Haciéndolo mío romance Capítulo 56

Miguel se puso derecho y fijó su mirada en mí, me estaba retando con esa pregunta; miré hacia otra dirección dentro de mi pánico. Yo no podía entender por qué él y su mirada tan penetrante me intimidaban tan fácilmente, aun cuando no había hecho nada malo.  

—No me olvidé de nuestro acuerdo, el problema es que mi familia me había estado presionando que me casara debido a mi edad. Mis padres se están volviendo viejos, por lo que no quiero que ellos se preocupen más por mí. 

Mis padres me fastidiaban cada vez que llamaban con que me consiguiera un novio; yo no tenía a nadie en mente en ese entonces, pero no quería que ellos se preocuparan por mí.  

Miguel se me quedó viendo en silencio por un rato después de que le expliqué la situación, para luego decirme: 

—Puedes ir a buscar un novio si quieres, ¡pero hasta entonces, mantendremos nuestra relación! 

Su oferta me molestó y la quería rechazar; sin embargo, sabía que mi petición por terminar la relación después de haber recibido su dinero era irrazonable, por lo que decidí guardar mis opiniones al respecto.  

—Muy bien, estoy de acuerdo. Terminaremos nuestra relación cuando encuentre un novio.  

No era el final impecable que yo esperaba, pero estaba más tranquila al saber que me dio una oportunidad para salir de nuestra relación. 

—Bien —me miró con intensidad, reconoció nuestro nuevo trato, y se volteó para darme la espalda y dormirse. Yo ya estaba más relajada porque ese enorme peso dejó mi mente y fue así como me quedé dormida mientras pensaba en cómo iba a encontrar a un hombre decente en tan poco tiempo posible.  

Cuando desperté a la mañana siguiente, estaba un poco decepcionada que Miguel ya se había ido. Yo no debería tener ningún tipo de deseo sobre Miguel pues íbamos a ir por nuestros propios caminos una vez que consiguiera novio; con ese pensamiento en mente, me vestí y dejé el apartamento de igual manera.  

En el transcurso de los siguientes días, hice de mi mayor prioridad encontrar a un novio, así que fui a citas a ciegas cada día después del trabajo. El amor ya no era algo que yo consideraba, yo ya había puesto mi devoción hacia alguien por muchos años y todo para ser recompensada con la traición; yo ya no confiaba en un concepto tan abstracto como lo era el amor.  

Lo que yo quería era simple, un hombre decente y estable el cual se mantendría fiel durante el matrimonio y, sobre todo, debía de ser un hombre el cual mis padres pudieran confiar para que no tuvieran que volver a preocuparse de mí.  

Después de que le conté a Natalia sobre mi deseo de encontrar a un novio que tenga el matrimonio en mente, ella estuvo ocupada manteniendo un buen ojo por mí. Sin embargo, cada una de las citas a ciegas a las que fui fueron espantosas. Los hombres eran o demasiado horribles para ver o demasiado cachondos, con el sexo en cada neurona de sus cerebros. A pesar de que no tenía muchas esperanzas de que fuera a encontrar al indicado, lo mínimo que podía esperar era a alguien que no me hiciera llorar los ojos. Me era muy difícil aceptar a esos hombres feos y lujuriosos.  

El incesante ciclo de trabajar y luego ir directo a una cita a ciegas había acabado conmigo. Cada noche caía tumbada sobre la cama y me quedaba dormida tan pronto mi cabeza tocaba la almohada. Además, parecía como si Miguel se hubiera desvanecido de mi mundo, pues no me había contactado en muchos días; en ocasiones me quedaba pensando si él se había olvidado de mí, o tal vez se hubiera conseguido a alguien más a quién amar y ya no me necesitaba. Me sentí un poco perdida cuando ese pensamiento me cruzó la mente y, al mismo tiempo, yo estaría agradecida si eso era lo que ocurrió; sería un buen final para nuestra relación si él tuviera a un nuevo amor y se olvidara de mí. 

—Natalia, ¿sí has visto al tipo de hombres que he conocido en los últimos días verdad? Ellos eran feos o sucios, así que, por el momento, hasta aquí llegan mis citas a ciegas. 

No había problema en tener un aspecto simple o incluso ser feo, pero yo no toleraba que fueran lujuriosos. Ningún hombre decente me tocaría e incitaría al sexo en la primera cita, incluso preferiría quedarme soltera a tener que dar la cara a esos hombres tan asquerosos.  

Natalia sonrió con timidez y un poco avergonzada ante mis quejas, pues ella fue quien arregló las citas a ciegas y estaba completamente consciente de cómo eran esos hombres. 

—Ya sé que esos hombres que conociste hace unos días eran poco conmovedores, pero te juro que el tipo que vas a conocer hoy es diferente; está capacitado y estoy segura de que no es un pervertido, te agradará. Dale otra oportunidad esta noche, estoy segura de que en esta ocasión quedarás satisfecha con tu cita.  

Ella era persistente y parecía estar segura sobre el hombre con quien había arreglado la cita.  

—Nati, en verdad no quiero ir. Estoy exhausta —la miré con lástima y esperaba que me perdonara por un día.  

A pesar de lo segura que ella estaba, yo no tenía muchas esperanzas sobre ese hombre. Había llegado a la conclusión de que todos los buenos hombres ya habían sido tomados por otras mujeres, por lo que no había esperanza que yo fuera a conocer a uno.  

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Haciéndolo mío