Haciéndolo mío romance Capítulo 55

Me levanté de inmediato cuando escuché esa amenaza, pero antes de dirigirme hacia el baño, le vi con mala cara.  

Mientras que el agua caía sobre mí, pensaba en la manera en la que podía dirigirme hacia Miguel para terminar con nuestra relación. Él se sentía sexualmente atraído por mí en aquel entonces, por lo que no estaba segura si él estuviese de acuerdo en terminar con lo nuestro o si se molestara ante mi petición.  

Me sentía un tanto agitada, así que tomé una ducha rápida, me coloqué una toalla sobre mí y salí del baño. Las llamas en los ojos de Miguel se encendieron tan pronto salí, no cabía duda de que él se había excitado mucho.  

Miguel se paró y recorrió la habitación para llegar a mí, lo que provocó que mi corazón latiera como loco. Yo no tenía idea, pero cada vez que él se me acercaba mi corazón se alocaba sin control. Cuando él llegó a mí, me levantó y me llevó hacia una de las habitaciones para luego arrojarme hacia una cama grande y suave, él ya estaba sobre mí antes de que yo pudiera reaccionar.  

El sexo fue apasionante y vigoroso; él estaba recostado sobre mí y jadeaba cuando había llegado al clímax. Después se giró para recostarse al lado mío y me colocó entre sus brazos. 

—¿Lo disfrutaste? —preguntó.  

Su voz había quedado ronca por la sesión intensa, además que tenía una mirada de satisfacción.  

Su pregunta tan directa me hizo sonrojar, así que me giré para evitar su mirada.  

«¿Cuál era el motivo de preguntarme algo como eso después de cada sesión? ¿Cómo se supone que debía de responderle?» 

Al estar satisfecho, se giró para darme un beso en la mejilla antes de sentarse sobre la cama. 

—Iré a tomar una ducha, tú descansa. 

Me relajé un poco cuando él entró al baño, pero mi mente seguía abstraída con la manera que debía hacer saber que quería terminar nuestra relación. Era una relación muy vergonzosa que no contemplaba en mantener por mucho tiempo; y no solo eso, si mis padres se llegaban a enterar, papá se pondría furioso. La gente que vive en las zonas rurales era más conservadora, por lo que mi padre me rompería las piernas si se enteraba de que tuve relaciones sexuales antes del matrimonio.  

Mis padres persistían mucho en que me asentara en algún lugar, por lo que estaba preocupada de que llegaran a preguntar en los alrededores y terminaran descubriendo lo que hay entre Miguel y yo.  

Miguel regresó y se recostó a mi lado después de terminar de ducharse.  

Esos doscientos mil no eran una cantidad pequeña de dinero, y yo sabía que era injusto de mi parte querer acabar con nuestro acuerdo después de solo un mes, pero yo estaba bajo mucha presión. 

—Ya sé que no es justo para ti. Te puedo pagar los doscientos mil por partes. Pensándolo mejor, ¿podrías considerarlo como un préstamo para mí? —le supliqué con timidez.  

—Andrea, ¿qué es lo que piensas de mí? ¿Acaso soy el tipo de persona que tomaría de vuelta las cosas que di? —su fría mirada me provocaba escalofríos.  

Yo pensé que mi oferta de pagárselo de vuelta lo calmaría; pero, para mi mala suerte, hizo todo lo contrario, pues ahora él estaba mucho más enfadado. Dentro de mi pánico, lo volteé a ver y empecé a buscar el motivo del enojo que iba en aumento. Yo no podía averiguar qué fue lo que salió mal, pues yo tenía sus intereses en mente y le ofrecí lo que yo consideraba que era una buena oferta.  

A pesar de que mi oferta de pagarle de vuelta los doscientos mil, era a modo de plazos, eso aún significaba que había ofrecido acostarme con él de manera gratuita, lo cual era una ventaja para él.  

—¿Entonces qué es lo que tú propones? Tú sabes que yo no puedo pagarte toda esa cantidad en este preciso momento —le pregunté y rezaba con que él no me reclamara que se lo pagara en total de inmediato, ya que no había manera en la que yo pudiera juntar esa cantidad de dinero.  

—Habíamos acordado que tú serías mi pareja cuando te di el dinero. ¿Acaso te olvidaste de nuestro acuerdo, Andrea?  

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