La verdad de nuestra historia romance Capítulo 111

Roxana se apresuró a volver a la casa después de haberlo pensado mejor. Los niños ya habían comido y Magalí estaba viendo un canal sobre ciencias con ellos. Los tres se levantaron y corrieron hacia la mujer cuando entró. Los niños se dieron cuenta de que su madre no estaba de buen humor, entonces casa uno se abrazó a una pierna de ella y la miraron preocupados.

—Mami, ¿sucedió algo? Te ves muy cansada.

Ella se enterneció cuando escuchó lo preocupados que estaban, así que se esforzó por esbozar una sonrisa.

—No ocurre nada, solo tengo unos asuntos complicados en el trabajo.

Tras saber lo difícil que era el trabajo de su madre, los muchachos no le hicieron más preguntas y la consolaron:

—Mami, ¡sin dudas puedes encargarte de todo porque eres la mejor!

Roxana asintió y miró la hora, luego les indicó que subieran a dormir; se fueron a su habitación sin problemas y dejaron a su madre y a Magalí en la sala de estar. Esta se pudo dar cuenta de que su mejor amiga no se sentía bien en el momento en que entró a la casa, así que le preguntó:

—¿Qué sucedió? No me mientas, me doy cuenta de que estabas mintiendo hace un momento.

Roxana vaciló durante unos segundos antes de contarle sobre lo que había ocurrido ese día. Cuando se enteró de que Luciano era tan cruel como para desquitarse con los niños, se enfureció mucho.

—¿Qué clase de hombre es? ¿Cómo le puede hacer eso a los niños? No dejaré que esto les suceda a mis ahijados, ¡lo regañaré!

Furiosa, estaba a punto de salir de la casa, pero Roxana enseguida la detuvo; luego se sentaron en el sofá y esta se rio entre dientes.

—No te preocupes, ya fui a hablar con él. En el camino de regreso, lo pensé mejor. ¿Sabes qué? Es una buena oportunidad de cortar relación con él; ya no tengo que preocuparme de que me robe a los niños.

No obstante, Magalí no podía dejarlo pasar y dijo:

—Bautista, te interesa la informática, ¿cierto? ¿Qué tal si te inscribo en clases de informática? Andrés, ¿quieres ir a clases de gestión financiera o prefieren algo más?

Los niños al final se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo y miraron a su madre confundidos.

—¿Mami, por qué ya no vamos a ir al jardín? Ni siquiera nos despedimos de Estela. Si no nos ve, seguro comenzará a llorar.

Roxana sintió que su corazón se estremecía al recordar eso. Luciano había llevado a la niña personalmente y se llevó muy bien con sus dos hijos; todos pasaron un buen momento. Además, había estado preocupada de que Luciano percibiera que algo no iba bien; sin duda no esperaba que algo así sucediera unos días después. Al pensar en eso, Roxana dejó de lado esos pensamientos y dijo:

—Hablaré con ella por ustedes, así que ¿por qué no van a prepararse? Tengo que pasar por la escuela para que hagan todos los trámites necesarios.

Los niños aún no sabían lo que estaba ocurriendo, pero al parecer su madre ya había tomado la decisión, así que solo asintieron. En cuanto su madre se marchó, los dos corrieron hacia la casa de al lado y tocaron la puerta. Magalí abrió y los vio de pie en la entrada. Cuando pensó en lo que su amiga había dicho la noche anterior, no pudo evitar sentirse culpable y le daba pena al mismo tiempo. No pudo resistir mucho tiempo el interrogatorio de los niños y les contó todo. Cuando se enteraron de que su padre los había expulsado del jardín de infantes, las expresiones de Andrés y Bautista se ensombrecieron al instante y sus miradas reflejaron decepción.

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