La verdad de nuestra historia romance Capítulo 202

Al ver que ya casi terminaba la jornada en el jardín de infantes, Luciano acomodó sus pensamientos y condujo al lugar. Basado en el hábito de Estela, pensó que podría cruzarse a Roxana en el jardín. Cuando llegó, se dio cuenta de que no era tan tarde; sin embargo, la joven había ido antes que él, por lo que ya se había llevado a Andrés y a Bautista. Estela tenía la costumbre de esperar que su padre fuera a recogerla junto a Andrés y Bautista, no obstante, en aquel momento, estaba sola, sosteniendo con timidez la mano de Pilar.

—Hola, señor Fariña. —Como Pilar estaba al tanto de la situación de Estela, era muy precavida al tratar con ella.

Al ver que Luciano por fin había llegado, suspiró aliviada para sí misma. El hombre asintió y tomó la mano de Estela. Después de que se subieron al auto, la niña aún estaba desanimada.

—¿Por qué estabas sola hoy? —le preguntó su padre con el ceño fruncido.

Estela sabía lo que en verdad quería preguntar, por lo que bajó la mirada y un dejo de agravio reverberó en su voz cuando dijo:

—La señorita Jerez vino a recoger a Andrés y a Bautista.

Al escucharla, la mirada de Luciano se tornó algo sombría. Él era consciente de que, a pesar de que Roxana quería distanciarse de él, ella tenía cierta debilidad por Estela. De igual manera, cuando la niña la vio, no habría manera de que la dejara ir con tanta facilidad. Puesto que la situación era bastante particular ese día, el único motivo para que aquello ocurriera era que Roxana hubiera visto la noticia. «¿Así que me está evitando por eso?». Al pensarlo, Luciano sintió una inexplicable sensación de disgusto en su interior.

Durante el viaje, el ambiente en el auto era deprimente. Cuando llegaron a casa, vieron que había alguien sentado en la sala de estar, por lo que él no pudo evitar fruncir el ceño.

—Madre, ¿qué haces aquí?

Después de que Sonia se marchara de la cafetería por la tarde, en un principio, quiso ir a buscar a Luciano para conversar con él en la oficina, sin embargo, después de pensarlo un poco, decidió no interrumpirlo en el trabajo y se dirigió a la mansión para esperar que regresara. Esperó toda la tarde, sorprendida de que tuviera esa actitud en el instante que entró a la casa. Sonia, que al principio estaba algo descontenta, se molestó aún más.

En cuanto terminó de hablar, vio que Luciano levantó la vista y la miraba a los ojos con desprecio. Sonia sintió que un aura opresiva la envolvía, lo que provocó que reprimiera el enfado.

—¿Acaso tu me diste una explicación de por qué salió a la luz la noticia de mi casamiento con Abril? Además, ni siquiera pediste mi opinión —refutó Luciano con un dejo de burla.

Él siempre supo que su madre quería que estuviera con Abril; sin embargo, jamás se habría imaginado que recurriría a medios tan severos. Después de que salió la noticia, Luciano supo que no podía permanecer más en silencio. Sonia sintió un nudo en la garganta y su expresión cambió.

—Ya han pasado tantos años desde tu acuerdo prenupcial con Abril. Tarde o temprano ustedes dos van a estar juntos; solo lo anuncio por ti con anticipación. Además, la humillaste en el cumpleaños del gran señor Quevedo y deberíamos compensarla por ello —respondió obstinada, a pesar de que se sentía bastante culpable.

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