En breve, los cuatro llegaron a Parque Universo.
Si bien Andrés y Bautista querían hacer que su madre se sintiera mejor, también querían divertirse desde antes de que llegaran y ya habían ideado un plan.
Justo después de que entraron, los dos tomaron a Roxana de la mano, diciéndole que querían ir a Parque Jurásico a ver los dinosaurios. Ella aceptó y los llevó al parque; los niños estaban muy absortos con lo que veían.
Una vez que se fueron de Parque Jurásico, fueron directo a la atracción de aventura de ET para un viaje al espacio en bicicleta con el alienígena ET.
Roxana ya estaba un poco cansada después de las dos atracciones, pero Andrés y Bautista todavía tenían energía y fueron a otras más después de esa.
Cada vez que iban a una, insistían en que les sacara fotos, así que la madre hacía lo que ellos querían y, de esa forma, al distraerse con sus travesuras, se olvidaba de todas las emociones negativas de los últimos días.
Después de la discusión de Jacobo, Luciano todavía creía que era mejor si llamaban a Roxana lo más pronto posible, así que lo hizo, pero ella nunca contestó la llamada y a él se le ensombreció la expresión. Después de pasar tiempo con Roxana, casi se había olvidado de lo cruel que ella podía ser, ya que no solo no escuchó su explicación, sino que había bloqueado su número de teléfono; era como si estuviera intentando mostrar lo determinante que podía ser.
—¿Qué sucedió? —Jacobo se puso nervioso cuando vio la expresión del hombre.
Por Estela, no podían darse el lujo de perder tiempo, ya que mientras más esperaran, más empeoraría su condición. Luciano siguió la mirada de Jacobo y le echó un vistazo a la habitación de la niña.
—Por favor, quédate aquí y cuida a Estela. Iré a buscarla —dijo en voz baja y una vez que terminó de hablar, se dirigió hacia la casa de Roxana con Camilo.
La persona que les abrió la puerta era la niñera de antes y, al ver que eran ellos, los saludó con una sonrisa.
—¿Está aquí para ver a la señorita Jerez? No está ahora. ¿Quiere entrar y esperarla?
El rostro de Luciano ensombreció por lo que dijo.
—¿A dónde fue?
Luciano le preguntó el paradero y enseguida se dirigió hacia allí. Como era un día de semana, no había muchas personas visitando el lugar, así que enseguida vieron a las cuatro personas afuera de la casa embrujada. Parecía que estaban paralizados; en realidad, para ser exactos, Roxana estaba quieta junto a Andrés y Bautista. Los niños la tomaban del brazo y ella estaba inmóvil.
—¡Mami! Ven con nosotros; te protegeremos —se quejó Bautista mientras la sujetaba del brazo.
Se notaba el temor en la expresión de Roxana.
—¿Cómo vas a ser nuestro modelo si eres tan asustadiza, mami? —comentó Andrés.
Después de un momento, al final cedió.
—Bueno… los acompañaré.
Después de hablar, la arrastraron a la casa embrujada y, al mismo tiempo, Luciano los siguió de cerca.
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