La verdad de nuestra historia romance Capítulo 139

Las intenciones de Sonia eran claras; ella esperaba que Luciano se casara con Abril. Durante los últimos seis años, le había insistido muchas veces en ello.

—Sé lo que estoy haciendo. No es necesario que te entrometas —dijo Luciano con una ceja levantada.

—¿Estás seguro? ¿En verdad quieres cancelar la boda? —contestó molesta; antes de que Luciano le respondiera, se le desfiguró el rostro y le dijo seria—: Sin importar lo que ocurra, fuiste tú quien aceptó el compromiso con la familia Pedrosa. No puedes decepcionarla después de lo mucho que ha esperado esto. Te prohíbo que te retractes, ¡así que no vuelvas a hablar de este tema delante de mí!

La mujer miró seria a su hijo y luego observó la puerta principal de la mansión; parecía que podía ver a través de ella, donde estaba Roxana. Recobró los sentidos y se marchó.

Tras ver desaparecer a su madre, Luciano suprimió sus emociones y regresó a la mansión. Roxana abrazaba a Estela, pero la niña no lloraba; parecía que la situación no la había afectado. En el momento en que lo vio entrar, salió corriendo para abrazarle la pierna. Cuando ella lo miró fijo, él pudo ver que tenía los ojos y la nariz enrojecidos; le acarició la cabeza para reconfortarla y luego miró a Roxana.

—Lamento que mi madre le haya causado problemas. No esperaba que viniera aquí de forma inesperada.

—No hay problema —asintió con calma tras recuperar la compostura—. No me sorprende en lo más mínimo su actitud. Después de todo, me fui de la familia Fariña en muy malos términos; además, ella nunca aprobó nuestro matrimonio y el tiempo ha demostrado que estaba en lo cierto al hacerlo.

Lo que acababa de decir Sonia le indicó a Roxana que Estela no podía quedarse con ella por mucho más tiempo. Justo cuando Luciano estaba a punto de responderle, la niña le soltó la pierna y corrió hacia la mujer para agarrarle el vestido; ambos se sorprendieron al ver esa reacción. Al escuchar por segunda vez esa mañana que iba a alejarse de Roxana, a Estela se le volvieron a llenar los ojos de lágrimas. Miró a Luciano como si le estuviera suplicando y parecía que continuaría llorando si él decidía llevársela, pero la realidad era que Luciano no quería hacerlo.

—Por favor, continúa cuidándola, ya que aún no se ha recuperado. Cuando le resulte conveniente, puede ordenarle a Catalina que la lleve a casa.

Roxana asintió cuando vio el aspecto lamentable de Estela, aunque dudaba un poco. Al ver asentir a la mujer, la expresión de tristeza de la niña desapareció y sonrió emocionada.

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