La venganza de un grande romance Capítulo 29

Leo Huerta se burló y sacó su teléfono para llamar a su hermano Dante y pronto, éste último descolgó y su intimidante voz retumbó al otro lado de la línea:

—¿Terminaste? —Leo Huerta bajó la voz y dijo—: Todavía no, hermano.

Dante estaba molesto:

—¿Ni siquiera puedes resolver un asunto tan pequeño?

Leo miró a Nataniel Cruz antes de susurrar:

—Hermano, hay un tipo del Grupo Cruz que está golpeando a todo el mundo. Noqueó a treinta de mis hombres y le rompió la pierna a Aliento de perro delante de mí, a pesar de mis advertencias. Incluso quiere que vengas a arrodillarte ante él.

Dante se enfureció:

—¡Está buscando problemas! —Hacía años que nadie en Ciudad Fortaleza se atrevía a cruzarse con Dante, y mucho menos a pedirle que se arrodillara. Nataniel Cruz era la primera persona que se había atrevido a intentarlo.

Leo miró a la multitud desde Grupo Cruz y sonrió:

—¡Mi hermano va a ir personalmente a por ti, ya que tienes tantas ganas de morir!

Penélope Sosa y Bruno Hurtado, como lugareños, sabían exactamente cómo hacía las cosas el Dragón de los Nueve Tatuajes. Cuando se enteraron de que Dante iba a dar una paliza a Nataniel Cruz en persona, el miedo real apareció en sus rostros. Entonces Penélope Sosa le susurró a Nataniel Cruz:

—Dante es muy conocido en el Distrito Oeste y los mafiosos solo responden a sus órdenes. Si quiere que alguien desaparezca, se evaporará de la faz de la tierra. Si le enfadamos, seguro que estamos muertos.

Nataniel Cruz no se alteró:

Bruno Hurtado y su grupo de trabajadores de la construcción estaban cada vez más desesperados. Si no fuera por la barrera humana que les rodeaba, se habrían ido de inmediato, el único que estaba tranquilo era Nataniel Cruz. Leo lo miró fijamente:

—¿Por qué no te doblegas ante mí, antes de que llegue mi hermano? Tal vez te perdone la vida, solo tal vez, ja, ja.

Nataniel Cruz miró al ejército de mafiosos revoltosos que rodeaban a Leo, mientras se burlaba:

—¿Crees que puedes obligarme a inclinarme ante ti con estos inútiles?

Leo se rio:

—Bueno, mis inútiles pueden matarte un millón de veces hoy.

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