Roxana sintió tranquilidad ante la respuesta de la niña y, a pesar de tener los ojos enrojecidos, sonrió. Al verlas a las dos, hasta Luciano se sintió conmovido y tuvo que respirar profundamente antes de pronunciar:
—Cenemos.
Fue entonces cuando Roxana soltó a la niña y parpadeó para reprimir las lágrimas.
—Sí, comamos —dijo con una sonrisa.
Luego, recordando el desorden en la cocina, se levantó y se dirigió hacia allí para limpiar.
—Le pedí a Catalina que venga. Ella cuidará de todos ustedes durante los próximos dos días, así que siéntense y coman —dijo Luciano al darse cuenta de lo que Roxana estaba por hacer.
La mujer se detuvo en seco antes de girarse para agradecerle.
—Gracias.
Por Estela no actuaría como si fuera una extraña para Luciano, así que no iba a rechazar su oferta. Luciano asintió y Roxana se volvió hacia los niños.
—Vamos, también deben tener hambre. Coman mientras la sopa aún está caliente.
Era cierto que los chicos estaban hambrientos así que, al oír sus palabras, saltaron del sofá y caminaron hacia la mesa del comedor en fila.
Roxana estaba apretujada entre ellos. Por lo general, ella intentaba cuidar de ellos llevándoles la comida; sin embargo, recordó su lesión justo después de levantar la mano. Por lo tanto, no tuvo más remedio que utilizar la mano izquierda, pero sus movimientos eran bastante torpes. En cuanto Andrés y Bautista vieron la lentitud de los movimientos de su madre, le dijeron:
—Mami, no hace falta que nos cuides. Deja que seamos nosotros quienes cuidemos de ti. —Luego de decir eso, ambos se levantaron para tomar la comida que le gustaba a Roxana.
Roxana los miró con ternura mientras observaba a los sensatos pequeños trabajar.
—Señorita Jerez, todavía está lesionada, así que salga a hacerles compañía a los niños.
Roxana no tuvo más remedio que aceptar así que se dirigió a la sala de estar para buscar a los niños. Justo cuando entró a la habitación, vio a Estela y a Luciano de pie junto a la puerta. El hombre ya se había puesto la chaqueta y parecía estar listo para irse, lo que hizo que Roxana se quedara desconcertada.
—Papá se va. Quédate con la señorita Jerez y los niños. Pórtate bien y no molestes a la señorita Jerez. Catalina se ocupará de ti durante los próximos días —le dijo Luciano a Estela en un tono amable.
Estela movió la cabeza obedientemente ya que, aunque se resistía a que su padre se marchara, le gustaba bastante vivir en casa de Roxana. Cuando Luciano vio que Roxana se acercaba, se enderezó y la miró.
—Surgió algo en mi empresa, así que tengo que irme. Ela recién se recupera y su estado todavía es un poco inestable así que estaba pensando en que se quedara con ustedes dos días más. Catalina estará aquí para cuidarla. Si esto le molesta, puede pedirle a Catalina que la lleve cuando termine de limpiar la mesa.
Por un momento, Roxana se quedó paralizada antes de acariciar la cabeza de la niña.
—No hay ningún problema. Puede quedarse aquí.
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