La verdad de nuestra historia romance Capítulo 33

La expresión de los hermanos Quevedo enseguida cambió.

—¿De qué está hablando? —Frida la miró con furia—. ¿Puede tratarlo o no? Si no puede hacerlo, ¡entonces dígalo! ¡No maldiga a mi abuelo de esa forma!

Roxana la miró de forma poco amistosa.

—Ya estoy hablando de forma moderada. Después de la demora y de no recibir tratamiento a tiempo, su abuelo tiene fallas en varios órganos y su sistema inmune se está deteriorando con rapidez. Por lo general, casos como los de él requieren que se cuide a tiempo y de forma saludable, pero al equipo médico que contrataron no le importa el estado de salud del paciente y solo le han estado ingiriendo drogas. Esto no es tratar su condición, ¡es matarlo más rápido!

El líder del equipo médico estaba bastante descontento con la acusación.

—Si no entiende la situación, entonces no suelte críticas disparatadas, señorita. El estado del gran señor Quevedo es bastante grave y, si no le hubiéramos dado medicamentos en ese momento, entonces no habría sobrevivido. Por favor, no cuestione nuestro profesionalismo. Además, la señorita Pedrosa nos contrató. ¿Por qué lo lastimaríamos? —justificó su accionar ante Roxana tras acercarse a ellos.

Roxana enseguida captó el nombre de su empleadora. «¿Señorita Pedrosa? ¿Se refiere a Abril? No puedo creer que ella contrató a este equipo médico. ¿A dónde encontró a estos bufones? No solo son pésimos, sino también arrogantes y confiados. Ja, ¿cree que tendré miedo porque ella es quien los contrató?».

—¿Profesionalismo? Perdón por ser franca, pero no puedo ver ni una pizca de profesionalismo en este equipo. Si tuvieran algo de ello, la condición del paciente no habría empeorado de esta forma —le replicó con una expresión cada vez menos amistosa.

El médico quedó sin palabras. Cuando pensaba en lo enfermo que lucía Alfredo en aquel momento, frunció el ceño con fuerza; no podía decir nada.

—Me disculpo de parte de mi hermana, pero, ahora mismo, no me importa el tratamiento que recibió en el pasado, solo quiero saber si está capacitada para tratar la condición de mi abuelo. Si es así, entonces apresúrese. Como dijo, el estado es grave, así que no podemos demorarnos más —dijo con sinceridad después de regañar a su hermana.

—Sí, ¿acaso no es tan buena? Atienda a nuestro abuelo de inmediato entonces. Quiero ver qué tan competente es —soltó Frida de forma sarcástica.

Roxana ignoró el intento de provocación y regresó hacia la cama.

—Lo trataré ahora. Por favor, ayúdenme a quitarle la ropa al gran señor Quevedo.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La verdad de nuestra historia