Bartolomé seguía desbordando alegría cuando volvió a casa desde el hospital y no podía ocultar su alegría. Era lo más gratificante ver que el estado de su padre había mejorado drásticamente después de que le administraran la Fenixia.
Lo que le complacía aún más era que la relación con sus hermanos había dado un giro a mejor, cuando Samuel le ofreció a Penélope el puesto de directora general en el Grupo Mega.
Significaba su aceptación en el núcleo central del poder de la dinastía familiar y le daba el reconocimiento que siempre había anhelado. La serie de buenas noticias le dio un buen motivo para que Leila preparara unos cuantos platillos para poder hacer una pequeña celebración con su familia.
Por si fuera poco, sacó una botella de su vino añejo para tomar una copa con Nataniel.
—Tengo que agradecerte todo lo que has hecho por nosotros, Nataniel. —Bartolomé agradeció con una sonrisa de oreja a oreja—. Ante todo, es tu píldora la que salvó a mi padre, lo que le ha dado a Penélope la oportunidad de incorporarse al Grupo Mega como directora general: te lo debo a ti, Nataniel, tomemos una copa.
—Claro, Bartolomé. Brindemos. —Nataniel pudo sentir la gran alegría que emitía Bartolomé.
Leila también estaba totalmente encantada:
—Bartolomé tiene razón. Es Nataniel quien nos ha devuelto el orgullo y la dignidad.
—Te debemos un gran favor, Nataniel —asintió Penélope en señal de reconocimiento.
—Vamos, ¿a qué vienen todas estas formalidades? —Leila miró a su hija con reproche—: ¿No se supone que un marido y una mujer se ayudan mutuamente?
Penélope se esforzó por ocultar su rubor, que había hecho que sus mejillas se volvieran tan sonrosadas como dos cerezas pequeñas. Su corazón se llenó de timidez y se quedó sin palabras. Cuando echó una mirada a Nataniel, que estaba sentado a su lado, éste estaba muy sonriente, levantó los talones y le dio un golpecito en la pierna.
«Oye, ¿de qué te ríes? ¿Acaso acepté ser tu esposa?»
La cadena de buenas noticias les había levantado el ánimo, pero no estaban seguros de que Samuel fuera a cumplir su palabra. Sin embargo, no tuvieron que preocuparse por mucho tiempo, ya que Penélope recibió el aviso de traslado la mañana siguiente, en el que se le informaba de que sería la directora general del Grupo Mega.
Penélope se había especializado en ingeniería civil, mientras que la actividad principal de Grupo Mega era la promoción inmobiliaria y al trabajar ahí, la chica se sentiría realmente en su elemento.
Durante años, la habían ignorado, hasta el punto de despreciarla y ella estaba decidida a aprovechar la oportunidad para demostrar su capacidad y su talento. Quería que todos los miembros de la familia Sosa se sintieran orgullosos de ella y que no la vieran como la vergüenza de la familia.
Penélope había estado trabajando muy duro durante la semana siguiente, pasando largas horas en la oficina, e incluso cuando volvía a casa, continuaba con su trabajo hasta tarde.
Era más de medianoche cuando Penélope finalmente apiló sus archivos, se estiró y sonrió con satisfacción: «¡Por fin! La propuesta está hecha».
La puerta se abrió con un suave crujido; era Nataniel y mientras entraba Penélope vio el tazón de fideos calientes y humeantes en sus manos y se le alegró el corazón.
Había sido lo mismo durante las últimas noches, en las que Nataniel le había preparado la cena mientras ella trabajaba hasta tarde. Su atento gesto hizo que su corazón se llenara de alegría y gratitud.
—¡Huele delicioso! —Penélope olió profundamente y soltó una risita.
—Sé que te gustan los fideos. Agregué un huevo y verduras también. —Nataniel se acercó cariñosamente mientras colocaba el cuenco de fideos en su mesa—: Vamos a comer antes de que se enfríe la comida.
—Es hora de dar por terminada la noche —ordenó con un tono ligero y cariñoso—, date un baño cuando termines los fideos y vete a la cama. Ha sido una semana larga y dura. Te enfermarías antes de poder demostrar tu talento.
Sus órdenes hicieron que su corazón se alegrara de nuevo, ya que era tan reconfortante como su comida:
—Sabes que es la oportunidad que he estado esperando, durante tanto tiempo —le dijo mientras sorbía sus fideos—. Ahora que soy la directora general del Grupo Mega, tengo que dar lo mejor de mí en este trabajo. Lo tengo ya todo planeado, pues necesito mostrar algunos resultados mientras el abuelo aún se recupera en el hospital. Así podré darle una enorme sorpresa para cuando lo den de alta.
—Enhorabuena, señora Sosa, usted ha ganado la licitación del proyecto. —El Sr. Zúñiga le dedicó una amplia sonrisa mientras daba la bienvenida a Penélope al escenario.
Como si se tratara de un sueño, la chica no podía creer que hubiera ganado la licitación y se hubiera hecho con un proyecto tan grande como el Centro de Comercio de Oriente. Con el contrato firmado en sus manos, Penélope estaba embriagada por el inesperado triunfo del proyecto:
—Pellízcame, Nataniel. ¿Esto está ocurriendo de verdad o es solo un sueño? —le preguntó a Nataniel con una expresión poco convencida.
—Es verdad, Penélope. No estás soñando. —Nataniel le dedicó una sonrisa tranquilizadora de confianza—: Ahora es el momento de desplegar tus alas, el cielo es tu límite.
…
Samuel estaba jugando al golf cuando recibió una llamada de su hijo, Mario Sosa:
—¿Qué? ¿Penélope consiguió el proyecto del Centro de Comercio de Oriente? —dejó escapar un grito de sorpresa al escuchar la noticia—: ¿Estás absolutamente seguro?
—Es absolutamente cierto, papá. —Mario confirmó con su voz alborozada—: Penélope firmó el contrato en el acto. El proyecto está ahora oficialmente bajo nuestra compañía.
—¡Vaya! ¡Eso es algo grande! —Samuel se frotó las palmas de las manos con emoción. Su corazón casi estallaba en un revuelo de euforia—. Completar el proyecto podría dispararnos en las filas para codearnos con las élites más acaudaladas de Ciudad Fortalezas. Incluso podríamos ver multiplicada la fortuna de nuestra familia.
—Lo sé, papá. Pero fue Penélope la que cerró el proyecto, ¿se llevaría el mérito de todo si la dejamos seguir como directora general? —Mario percibió una probable preocupación en medio de su mar de alegría—. ¿Crees que eso haría que el abuelo le tomara cariño a ella y a su familia cuando se enterara de sus capacidades?
—¡Ajá! —La risa franca de Samuel se transformó en una oscura sonrisa—. La dejamos saborear el dulce éxito como directora general, es hora de quitárselo y echarla de la empresa.
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