La verdad de nuestra historia romance Capítulo 198

Por el contrario, los empleados del lugar creían en la noticia y no dejaban de comentar entre ellos sobre Abril.

—Antes, se rumoreaba que el señor Fariña estaba demorando la boda porque no estaba dispuesto a casarse con la señorita Pedrosa. Sin embargo, y para sorpresa de todos, es una persona muy atenta en privado.

—¡El señor Fariña es tan apuesto y atento! ¡Yo también quiero un novio así!

Del mismo modo, muchos comentarios similares se hicieron oír uno tras otro.

Al oír todo eso, a Abril se le contorsionó la expresión más de una vez y se clavó las uñas en las palmas de las manos antes de conseguir reprimir la furia que sentía.

—No hablen de temas irrelevantes en horas de trabajo. ¡Dedíquense a trabajar con seriedad!

Después de decir eso, miró con furia a los empleados que susurraban entre ellos y giró sobre sus talones mientras se alejaba sin mirar atrás. La verdad era que no podía soportar quedarse allí; mientras más hablaban del asunto, mayor era su ira.

Tras salir de la oficina, condujo a toda prisa hacia su casa. En la residencia Pedrosa, Gina y Santiago estaban sentados en la sala de estar y se quedaron perplejos cuando, de repente, vieron a su hija entrar de mal humor.

—¿Qué ocurre, Abril? ¿Quién te ofendió en la oficina que…?

Santiago pensó que se debía al trabajo y se disponía a darle un consejo a su hija cuanto esta lo interrumpió con brusquedad:

—Trabajo esto… trabajo aquello… ¡Solo hablas de trabajo! Si tienes tantas ganas de que a la compañía le vaya bien, ¿no deberías estar entusiasmado porque forme parte de la familia Fariña? Y si es así, ¿por qué no tienes idea de los movimientos de Luciano?

Al oír el comentario, Gina y Santiago sintieron que se les venía el mundo abajo.

Además de Roxana, no podía pensar en nadie más.

—¡Por supuesto que fue esa p*rra! —respondió Abril con los dientes apretados tras oír su nombre.

«No importa que me haya avergonzado durante el banquete aquel día, pero mi matrimonio inminente con Luciano ya es de conocimiento público, ¡y ella sigue aferrándose a él de forma descarada! Por fortuna, las fotos que tomaron los medios de comunicación están borrosas, y no pueden decir que no era yo. De lo contrario, ¡volvería a ser el hazmerreír!». Al pensar en eso, se le enrojeció el rostro de ira y cerró las manos, que tenía a los lados del cuerpo, en puños mientras se clavaba las uñas en las palmas.

Aunque Gina ya albergaba esa suposición, se le ensombreció la expresión tras recibir la confirmación de su hija. La mujer pensaba que el matrimonio entre las dos familias sería algo garantizado después de que se filtrara la noticia de la boda inminente entre Luciano y Abril; nunca imaginó que aún pudieran surgir problemas. «¡No sabía que Luciano y esa mujer fueran tan cercanos!».

—No entres en pánico. Ya que todo el mundo dice que fuiste tú, nos limitaremos a fingir ignorancia —ordenó Gina mientras levantaba la mirada tras un largo momento.

Por supuesto, Abril no tomaría la iniciativa de humillarse, así que accedió con una expresión de desprecio.

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