La venganza de un grande romance Capítulo 62

La primera impresión que uno tendría de Nataniel Cruz es de un hombre que impresiona. Y cuanto más tiempo pasara, uno aprendería a apreciar su aire masculino y su carisma.

Había muchas mujeres ricas, tanto solteras como casadas, quienes casi se desmayaban en cuanto vieron a Nataniel salir del auto e incluso le lanzaban besos.

Si no fuera por Tomás y sus guardaespaldas, varias mujeres ya hubieran empezado a conversar con él.

Una hermosa gerente, vestida con un vestido estilo Cheongsam, les dio la bienvenida con entusiasmo al llegar. Con una amplia sonrisa les dijo.

—Soy la gerente de este lugar, Maya Torreblanca. ¿Puedo ayudarlos en algo hoy?

Nataniel permaneció en silencio mientras Tomás le decía en voz baja.

—Está aquí por la pelea.

Maya los acompañó con una sonrisa.

—¡Por favor, adelante!

Los guio hacia el elevador y subió con ellos.

Esto era debido a que el Centro de Boxeo Hierro estaba ubicado bajo tierra.

Era tan largo como un campo de futbol, con el centro decorado con un octágono el cual fungía como arena de boxeo. Cuatro enormes pantallas LED colgaban del techo, las cuales transmitían la pelea a la audiencia que se encontrase sentada hasta las últimas filas.

Había más de cien personas presentes cuando llegaron. Los hombres vestían de traje y las mujeres llevaban vestido. Esto era en efecto, la alta sociedad.

Todos estaban discutiendo a que boxeador le apostarían.

Maya Torreblanca llevó a Nataniel y compañía a un cuarto VIP, el cual tenía una pared de vidrio, de hecho, esta era un espejo de una sola dirección. Nadie fuera de ese cuarto podría saber lo que sucedía dentro de este, mientras que los que se encontraran dentro podrían ver lo que sucedía en el exterior, incluyendo la pelea.

Ya que la habitación era pequeña, los guardaespaldas de Tomás esperaban afuera. Maya le dio instrucciones al personal de inmediato para que les sirvieran té y aperitivos. Mientras que ponía una sonrisa en su rostro.

—Señor, creo que no lo había visto antes, ¿es la primera vez que nos visita?

—En efecto. ¿Por qué no me explicas las reglas? —preguntó Nataniel sonriéndole.

Nataniel dijo, alzando sus cejas:

—Entonces, ¿puedo hacer que hagas cualquier cosa?

—Sí. —Maya se le acercó una vez más y quería sentarse en su regazo. Hizo un puchero con sus labios y preguntó con voz seductora—. ¿Qué quiere que haga señor?

Antes de que pudiera sentarse en su regazo, Nataniel apuntó a una esquina del cuarto y le dijo.

—Muy bien, entonces, ve hacia allá y haz doscientas flexiones para mí.

Tanto la sonrisa como su cuerpo se congelaron debido a la incredulidad. Ella sabía que Nataniel era alguien extraordinario, al ver que había llegado en un Rolls Royce. Ella estaba dispuesta a hacer todo por él, incluyendo usar su propio cuerpo para complacerlo.

¡Sin embargo, no esperaba que le pidiera que hiciera flexiones!

En ese momento, sintió como si la estuviera humillando. Se mordió su labio y preguntó.

—Señor, ¿está hablando en serio?

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