La verdad de nuestra historia romance Capítulo 173

—Lo siento. Tuve que atender un asunto en la noche, por eso no pude ir a buscarlos. ¿Han comido? —preguntó preocupada mientras los soltaba.

—¡Sí, lo hicimos! —asintieron los tres de manera obediente—. Hemos jugado durante mucho tiempo.

Al escucharlos, se sintió aliviada y se puso de pie.

—Muéstrenme a qué estaban jugando.

Bautista corrió hacia la sala de estar con entusiasmo.

—Usamos los Legos que nos regaló el señor Fariña. ¡Es muy divertido!

Por otro lado, Andrés y Estela se quedaron al lado de Roxana. Ella caminaba con ellos tomados de la mano; tenía uno a cada lado mientras observaba a Bautista sonreír.

Era evidente que el juego que Luciano les había regalado cumplía sus expectativas en cuanto a diseño y a nivel de dificultad; en verdad les encantaba. En tan solo una noche, los tres niños ya habían hecho una base; sin embargo, por más que Roxana lo analizara, esas piezas de Lego le parecían adecuadas para los niños, pero no para una niña.

—Ela, ¿te gusta jugar con esto? —preguntó mientras la observaba preocupada.

A la pequeña se le iluminaron los ojos y asintió emocionada. «Siempre y cuando pueda jugar con Andrés y Bautista, me conformo con jugar a lo que sea».

Ante la respuesta de Estela, Roxana se sintió aliviada. Después de mirar la hora, jugó con ellos por un instante, ya que aún era temprano.

Los dos niños estaban acostumbrados a jugar a eso con su madre, así que cada uno empezó a construir sus modelos muy concentrados; Roxana también eligió uno y comenzó a armarlo. Mientras buscaba una pieza, sintió que alguien le tiraba la camisa dos veces; se volteó confundida y vio a Estela mirándola con pena e impotencia. La niña sostenía un cuadro con las instrucciones de construcción mientras señalaba una de las piezas en él; era evidente que no podía encontrarla.

La mujer sonrió con ternura; justo cuando estaba a punto de ayudar a Estela a buscar la pieza, recordó cómo ella solía hablar. Roxana sabía muy bien que la niña solo pronunciaba, de manera ocasional, una o dos palabras cuando se emocionaba.

—Ela, ¿qué ocurre? —preguntaron cuando comprendieron lo que intentaba hacer su madre.

Los tres la miraron expectantes; Estela sintió su emoción, así que se esforzó por hablar hasta que se le sonrojó el rostro, pero, aun así, no dijo ni una palabra. Al cabo de un instante, empezó a sentir pánico, se molestó y se le enrojecieron los ojos. Roxana la había estado observando durante todo ese tiempo y, al ver cómo reaccionó, se apresuró a acariciarle las mejillas y se disculpó.

—Lo siento, Ela; me he precipitado. Tomémoslo con calma. Shhh... No llores, ya no llores.

Mientras tanto, Andrés y Bautista encontraron la pieza de Lego que Estela quería y extendieron las manos para mostrársela; estaban emocionados.

—¡Ela, mira! ¿Esto es lo que querías? La encontramos para ti.

Ella suspiró, la tomó y volvió a sonreír.

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