede odiarme más de lo que yo me odio, pero disolver la sociedad con mi tío, destruir la empresa... esa no es la solución! —lo increpó.
—¡¿Y crees que no lo sé?! —replicó su padre—. ¿¡Eso me queda claro, Charlie, pero qué quieres que haga!? ¡Lo que quisiera es encontrar un hoyo en la tierra donde meter la cabeza para no pasar más vergüenza frente a tu tío!
—¡Papá lo siento, yo jamás quise que esto pasara...!
—¡Pero pasó, Charlie! Tu tío Kainn se metió en la boca del lobo junto conmigo para salvarte y casi pierde a una de las niñas... No digo que sea tu culpa, hijo, pero... ¿Cómo pudiste irte? ¡Yo te enseñé a ser un hombre responsable!
Charlie se llevó las dos manos a la cabeza y trató de contener las lágrimas. Estaba ahogándose, estaba deseando gritar hasta quedarse ronco y no sabía cómo Faith había podido aguantar aquello por cinco años sin estallar. Bueno... en cierta forma lo había hecho, porque la Faith de la que se había enamorado siendo un chiquillo había dejado de existir.
—Papá, escucha, te entiendo, ya sé que lo jodí todo, pero te suplico por favor que me ayudes, no disuelvas la sociedad...
—¡Es que yo no quiero, Charlie! ¡Yo tampoco quiero que el trabajo de mi vida se vaya por el caño, pero simplemente no puedo mirarle la cara a tu tío imaginando todo lo que sufrió estos años. ¡Ese hombre se metió conmigo en la boca del lobo para salvarte cuando eras un bebé, Charlie! ¡Sus hijas son como mis hijas y yo he estado ajeno a todo...! —Moe se dejó caer con cansancio en una silla y negó—. Si lo que tu tío quiere es disolver la empresa entonces eso haremos, Charlie. Lo siento, pero no le voy a llevar la contraria ahora.
Los labios de su hijo se convirtieron en una línea fina mientras intentaba encajar aquella decisión, pero no podía rendirse, no ahora, así que levantó su teléfono y llamó a la única persona que podía ayudarlo en ese momento.
—¡Mitch... tengo un problema!
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD