La verdad de nuestra historia romance Capítulo 32

Jonatan estaba algo conmovido por la determinación de Roxana, pero aun así se dio vuelta para ver lo que pensaba Luciano, quien solo la miraba de forma distante y en silencio. Al verlo, Jonatan le asintió a Roxana.

—Entonces, la acompañaré a ver a mi abuelo. Por favor, sígame.

En secreto, soltó un suspiro de alivio e hizo el mayor esfuerzo por ignorar la mirada de Luciano; pasó a su lado mientras seguía a Jonatan.

Frida todavía estaba preocupada de ver a su hermano llevar a una joven médica, así que también los siguió. Los tres enseguida subieron las escaleras.

Cuando Estela vio que Roxana se iba, le tocó el cuello a su padre para indicarle que siguiera a la mujer. Luciano apartó la mirada de la escalera y miró a la niña en brazos. Frunció los labios antes de también subir las escaleras.

A Roxana casi le dio un ataque cuando lo vio aparecer de forma repentina cuando llegaban a la habitación de Alfredo.

—Hemos llegado —anunció Jonatan.

Roxana enseguida se obligó a tranquilizarse y lo siguió a la habitación. Después de entrar, percibió un fuerte olor a medicamentos. Le echó un vistazo a la habitación y vio una cama enorme en el medio. De pie al lado de la cama había algunas personas con atuendos blancos, quienes al parecer eran el equipo de médicos especialmente preparado para Alfredo y era probable que la habitación estuviera preparada para tratar al anciano. Tal como decían los rumores, a la familia Quevedo le importaba mucho la condición de su abuelo.

Se sentó a su lado en la cama sosteniéndole la muñeca y bajó la mirada mientras se enfocaba por completo en el pulso. Mientras más observaba, más se sorprendía. Había creído que la condición era lo suficientemente severa como había descripto Conrado, pero resultó que era incluso peor. Durante el diagnóstico, notó que la respiración de Alfredo era tan débil que cualquier aliento podía ser el último.

Después de un momento, Roxana le soltó la mano al anciano con una expresión pesarosa y se acercó a Jonatan.

—¿Cuál es el diagnóstico, doctora Jerez? ¿Cuál es la condición de mi abuelo? ¿Puede tratarlo? —Jonatan evidenciaba esperanza en su mirada.

—¿Por qué no han enviado al gran señor Quevedo al hospital aun cuando su condición es crítica? ¿Por qué lo mantienen dentro de la casa cuando está al borde de la muerte? —preguntó Roxana, frunciendo el ceño.

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