—¿Piensas que nadie se interesa en mí?
Ivonne nació hermosa y había sido cortejada por varios hombres desde joven. Por otra parte, Ximena era todo lo contrario a ella. No solo no lucía hermosa cuando era joven, sino que también solía ser muy gorda. Ella no podía compararse a Ivonne.
Sin lugar a dudas, una típica belleza como Ivonne era irresistible para cualquier hombre, todos caían ante sus encantos, aún si ellos estaban conscientes de su supuesto estilo de vida promiscuo.
Ximena sintió una ira surgir desde sus entrañas, cuando escuchó las palabras de Ivonne. De pronto extendió su mano, pues pensaba empujar a la otra. Sin embargo, tuvo que desistir de esa idea y bajar su brazo, cuando el sonido de los pasos de alguien llegó desde atrás.
Resulta ser que eran Jonathan y José, quienes tenían que usar el ascensor de los empleados, ya que el de su uso exclusivo del VIP se había descompuesto. Ellos miraron a las dos mujeres justo después de entrar en él.
José frunció el ceño, ya que comprendió que era inapropiado que él estuviera ahí. «¡Por todos los cielos! ¡Qué atmósfera tan tensa, cuando las dos rivales en amor están en el mismo ascensor!».
Una idea surgió de pronto en la mente de José y preguntó:
—Señor Landeros, ya que es la hora de almorzar y mi novia vino a verme, ¿puedo solicitar una hora de licencia?
De alguna forma, Jonathan pudo recordar a la novia de José, sabía que ellos se habían conocido durante una reciente cita a ciegas. Al instante en que él murmuró su aprobación, José salió a toda prisa, temiendo que una intensa disputa podría desarrollarse en cualquier momento.
—Jonny —le llamó Ximena con timidez.
Mientras tanto, Ivonne solo le lanzó una mirada a Jonathan frustrada. Sin prestarle mayor atención, ella presionó el botón del ascensor. El tono coqueto de Ximena le había molestado sus oídos. Apenas y podía esperar a llegar hasta la puerta de su oficina. Sin embargo, de pronto el ascensor se sacudió, cuando alcanzaron el décimo piso. El corazón de Ivonne dio un salto.
«¿Qué demonios? ¿Acaso se descompuso el ascensor en este momento? ¿Por qué soy tan desafortunada?».
Justo cuando se le ocurrió ese pensamiento, el ascensor descendió de manera drástica emitiendo un fuerte sonido. Para empeorar las cosas, todas las luces se apagaron en un abrir y cerrar de ojos.
En un instante, Ximena gritó a todo pulmón. Mientras tanto, Ivonne sintió un escalofrío descender por su columna vertebral. Ella tuvo una experiencia similar, al de estar atrapada en un ascensor, cuando era muy joven y aún estaba traumatizada por ello.
Cómo él estaba cerca de Ivonne, percibió la sutil esencia refrescante de su cuerpo tembloroso.
—¿Y el tuyo? —Su carismática y sutil voz sonó, llegó al fondo del corazón de Ivonne.
—Mi bolsillo —le contestó con mucha dificultad, después de haber quedado pasmada por un momento. Al mismo tiempo, tuvo la sensación de que apenas y podría soportar unos minutos más.
—¿Cuál bolsillo?
—El izquierdo de mi blusa.
Él estiró su mano para buscar en el bolsillo de la joven. Muy pronto, sacó el teléfono y encendió la función de linterna. Bajo la luz, se dio cuenta que el rostro de Ivonne estaba pálido.
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