Haciéndolo mío romance Capítulo 71

El precio de cuatro dígitos en el recibo por poco hacía que me desmayara. Para ser exacta, eran cinco mil novecientos noventa y nueve. 

«Oh por Dios, pero si es un simple vestido, ¿en verdad cuesta seis mil? ¿Está hecho con oro o qué?» 

Mi salario era de siete mil u ocho mil al mes, por lo que me espanté con la idea de tener que gastar seis mil en un vestido. Volteé a ver a Miguel en señal de conflicto; no era que no pudiera darme el lujo de comprarme el vestido, pero no estaba dispuesta a gastar cerca de un mes de salario en un vestido.  

—No sabía que este vestido era así de caro… —le murmuré en voz baja mientras lo veía con timidez. Yo tenía tantas ganas de darme una bofetada en la cara cuando vi sus ojos llenos de satisfacción. 

«¡Aj! ¿Por qué tuve que insistir en pagárselo? ¡Solo me estoy provocando problemas!» 

—¿No habías dicho que me ibas a pagar por el vestido? Bueno, lo puedes hacer ahora mismo.  

Miguel mantenía su mirada en mí cuando hablaba con la intención de provocarme.  

—Bueno… ¿Te lo puedo pagar en unos días? No tengo esa cantidad de dinero en este momento. 

«¡Seis mil es demasiado dinero! ¿Cómo se supone que junte tanto dinero para pagárselo? Si no fuera porque no tengo ninguna prenda que pueda usar, se lo regresaría de inmediato después de quitármelo. ¡De esa manera, no tuviera que gastar seis mil por un vestido!» 

—Claro.  

Dijo Miguel con indiferencia. La verdad de la situación era que el precio del vestido era solo una fracción de lo que él ganaba en un día, lo cual era más que suficiente para que él pudiera comprar decenas de miles de vestidos.  

—Eh… ¿Te lo puedo pagar por plazos? 

La realidad era que yo mandaba parte de mi paga a casa para que mi padre pudiera conseguir sus suplementos; es por eso que, cada vez que se me pagaba, el dinero que yo tenía era lo suficiente para que pudiera sobrevivir. Por esa razón, me tomaría demasiado tiempo poder pagarle los seis mil por el vestido.  

—Es un simple vestido, ¿pero tú quieres pagármelo a modo de plazos? ¿Qué tan pobre eres en realidad, Andrea?  

Miguel frunció el ceño, estaba sorprendido e impactado, pues no parecía creerme. 

—Lo digo en serio, soy una indigente. He mandado todo mi dinero a casa, por lo que no me sobra dinero con el que te pueda pagar. ¿Te podría pagar quinientos cada mes? —traté de negociar con él, pero con cuidado mientras que lo miraba a los ojos.  

Miguel colocó una mano sobre mi frente y permaneció en silencio mientras me miraba. 

—No necesito que me des ni un centavo, así que usa ese dinero para comprar alimentos. En el futuro iré al apartamento que compré para cenar y, cuando te notifique, tendrás que cocinar para mí.  

«¿Qué? ¿Quiere que vuelva a cocinar para él? ¿Por qué es tan insistente que yo tenga que cocinar cuando él tiene a sus propias amas de casa? Además, mi cocina no sabe muy bien que digamos.» 

Para ser honesta, yo me oponía a su sugerencia.  

«Pero ¿qué haré si me pide que se lo pague justo ahora si decido rechazarlo? No tengo tanto dinero en este momento.» 

Asentí y decidí aceptar su oferta después de reflexionar en ella por un tiempo, pero no dije nada más. En el momento que acordé a su sugerencia, pude ver un brillo de triunfo en sus ojos y, en ese instante, pude sentir la sensación de haber sido engañada; a pesar de eso, me aclaré la mente y traté de convencerme de que estaba pensando mucho en ese tema.  

—De acuerdo, ya entendí. No volveré a hacer otro chiste como ese en el futuro. Todas las empleadas de ahí ven al señor Sosa como el Príncipe Encantador, por lo que no sería de sorprender si les rompieras el corazón si tuvieras una relación con él.  

Yo sabía que Melissa estaba bromeando conmigo, pero no pude evitar sentirme un poco ansiosa y agitada.  

«Santo cielo, parece ser que todos ven a Miguel como el Príncipe Encantador, ¡y muchas de las empleadas parecen desear estar con él! Si se llegaran a enterar de mi relación con él, no cabría duda de que mi vida en la oficina sería un verdadero infierno de aquí en adelante.» 

Me había cansado de ese tema, así que fruncí el ceño y miré a Melissa para decirle:  

—Bueno, dejemos de hablar de eso ya. Parece ser que el señor Sosa tiene algo que decir.  

La llegada de Miguel provocó una enorme conmoción y, cuando el nuevo gerente del departamento se enteró, salió de inmediato para poder saludarlo.  

—Señor Sosa, ¿ocurre algo por lo que nos bendice con su presencia tan repentina el día de hoy? —preguntó el gerente del departamento con enorme respeto.  

Miguel no se molestó en responderle, a pesar de que había escuchado su pregunta. En cambio, juntó sus manos en forma de aplauso para poder llamar la atención de todos. 

—Voy a establecer una oficina temporal en la Dicha Dichosa por los próximos seis meses, por lo que estaré aquí cada día durante ese tiempo. Deseo monopolizar la industria de la publicidad en medio año.  

Su voz era callada y profunda mientras que sus palabras notaban arrogancia. Si fuera cualquier otra persona, todos lo hubieran tomado como una broma; pero la persona que estaba hablando era Miguel, así que nadie dudo de lo que era capaz en el mundo de los negocios.  

Cuando las empleadas escucharon lo que dijo, muchas de ellas parecían estar exaltas y con miradas llenas de alegría. Ahora que el Príncipe Encantador iba a pasar los próximos seis meses con ellas, esa era la oportunidad de oro para aquellas que quisieran hacer otras cosas con él y obtener algo a cambio.  

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Haciéndolo mío