Luciano guardó su trabajo de inmediato.
—¿Quién es? —preguntó preocupado.
Las imágenes de Roxana saliendo con un extraño la noche anterior comenzaron a pasar ante sus ojos.
—Su nombre es Conrado y está a cargo del Instituto de Investigación de Realidad Virtual. Anteriormente, el señor Fariña acudió a él para recibir tratamiento médico. —Camilo percibió el repentino cambio en el ambiente y se volvió más cuidadoso con sus palabras—: Además, también descubrí que Conrado sigue soltero; no obstante, según parece, la señorita Jerez no está relacionada con él. La otra posibilidad es que se conocieron cuando estudiaron medicina en la misma universidad.
Al darse cuenta de esa posibilidad, la expresión de Luciano se suavizó.
—Además de esto, ¿lograste averiguar algo más?
Parecía que Camilo se encontraba en un dilema.
—Hasta aquí llegué con la investigación. Con respecto a la señorita Jerez, solo sabemos que hace poco regresó al país. En cuanto a lo que hizo y dónde estuvo en el extranjero, no hemos sido capaces de encontrar nada hasta el momento.
Luciano frunció el ceño, descontento por la respuesta; sin embargo, dado que sabía que sería inútil indagar más, decidió cambiar el tema de conversación.
—¿Cómo está el gran señor Quevedo?
Camilo estaba a punto de disculparse por su incompetencia, pero suspiró aliviado cuando Luciano comenzó a preguntarle sobre el gran señor Quevedo.
—El panorama no es muy alentador. Ellos les consultaron a todos los doctores conocidos dentro y fuera del país, pero no han podido hacer nada.
Luciano asintió con la cabeza.
—Es demasiado bajo —la interrumpió la otra persona—. Tenemos que aumentar, al menos, tres puntos decimales, de lo contrario, no hay lugar para negociaciones.
Roxana cortó de inmediato tras escuchar una demanda tan audaz. Por su parte, la expresión de Conrado tampoco se veía agradable.
—Lo siento mucho, doctor Galarza. Alguien más ya reservó todos nuestros suministros, por lo que no tenemos nada por el momento.
Era evidente que la respuesta era una excusa que indicaba la falta de disposición de la otra persona para colaborar.
—Está bien. Entiendo —respondió Conrado y finalizó la llamada.
Después de un día entero de llamadas, no tuvieron buenas noticias hasta la tarde siguiente. A pesar de que los proveedores respondieron de manera diferente, algunos con amabilidad y otros con impaciencia, llegaron a la conclusión de que ninguno de ellos estaba dispuesto a colaborar. Lo que fue aún peor, uno de los proveedores le aclaró a Roxana que nunca colaboraría con el Instituto de Investigación de Realidad Virtual; no obstante, no reveló los motivos. Era evidente que alguien los había saboteado, por lo tanto, la culpable solo podía ser Abril.
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