La verdad de nuestra historia romance Capítulo 116

Todo estaba oscuro en el momento en que entraron. Roxana sujetó las manos de sus hijos con fuerza mientras que Magalí iba adelante. Andrés y Bautista se rieron en silencio, ya que nunca se imaginaron que su madre les tendría miedo a los fantasmas. «Es probable que se olvide del asunto que la ha estado molestando, ¿no?». Con ese plan en mente, decidieron no decirle que les dolía la mano por la fuerza que hacía al sostenérselas.

Mientras más caminaban, Roxana más se asustaba. Desde chica, había tenido miedo en ese tipo de situaciones y, si bien sabía que los fantasmas no eran reales, con la música y las lucen que ambientaban el lugar, no podía evitar sentirse atemorizada. En especial, cuando no sabía cuándo los personajes aparecerían.

Las tres personas que caminaban delante de ella dijeron que iban a consolarla, pero parecía que no le hablaban de forma deliberada, por lo que se asustaba cada vez más. Deseaba poder darse vuelta e irse; sin embargo, mientras pensaba en lo que Andrés había dicho antes, Roxana se animó y continuó caminando hacia adelante porque quería ser el modelo de sus hijos.

Justo mientras comenzaba a inquietarse, vio un par de piernas rígidas delante de ella. La mujer quedó paralizada al verlas, pero levantó la mirada de forma inconsciente y, bajo las tenues luces, vio un rostro pálido con la lengua afuera delante de ella.

—¡Ay! —Al verla, Roxana sintió terror.

Ni siquiera pudo emitir sonido por la conmoción y ya era demasiado tarde para cuando Andrés y Bautista se dieron cuenta de que a su madre le sucedía algo. La mujer les soltó la mano y corrió en la dirección por donde había entrado. «Es demasiado escalofriante. ¡Quiero irme!».

—¡Mami! —Los niños se sorprendieron con su reacción.

No obstante, enseguida la persiguieron una vez que recobraron los sentidos.

Magalí se dio vuelta y vio a los fantasmas colgantes que habían aparecido hacía un momento; no podía evitar sentirse exasperada al verlos, ya que los personajes habían aparecido en el momento justo. No estaba allí cuando ella y los niños pasaron, pero habían aparecido justo frente a Roxana.

Roxana corrió por la casa embrujada por un largo rato, pero seguía sin poder encontrar la salida.

—Por favor, no me asusten, por favor —murmuraba mientras corría, ya que no podía evitar la desesperación.

De repente, en la oscuridad, chocó con el pecho firme de alguien. La mujer tenía el cuerpo tenso y gritó un momento después; tenía la mente en blanco.

No podían visualizar a ninguno de los cuatro para cuando Luciano y su asistente entraron a la casa embrujada. Resultó que habían entrado por diferentes puertas. Los dos pasaron mucho tiempo buscándolos, pero fue en vano. Justo cuando Luciano comenzaba a sentirse frustrado, alguien cayó en sus brazos. Estaba por empujar a la persona cuando escuchó el grito, hizo una pausa de forma instantánea y comenzó a abrazar a la persona.

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