Felicidad efímera romance Capítulo 35

—Estoy bien… —Ivonne sonrió al mesero. Había sido mesera antes, así que sabía que era un trabajo difícil en el que uno podía ofender con facilidad a los huéspedes.

Si hacía un escándalo por el accidente de hoy, el mesero acabaría despedido, hoy en día era difícil encontrar un buen trabajo y ser mesero era mejor que quedarse sin empleo.

Jonathan frunció el ceño cuando la escuchó decir que estaba bien.

—Ivonne, ¿estás segura?

—Suéltame. Suéltame. —Había sufrido en el pasado heridas peores, así que podía tolerar esto.

Jonathan no la soltó, en lugar de eso, rodeó su delgada cintura con el brazo. Quería llevarla en brazos, pero su espalda estaba herida con gravedad, por lo tanto, sólo podía llevarla sobre sus hombros.

—Jonathan, ¿qué estás haciendo? Bájame ya. —Ivonne no tenía ni idea de lo que le había pasado de repente a Jonathan. Sólo sentía malestar en todo el cuerpo y náuseas.

—Si te vuelves a mover, te tiraré al cubo de la basura.

—Tú... ¡Nunca te perdonaré esto!

El hospital estaba cerca, así que Jonathan la llevó allí, sin embargo, todos los médicos ya se habían ido, excepto una cirujana de guardia en urgencias. Jonathan abrió la puerta de una patada para entrar, dando un buen susto a la doctora.

—¿Qué... paso?

—Se quemó. —Jonathan dejó caer a Ivonne sobre la cama del hospital, haciéndola estremecerse. «¡Ay! ¿Está intentando matarme? Podría morir por el trato brusco en vez de por la quemadura». La médica miró la ropa húmeda de Ivonne, parecía una situación difícil de manejar, entonces con cuidado, levantó la tela y vio que la piel de Ivonne estaba enrojecida.

La quemadura era bastante grave, cuando la doctora tomó unas tijeras para abrir la ropa de Ivonne, está la detuvo y le dijo a Jonathan.

—Sal de la habitación.

—Su marido está preocupado por usted. ¿Por qué pide que se vaya? Si ya no la quiere por sus cicatrices, no es digno de su amor —mientras la doctora hablaba, siguió abriendo la ropa de Ivonne.

La doctora se sobresaltó e incluso le temblaron las manos.

—No le haga caso. Sólo es un imbécil.

—Pero parece muy preocupado por su salud. Además, es guapo. Tiene que aferrarse fuerte a él. Ahí fuera, los hombres como él son muy buscados.

—Ay... Por favor, ¡sé más suave! —Ivonne frunció el ceño por el dolor, le dolía tanto que ni siquiera tenía ganas de replicar tal comentario.

Esa noche no volvió a casa, José se encargó de los trámites de admisión y le concedió unos días de permiso e incluso mandó a María desde la residencia para cuidar de ella.

María le dijo a Ivonne.

—Sabía que el Señor Landeros todavía se preocupa bastante por ti. Él nunca salió con nadie y sólo está teniendo algunos problemas de forma temporal con esa mujer, pero tarde o temprano, descubrirá sus intenciones. —Por casualidad, María se había enterado por Guillermo de lo de Ximena y en su opinión creía que ella no era conveniente, que una mujer esnob como ella se uniera a la Familia Landeros.

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