Felicidad efímera romance Capítulo 19

Era Ximena. En cuanto entró en la habitación, vio al semidesnudo Jonathan, quien tenía una proporción corporal perfecta, con aquellos abdominales moldeados a la perfección, también su rostro era encantador, capaz de hechizar a las damas que se atrevían a mirarlo, era la primera vez que ella lo veía en semejante estado.

En ese momento, tenía los ojos cerrados y la cara roja, al instante Ximena tiró su bolso a un lado y caminó apresurada hacia él pensando en lo sucedido que en cuanto había terminado de hablar por teléfono él ya no estaba a la vista, sin embargo, ella sabía que ya había consumido la bebida drogada, entonces era consciente de que necesitaría a una mujer para desahogarse de la influencia tan fuerte de aquella droga, por lo tanto, se apresuró a encontrarlo como fuera.

Por fortuna, lo primero que se le ocurrió fue sobornar a los guardias de la entrada para que le dieran el paradero de Jonathan, así que logro que esa misma noche, el hombre le perteneciera sólo a ella.

Ximena se quitó la ropa y el cinturón de Jonathan antes de subirse a la cama y tumbarse a su lado, Jonathan estaba ardiendo de calor a su lado, ambos estaban acostados en una cama demasiado pequeña que casi no lograban estar los dos, así que Ximena se apretó contra él con fuerza.

—Jonny, ¿te sientes incómodo? Deja que te ayude. —La voz de la dama era dulce como el azúcar. Acercándose a él, Ximena intentó besar a Jonathan, sólo para ser rechazada por él.

De hecho, Jonathan ya estaba dormido, pero lo despertó un olor acre, él sentía que cada una de sus células se resistía a ese olor, en cuanto a Ximena, nunca pensó que Jonathan no se interesaría de forma sexual por ella después de ser drogado hasta tal punto. «¿Puede ser que sea impotente?».

Miró hacia Jonathan con frustración, después de todo, ella se había desnudado, pero el hombre era sin duda indiferente.

—Jonny, quiero que...

Ximena fue persistente. Se empujó contra él una vez más y rápido se encontró en el suelo tras recibir una patada en el estómago por parte de Jonny. El dolor era tan insoportable que la hizo mirar hacia Jonathan con rabia. Justo cuando estaba a punto de dejarlo todo a un lado y probar suerte de nuevo, sonó su teléfono.

Era una llamada del guardia de seguridad. «¿Por qué me llama a estas horas?». Descolgó la llamada de inmediato, pero su tono era desagradable, ya que responsabilizaba al guardia de seguridad de perturbar el momento.

—Hable.

—Señora Garduño, se acerca un auto de lujo. También hay una ambulancia.

Al mismo tiempo, Ximena se quedó mirando al hombre que tenía delante, mirando que vestía un traje pulcro y llevaba un par de gafas doradas, desde su punto de vista, Homero era apuesto y puritano, tal como aparecía en las revistas.

A diferencia de Jonathan, el aspecto del hombre era mucho más amable, sus ojos deslumbrantes parecían esconder muchos secretos, lo que disuadía a cualquiera de encontrar en verdad un lugar en su corazón.

Así era Homero, el famoso y talentoso doctor.

—¿Cómo está Jonny?

—No lo sé. —Ximena bajó la cabeza con una pretenciosa mirada de vergüenza, su coquetería incomodaba de forma increíble a Homero.

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