FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD romance Capítulo 9

Jana sentía que se ahogaba.

Kris de verdad intentaba mantener los ojos abiertos, pero era evidente que cada vez le costaba más. Había pasado toda la noche con aquella herida sin decirle nada a nadie.

Ella salió corriendo apurada hasta el improvisado consultorio que había armado con Milton, y de inmediato se llevó lo que necesitaba para atenderlo.

Obviamente no podría tener todo el cuidado que se requería, pero al menos tenía que desinfectar y coser aquella herida.

—¿Cómo se te ocurre, estúpido? ¡Tú no eres Superman! ¡Sí eres sexy, eso no puedo negarlo, pero no eres a prueba de balas! —lo regañaba a medida que iba cortando su camisa y solo lo vio hacer un gruñido de dolor cuando le puso alcohol para desinfectar—. Ahora te aguantas como un hombrecito. No debiste asustarme así. No puedes asustarme así...

Su voz se quebraba a cada segundo y ni siquiera se dio cuenta de que estaba llorando hasta que Kris levantó una mano y pasó el pulgar sobre su mejilla.

—No soy de los que se quejan, amor —le sonrió en un intento por ser coqueto—. Y de ti menos, contigo jamás me quejaría de nada.

Jana le puso los ojos en blanco y suspiró alistando la aguja para coser. Kris de verdad era de los que se aguantaban, así que muy pronto terminó de suturar aquella herida y le puso un suero. No había sangre para hacer una transfusión, pero al menos con eso recuperaría un poco de fuerzas, sin contar con la carga de antibióticos que se aseguró de meterle.

—Ahora descansa, yo voy a...

—No —la detuvo Kris sosteniendo su mano y haciendo un esfuerzo para sentarse—. No hay tiempo para descansar, si ya terminaste con las vacunas, entonces tenemos que irnos ahora mismo.

—Pero no podemos, estás herido, estás...

—Estoy mejor de lo que me veo, no es el primer balazo que me dan, créeme, pero no es seguro que estemos aquí. No es seguro para esta gente, Jana, cada minuto que nos quedamos en la aldea todos ellos corren peligro. Lamento que esta misión no saliera como esperabas, y lamento mucho la muerte de tu amiga, pero si ya hiciste lo que tenías que hacer, entonces lo mejor es irnos, porque de lo contrario arrastraremos aquí a más de los que secuestraron a esta gente.

Jana pasó saliva, pero terminó haciendo un gesto de afirmación.

—Está bien. Está bien, entonces vámonos ya, yo me encargaré de cuidarte por el camino.

Las órdenes de Kris fueron precisas y media hora después, a pesar del cansancio, todos los que habían venido con ellos se subieron a sus caballos para marcharse. El camino de regreso era penoso porque llevaban menos provisiones y corrían el riesgo de ser perseguidos, pero a pesar de que Jana se sentía al borde del agotamiento extremo, se sentó en aquel caballo detrás de Kris y lo sujetó contra su cuerpo sabiendo que estaba débil.

—Intenta dormir —susurró en su oído—. Vienen horas de mucho calor y no quiero que te hagas el valiente.

Pero realmente no había ni cómo serlo, porque poco después él cerró los ojos y la debilidad lo venció.

Avanzaron por un par de horas hasta que el clima se hizo realmente insoportable y los hombres montaron un improvisado campamento. La ayudaron a bajarlo y lo acomodaron en una de las pequeñas tiendas mientras Jana se acostaba a su lado. Estaba exhausta así que apenas cerró los ojos junto a él se quedó dormida.

Ya era de noche cuando vinieron a despertarlos y ella lo miró con preocupación, porque a pesar de que comía y bebía, se notaba que estaba en pie solo con la fuerza de su voluntad.

—Vamos Superman, tenemos que salir al camino de nuevo —susurró Jana acariciando su cara y tratando de quitarle el sudor y el polvo del rostro.

El aire fresco de la noche logró desperezar a Kris, aún faltaban tres noches más para poder llegar a un lugar seguro.

La tensión era cada vez más insoportable. El cansancio era infinito, y como si todo eso no fuera suficiente, al siguiente mediodía uno de los hombres que se había rezagado un poco como medida de prevención, azuzó al caballo llegando hasta ellos.

—Ven, por aquí, ven —la apremió y de inmediato comenzó a rastrear un pequeño grupo de huellas.

Quince minutos después encontraban rocas, árboles más altos, y un diminuto cauce de agua frente al que Jana se arrodilló para beber.

—No podemos levantar una tienda, pero vamos a dar de beber a los caballos y nos quedaremos por aquí.

Había suficientes hojas en el suelo y Kris miró alrededor buscando una alternativa.

Comieron algo de prisa y él alargó una sábana con tonos de camuflaje en medio de la hojarasca.

—Acuéstate debajo, amor. Vamos, apúrate… —le dijo viendo cómo sus ojos casi se cerraban.

Jana no puso objeción aunque ni siquiera entendía lo que estaba haciendo, se acostó debajo de aquella sábana y Kris puso sobre ella un mar de hojas y ramas secas hasta que logró cubrirla por completo.

Segundos después él se metía también debajo y la abrazaba.

—Esta es la única manera, linda. Ven, intenta dormirte.

Jana se acurrucó contra él y cerró los ojos. El sueño la venció de inmediato, pero ese sexto sentido la hizo despertarse mientras sentía movimiento a su alrededor. Ni siquiera se atrevía a moverse, pero apenas apretó el pecho de Kris lo sintió despertar.

Cerca de ellos sonaban voces, voces que ninguno de los dos reconocían.

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