FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD romance Capítulo 17

Rose se lanzó de la cama como un resorte y de inmediato y corrió hacia el baño mientras Karim se incorporaba asustado.

—¿Qué pasó?

—¡Voy tarde! ¡Voy tardísimo, muñeco precioso! —le gritó ella y no pudo verlo sonreír todo orondo, pero un instante después él se colaba en el baño, Terminaba de asearse antes que ella y para cuando Rose salió de la habitación ya Karim tenía una taza de café para llevar preparada.

—Yo conduzco, tú solo arregla tus cosas —le dijo y la suerte era que realmente estaban a pocas calles de la universidad.

Karim llegó en pocos minutos y Rose se despidió lanzándole un beso mientras corría fuera del auto.

—¡Espera, te dejas la...! —miró la pequeña cartera que se le había quedado porque llevaba la bolsa atestada de libros y aparcó bien para bajarse.

Cuando llegó a su salón ya estaban todos sentados y esperaban por el profesor. Karim le hizo un gesto a Rose y ella se apresuró a acercarse a la puerta para alcanzar su cartera.

—Te veo en un rato, nena —le sonrió y se inclinó para darle un beso rápido cuando escuchó aquella voz burlona a su izquierda.

—¡Qué bueno! ¡Dos más dispuestos a expandir por el mundo a las minorías explotadas! —rio el profesor y Karim notó cómo la muchacha se tensaba vivamente.

Miro alrededor como no había hecho antes y no tardó en comprobar que aquella era la clase de Construcción de Sets.

El profesor se detuvo con su sarcasmo y su portafolio a pocos pasos y medio salón rio por lo bajo. Y entonces ni siquiera Rose pudo detener a Karim.

—Disculpe, profesor...

—Duncan.

—Duncan, perfecto. No entendí el chiste, ¿me lo quiere explicar, por favor? —le pidió Karim con toda la educación pero su expresión era tan severa que en salón se hizo un silencio absoluto.

El profesor frunció el ceño y balbuceó varias veces antes de esbozar un:

—¿Disculpe?

—No, fíjese que no lo disculpo, ese es el problema con la gente racista, que cuando les pides que te expliquen sus chistes, es cuando se dan cuenta de que no le hacen gracia a nadie —sentenció Karim llegando a su lado y mirándolo hacia abajo porque aunque en edad era mayor en estatura no le llegaba ni al hombro—. Porque si de etnia estamos hablando, los asiáticos son el sesenta por ciento de la población mundial —dijo con una sonrisa socarrona señalando a Rose—. ¿Y por alguna casualidad yo le parezco una minoría explotada? El asiento donde pongo el trasero en mi auto vale más que su salario de dos años. Así que le aconsejo que se ahorre los chistecitos desagradables, si no quiere que mi trasero y yo nos sentemos delante del rector de esta universidad a debatir su escasa calidad moral. ¿Se entendió?

El profesor Duncan se echó hacia atrás con un gesto de molestia. Nadie solía encararlo así y Karim era perfectamente capaz de detectar cuando un hombre tenía complejo napoleónico.

—Yo soy el profesor de esta clase, usted sea quien sea me debe respeto. Será mejor que se vaya o pondré una queja porque ningún estudiante puede traer a esta academia a un extraño —siseó y Karim se inclinó hacia él con una sonrisa de advertencia.

—La falta de poder amarga a los hombres, haciendo que usen mal el poco que logran obtener —lo aleccionó—. Procure no usar el suyo para molestar a la persona equivocada, porque entre usted y yo, le aseguro que usted no es el más poderoso.

Se dio la vuelta y le dio un beso suave en la frente a Rose antes de irse, y bastó que atravesara la puerta para que el resto de la clase comenzara con aquellos abucheos anónimos, nacidos de la satisfacción de que alguien intimidara a un mal profesor.

Durante el resto de la clase Rose intentó hundirse en su silla, desaparecer como si no existiera, pero aunque Duncan no le dirigió la palabra en toda la hora, estaba segura de que tarde o temprano buscaría la forma de cobrárselo.

Así que estaba de un soberano mal humor cuando salió de allí tres horas después y vio a Karim esperándola ya apoyado en el auto.

—Ya sé que te enojaste por lo que hice. ¿Me perdonas si te llevo a comer hamburguesas?

—¿Cuántas? —preguntó Rose cruzándose de brazos.

—Dos y dos más para la casa —sentenció él y ella asintió conforme.

—Y para que sepas, no estoy enojada contigo...

—Entonces no vamos por hamburguesas.

—¡Atrévete!

—OK, OK. ¿Entonces por qué tienes cara de niña con juguete roto? —preguntó Karim metiéndose en el tráfico y la escuchó suspirar.

—Entré a esa escuela por mis propios méritos, no dejé que la posición de mis padres me hiciera de colchón. Realmente no quiero ser una de las niñas consentidas de la escuela —murmuró Rose.

—Así que pensaste que si eras tan humillada como cualquier otro blanco de un profesor idiota como él entonces serías una más del grupo ¿es eso?

UNA SOLA NOCHE. CAPÍTULO 17. Un hombre poderoso 1

UNA SOLA NOCHE. CAPÍTULO 17. Un hombre poderoso 2

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