Jonatan volvió a mirar a Roxana cuando escuchó a Hilda mencionar el matrimonio de Luciano y Abril. En ese momento, la médica había bajado un poco la mirada y apenas sonreía; por lo tanto, desconocía lo que pasaba por su mente. Durante todo el tiempo, Frida fijó su atención en Roxana y por supuesto notó un ligero cambio en su expresión cuando Hilda mencionó el matrimonio, así que se sintió muy emocionada al notar eso.
—¡Sin duda, Luciano y Abril son una pareja perfecta, aunque todavía no estén casados! Sin embargo, apuesto a que todo el mundo los considera desde hace tiempo como una familia —comentó.
Cuando señaló eso, le lanzó una mirada arrogante a Roxana. Como Sonia también lo había planeado, sonrió y dijo:
—Desde luego, lo hemos estado retrasando durante demasiado tiempo. Últimamente, ambas familias han planeado acelerar el compromiso; seguro que pronto lo conversaremos.
Frida quiso echar más leña al fuego, pero Luciano dijo de repente:
—Gran señor Quevedo, ya que es su banquete de cumpleaños, quizás no deberíamos hablar de mis asuntos.
Al oír eso, el anciano se quedó atónito por un momento antes de mirar a Luciano y Abril. «Estos dos deben estar avergonzados». Entonces asintió con una sonrisa y cambió de tema.
Después de eso, los demás no se atrevieron a mencionar más el asunto. Justo en ese momento, Roxana se calmó y respiró aliviada. Sin embargo, comenzaba a sentirse incómoda cuando los temas que siguieron no tenían nada que ver con ella y se sintió molesta después de escuchar la conversación durante un rato más. Por lo tanto, quería encontrar un lugar para esconderse y relajarse así que, en medio de la conversación, pronunció en voz baja:
—Gran señor Quevedo, estoy agotada. Si eso es todo, me gustaría descansar un poco.
Al oír eso, Alfredo se dio vuelta hacia ella preocupado.
Teniendo en cuenta el estatus de la familia Fariña en la sociedad, era seguro suponer que las figuras prominentes del banquete de cumpleaños se acercarían a Luciano para saludarlo, en lugar de al revés. Por lo tanto, debía esperar a que los demás tomaran la iniciativa y lo saludaran. No obstante, Luciano frunció el ceño y se esforzó por encontrar una excusa. Sonia le leyó la mente y supo que estaba ansioso por buscar a Roxana así que, disgustada, lo tomó del brazo y le sonrió.
—Hay unas cuantas personas mayores por allí que están colaborando con nuestra familia. Lógicamente, ya que estás aquí, deberías ir a saludarlos.
Él siguió su línea de visión y vio a varias personas que sí eran conocidos de la familia Fariña y, tras vacilar un poco, accedió a su petición. Entonces, Sonia le lanzó una mirada a Abril y cuando ella vio eso pronunció:
—Como yo también los conozco, ¡estaba pensando en saludarlos! —Tras decir eso, lo siguió por detrás sonriendo.
Luciano, por su parte, frunció el entrecejo. Sin una razón para alejarla, no tuvo otra opción más que dejar que lo siguiera. Para la gente, parecían una pareja perfecta.
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