Roxana se quedó un poco atónita y se volvió hacia Luciano con una expresión de preocupación. Ella no había sido honesta con él sobre el incidente cuando Estela se perdió. «Dudo que pueda ocultárselo».
—Quizás es porque la encontré cuando se perdió —explicó vacilante.
Jonatan no sabía que eso había sucedido y miró a Estela y a Roxana.
—Supongo que estaban destinadas a encontrarse.
«¿Destinadas?». Roxana pensó en la identidad de la niña y frunció los labios con autodesprecio.
—Supongo —respondió la mujer.
Jonatan no notó nada extraño en ella, así que se puso de pie y sugirió:
—Dado que mi abuelo aún necesita una hora, deberíamos esperar abajo y beber un poco de agua. Gracias por su ayuda, doctora Jerez.
Roxana se sintió aliviada en su interior cuando el hombre cambió de tema y se apresuró a aceptar su sugerencia.
—¿Cuándo regresarás, mami?
Ella se sorprendió, se apresuró a apagar el altavoz y las voces de los niños desaparecieron en un instante; a pesar de eso, pudo sentir que le latía el corazón con fuerza. Miró a Luciano de reojo preocupada e inconscientemente; temía que supiera de la existencia de los niños. El rostro del hombre estaba bastante sombrío y tenía una mirada tajante. «Escuché las voces del teléfono; era la voz de un niño que le dijo “mami”. ¿Acaso volvió a casarse?». La ira invadió tanto su mente como su corazón al darse cuenta de ello. Apretó los dientes y se obligó a tranquilizarse; esa era la única forma en la que podía resistir el impulso de inmovilizarla contra la pared y cuestionarla. Por su parte, Jonatan no detectó nada malo entre ellos dos y sonrió.
—¿Está casada, doctora Jerez? —Roxana tenía la mente hecha un caos, así que asintió con la cabeza y Jonatan sonrió—. No me hubiera imaginado que ya tenía hijos.
—Lo siento. Discúlpenme mientras atiendo la llamada —se disculpó y salió de la habitación sin mirar a Luciano.
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