La Chica Dhall © romance Capítulo 21

Capítulo veinte

Cierro mis ojos dejándome llevar por el sabor de sus labios, muevo los míos en sincronía con los de él y llevo mis brazos a sus hombros, sus manos reposan en mi cintura y me apega a su cuerpo con fuerza, subo las manos a su cabello y tiro de él hacia atrás. Nuestra respiración agitada se mezcla y abro mis ojos, Len copia mi acto y trago grueso al ver sus ojos de un color rojo fuerte.

Es un vampiro.

Sus labios entreabiertos me dejan ver sus semi colmillos y vuelvo a sus ojos, muerdo mis labios y lo atraigo nuevamente hacia mí.

A la mierda la investigación en estos momentos, yo también tengo derecho a hacer lo que quiera.

Sus manos toman mis piernas y me alza sin despegarnos, aprisiona mi cuerpo contra el árbol y su lengua delinea mi labio inferior, doy acceso a ella y empieza el juego caliente entre los dos. Dejo salir un gemido al sentir sus colmillos rozar por una parte de mis comisuras y él se despega de nuestro beso, mira sobre mi hombro y vuelve a mí, camina en dirección a la casa y entra pateando la puerta, la cierra y me deposita en el piso frío de madera.

Toma mi cara entre sus manos y me pongo de puntitas buscando como una loca sus labios.

Dios.

¿Por qué nunca me dijeron que esto era como estar en el paraíso?

Ahora entiendo a Elían y sus amoríos.

Muerdo sus labios suavemente y él sonríe en medio del beso, un calor intenso se instala en mi espalda y de la nada siento a mi cuerpo emanar calor por todos lados.

¿Qué es esto? ¿Por qué me siento así?

Me despego bruscamente de Len y trato de controlar mi respiración agitada, cierro mis ojos y dirijo mi vista a un punto fijo para evitar su mirada.

Él quita la distancia que había agarrado de su cuerpo y sus manos suben por debajo de su camisa —¿qué sucede? —susurra —mírame —toma mi barbilla.

Conecto mis ojos con sus hermosos ojos rojos —me siento extraña —hablo bajo —siento que mi cuerpo bota calor por todos lados —cierra sus ojos y muerde su labio inferior mientras sonríe —no te rías, esto es nuevo para mí —me quejo.

La expresión en su rostro cambia a una seria y coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja —casi me vuelvo loco cuando no te encontraba.

Pongo mis manos en su pecho y me apego a él —yo solo pensaba en ti—sus brazos me rodean —en si me irías a buscar—alzo la mirada —hasta que llegaste y pasó todo lo que paso con tu madre y Abigail —sus brazos se tensan al escuchar el último nombre, junto mis cejas —¿qué pasó? ¿Dije algo malo?

Niega —no, pero no menciones a Neal, no quiero escuchar ni siquiera su nombre secundario.

—Fue... ¿Por lo del beso? —suelto de golpe y él junta sus cejas molesto.

Creo que está más que claro.

Se separa y vuelve a tomar mis labios con fiereza, me coge en brazos y me lleva directo a la mesa de cocina, sus manos toman las mías y las posiciona en su abdomen esculpido, pasa las suyas por debajo de la camisa que cargo y me agarra de la cintura con fuerza —no quiero que vuelvas a mencionar esa parte —pega su frente con la mía.

—al menos dame una razón del por qué —juego con su nariz y dejo un beso en la comisura de sus labios.

—No entenderías, creo que me tacharias de loco al igual que los demás —escucho su sonrisa y abro los ojos para ver lo lindo que se debe ver.

Sus largas pestañas descansan sobre sus párpados inferiores, sus labios están super rojos de los besos que nos hemos dado, sus dientes blancos relucen perfectamente aunque este entre oscuro y claro por la madrugada, sus mejillas tienen un leve color rojizo y su nariz alberga ciertas pecas casi invisibles de lejos.

—Eres perfecto —digo de la nada y me deja ver esos ojos rojos que me han hipnotizado totalmente.

—¿qué has dicho? —cuestiona.

Bajo la mirada al suelo donde veo mi dignidad y doy un largo suspiro conteniendo mi nerviosismo —he dicho—muerdo mis labios —que eres perfecto.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Chica Dhall ©