Haciéndolo mío romance Capítulo 25

Después de colgar el teléfono, Jaime se miraba mucho más aliviado, pero la sonrisa en sus labios se le esfumó en cuanto me vio. 

—Señorita García, ¿qué está haciendo aquí? 

Se miraba un poco incómodo y evitaba mirarme a los ojos; su comportamiento solo confirmaba que estaba ocultando algo. 

—Escuché todo lo que dije por el teléfono —dije, yendo al grano. En ese instante, tenía una mala opinión de ese hombre; sabía que causaría problemas.  

Tras oír lo que dije, la expresión de Jaime brilló con culpa. 

—S-señorita García, yo…  

El hombre se puso nervioso mientras intentaba explicarse, pero lo interrumpí antes de que pudiera decir otra palabra. 

—Señor Montoya, hablemos ahí. Estoy segura de que no quiere que nadie se escuche nuestra su conversación —sugerí, apuntando hacia el final de corredor junto a una ventana. El aspecto de Jaime se tensó, pero, como se sentía culpable, me siguió hacia la ventana—. Estaba hablando por teléfono con otra mujer. Hay algo entre ustedes dos, ¿no? 

Le clavé una mirada fría que coincidía con mi tono de voz; me llené de furia de tan solo pensar en que estaba engañando a Natalia, mi mejor amiga, y no iba a dejar que nadie la lastimara. 

—S-sí… —Como sabía que había oído todo, Jaime supo que lo mejor era hablar con la verdad. 

—Señorita García, por favor no le cuente a Nati de esa llamada —me suplicó Jaime. 

—Dígame la verdad, ¿ama a la mujer con la que habló por teléfono o a Natalia? Si no tiene sentimientos por Natalia, ¡le sugiero que deje de jugar con ella! 

Me sentía repugnada al enfrentarme al cretino que me recordaba a Josué, así que no me molesté en ser cortés con él, ni me importaba si eso tensaba nuestra relación como conocidos; lo que me importaba era asegurarme de que no traicionaran a Natalia. 

—Por supuesto, Natalia es a quien amo. La persona en el teléfono era una joven que ha estado molestándome. Por eso no tenía otra opción que convencerla de que me dejara en paz. Le digo la verdad: ¡Natalia es la única para mí! 

Ante mi pregunta, Jaime juró de inmediato que amaba a mi amiga. Si fuera yo, no querría estar con un traicionero como Jaime, pero podía ver que Natalia lo quería mucho, lo que la devastaría si se enteraba de esto. 

—Puedo prometerle que no le contaré a Natalia, pero me tiene que prometer algo a cambio. 

Después de pensarlo por un momento, decidí darle a Jaime otra oportunidad; al fin y al cabo, no era tan malo como Josué, quien había engañado a su prometida con su mejor amiga. 

—¿Qué es? ¡Dígame! Siempre y cuando Natalia no se entere, haré lo que sea. —Jaime me miró con expectación y accedió a mis condiciones antes de oírlas. 

—Como Natalia es la única a quien ama, no creo que tenga que seguir en contacto con cualquier otra mujer. Espero que la ame con todo su corazón y a nadie más. 

Después de decir mi condición, examiné la cara de Jaime: los ojos le temblaban, y aceptó mi condición sin titubear. 

Jaime no se veía natural mientras intentaba calmar a Natalia. Al saber que estaba mintiendo, los ojos se me llenaron de desprecio. Era obvio que estuvo coqueteando con otra mujer justo ahora, peor tenía el descaro de decir que le dolía el estómago como excusa para calmar la preocupación de Natalia. Alcé mi copa y tomé un trago para reprimir el deseo de delatarlo. 

—Andrea, como Jaime no se siente bien, ¿te parece si lo dejamos hasta aquí y nos volvemos a ver en otra ocasión? 

Aunque Jaime le había dicho que se sentía bien, Natalia no podía dejar de preocuparse con él. Le lancé una mirada rápida al hombre antes de levantarme. 

—Claro, al cabo ya terminamos de comer. Nos vemos en otra ocasión. 

—Entonces primero llevaré a Jaime a casa. Puedes regresar tú sola en taxi, ¿cierto? 

En cuanto Natalia dijo esto, Jaime refutó: 

—Está bien, yo puedo volver por mi cuenta. No me duele tanto el estómago. 

—Pero no te sientes bien. Natalia se preocupará si te vas solo. Deja que te lleve para que tenga esa paz mental. 

Sabía que Jaime temía que Natalia descubriera algo y por eso hizo una excusa para rechazar su oferta; sin embargo, como ya había prometido romper contacto con otras mujeres, lo debía demostrar con sus acciones. 

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