FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD romance Capítulo 13

Jana sintió que de repente todo su cuerpo se relajaba. Estaba detrás de ella, el condenado estaba detrás de ella, muy vestido y sonriente.

—Esto no es un departamento, amor, es una posada de mala muerte. ¿Cómo se te ocurrió que iba a estar en la misma habitación? —rio Kris dándole un beso bajo la oreja y tirando de su mano hacia otra de las puertas en aquel mismo pasillo.

La metió a una habitación más grande y se apoyó en una mesa que había en ella antes de acercarla y pegarla a él. Su boca encontró la de la muchacha en un beso lleno de necesidad, y ella sintió que se derretía solo con aquel contacto. Separó los labios y lo dejó entrar, saborearla, devorarla hasta que tuvieron que separarse por un instante para poder tomar aire de nuevo.

—Anoche fue la peor noche de mi vida —suspiró él—, en contraste con la mejor que tuve hace solo unos días.

—Mmmm. ¿De verdad pretendes que me crea eso? —lo increpó Jana alzando una ceja desafiante.

—No te estoy pidiendo que lo creas, solo estoy ejerciendo mi derecho a decir la verdad —sonrió Kris encogiéndose de hombros—. ¿Ya te sientes mejor?

Jana asintió, pero él no pudo ver mucha convicción en aquel gesto.

—Sí... Aunque tenías razón, me va a tomar un tiempo superar todo esto. Hay decisiones que son para toda la vida, así que... supongo que necesito tiempo para lograr mi equilibrio de nuevo.

Metió la mano en su bolsillo y sacó un sobre que puso en las manos de Kris.

—Aquí está el pago completo y un bono para tus muchachos —le dijo.

Él lo recibió con una mirada de agradecimiento y lo dejó sobre la mesa como si no fuera nada importante.

—Mis muchachos te lo agradecen —le respondió antes de acariciar su rostro y apartar un mechón de cabello—. Y tú, ¿qué vas a hacer? ¿Tienes idea de a dónde irás ahora?

Jana asintió como un suspiro y se apoyó en la mesa junto a él, de forma que los dos quedaron mirando ese vacío en el centro de la habitación.

—Ya preparé todo para que el equipo se regrese a Estados Unidos, pero yo no quiero ir. Todo esto me ha dejado un mal sabor de boca, necesito quitármelo de la única manera que sé.

—Trabajando más —entendió él—. Ayudando más.

Jana hizo un gesto de afirmación con una mueca de cansancio.

—Así es. En un par de semanas comienza una campaña de vacunación en el Congo. Ya hablé con mi padre y va a suministrarme suficientes medicinas para llevar allá, así que supongo que estaré en medio de la selva.

Kris arrugó el ceño con un gesto de preocupación que para nada era fingido.

—¿El Congo? Eso es peligroso, Jana. Eso es selva en la que nadie se atreve a meterse. ¿Estás segura de que quieres hacer eso?

—¿Sí te das cuenta de dónde acabamos de llegar? —le preguntó ella con un suspiro—. ¿Te parece que soy de las que no entiende los peligros que corre?

Kris puso una mano sobre la suya y entrelazó los dedos con los suyos en el borde de aquella mesa. Eso era cierto. Había esperado encontrarse con una niña rica y consentida que pagaba por hacer buenas obras para el buen nombre de la compañía familiar. Pero la verdad era que se había encontrado con una mujer a la que no le daba miedo ponerse en peligro por los demás, una mujer que podía cargar en su conciencia con el peso de sus decisiones tal como él le había dicho. Así que no, no le sorprendía y no dudaba que fuera perfectamente capaz de ir a meterse a lo más intrincado de la selva congolesa solo para ir a ayudar a más personas.

—Creí que no ibas a llegar nunca —le sonrió él y la muchacha apenas pudo balbucear.

—¿Qué... qué estás haciendo aquí?

—Bueno... estaba aburrido y sin nada que hacer y pensé: "Esta chica de verdad tiene una habilidad especial para meterse en problemas, y parece ser que yo tengo una habilidad especial para sacarla de ellos. Así que ¿por qué no me postulo para ir a cuidar su hermosísimo, preciosísimo trasero?"

Jana no pudo evitar la risa.

—¿Disculpa? ¿De verdad viniste a cuidarme? ¿Cómo... cómo me encontraste?

—Es muy fácil para mí encontrar a la gente que me interesa —le aseguró él y luego frunció el ceño con un puchero—. Aunque pareciera que no te alegra para nada verm...

Y eso fue desmentido en ese mismo instante, cuando Jana sujetó las solapas de su camisa para atraerlo y se levantó de puntillas, alcanzando su boca con un beso pleno y vibrante. Sus lenguas se entrelazaron y Kris dejó salir toda aquella posesividad que sentía cuando la tenía entre sus brazos.

—¿Necesitas alguna otra demostración de lo feliz que estoy de volver a verte? —lo provocó ella y él fingió pensarlo.

—Emmm... ¡Sí!

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