La verdad de nuestra historia romance Capítulo 201

Conrado notó que Roxana revisaba Twitter durante varios minutos y le preguntó, curioso:

—¿Hay algún tema de interés que valga la pena seguir?

Al escucharlo, Roxana ordenó sus pensamientos y le sonrió con indiferencia.

—No mucho. Solo estoy leyendo algunos rumores.

Basada en su relación con Luciano, las noticias sobre él solo se podían considerar como eso, rumores.

—¿De qué se trata el rumor? ¿Le sucedió algo a una celebridad? —le preguntó Conrado, puesto que quería entablar una conversación casual con ella.

Roxana no esperaba que él indagara más, por lo que se quedó atónita un instante y le respondió vagamente:

—No es una celebridad. Olvidé sus nombres y solo hice clic por casualidad. —Cuando terminó de hablar, cambió de tema y no esperó a que él respondiera—. El último proyecto es bastante exigente, ¿verdad? Ya estoy cansada.

El hombre arqueó las cejas con sutileza y le siguió la corriente con el cambio de tema. Roxana salió de trabajar temprano ese día y, como Conrado la llevó, llegó al jardín de infantes justo cuando terminaron la jornada; Andrés y Bautista salieron corriendo por la puerta. Ella los encontró de inmediato entre la multitud de niños y se acercó a buscarlos. Estela estiró el cuello por sobre el resto de las cabezas y la miró con pena, cuando la mujer la vio, sintió una punzada de culpa en el pecho. No obstante, cuando recordó la noticia que acababa de ver, no le quedaron dudas de que no quería volver a enfrentarse a Luciano, así que se volvió más distante y apenas se inclinó para tocarle la cabeza a la niña.

—Ela, ¿puedes esperar a tu padre con la señorita García? Tengo asuntos que atender, así que debo regresar deprisa.

Cuando terminó de hablar, no se atrevió a volver a mirar a Estela a los ojos. Se levantó deprisa como si estuviera huyendo y se llevó a Andrés y a Bautista al auto de Conrado. Los niños aún tenían una buena impresión del hombre, por lo que lo saludaron con amabilidad cuando se subieron al vehículo.

—¿Señor Fariña?

Luciano apartó la mirada del teléfono y se lo devolvió con indiferencia.

—No es necesario. Solo déjalo.

Si hacía una aclaración, sin duda, arrastraría a Roxana al caos. En el último tiempo, ella había querido cortar todo vínculo con él, por lo tanto, no querría estar envuelta en un escándalo como ese. Al oírlo, Camilo vaciló por un instante antes de aceptar la decisión de su jefe. Al ver que Luciano no le dio más órdenes después de pasado un tiempo, se retiró en silencio de la oficina.

Cuando Luciano escuchó que la puerta de se cerraba de a poco, dejó de trabajar, se levantó y se dirigió al ventanal. Para ese entonces, Roxana también debía haber visto las noticias, pero no sabía cómo reaccionaría.

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