La verdad de nuestra historia romance Capítulo 37

Sin nadie que la molestara, Roxana trabajó sin problemas. Después de un momento, Alfredo tenía en el pecho una docena de agujas de plata. Durante todo el procedimiento, centró su atención en tratarlo con calma y de forma firme. De hecho, estaba tan concentrada que no se dio cuenta de que Luciano la miró todo el tiempo.

Cuando estuvieron abajo, él ya había leído sus credenciales, las cuales eran perfectas. Eso fue suficiente para que él se imaginara lo interesante que había sido su vida durante los últimos seis años, pero era la primera vez que veía esa faceta de ella. Cuando hacía su trabajo, estaba tan concentrada que no mostró vacilación en sus movimientos. Era algo que Luciano nunca había visto a Roxana hacer y sintió una sensación indescriptible cuando la vio.

A un costado, Jonatan había estado observando cómo le colocaba las agujas a su abuelo y la expresión de ella mientras lo hacía. Después de que Alfredo tuviera insertadas una docena de agujas, con alegría, se dio cuenta de que tal vez podía salvarlo. Como todos los demás, había pensado que era ridículo cuando le insertó la primera aguja, pero cuando se acordó de la expresión mientras lo hacía, de alguna forma sintió que podía confiar en ella, por lo que había insistido en que se quedara. Mientras más la observaba poner las agujas con habilidad y firmeza, más seguro estaba de que era capaz de tratar a su abuelo. También se dio cuenta de que los lugares a donde le había colocado las agujas eran puntos de acupuntura muy peligrosos, por lo que, si cometía el más mínimo error, no solo sus esfuerzos serían en vano, sino que Alfredo podría morir, pero creía que Roxana no arriesgaría la vida del hombre a menos que estuviera segura.

«Parece que su investigación sobre acupuntura y puntos de acupuntura sin dudas ha alcanzado el nivel de maestro». Mientras pensaba en ello, Jonatan sintió alegría y la respetó con total honestidad. «Si bien luce más joven que yo, está más capacitada. En efecto, no se debería juzgar a alguien por las apariencias».

La habitación se mantuvo en silencio durante veinte minutos antes de que Roxana le colocara la última aguja. Su expresión se relajó mientras levantaba la frente sudada.

—Bueno, eso será suficiente. Estará mucho mejor después de que se las quite dentro de una hora. —Miró a los dos hombres al costado de la cama.

Jonatan suspiró con alivio y de a poco se acercó a Alfredo.

Luciano miró en silencio cómo Estela caminaba con entusiasmo y sus ojos ensombrecieron. Era la primera vez que tomaba la iniciativa para acercarse a alguien. «Pero… supongo que es natural, si tenemos en cuenta su relación».

Jonatan no lo sabía, así que estaba sorprendido.

—Parece que le cae bien a Ela, doctora Jerez. Es la primera vez que la veo dispuesta a acercarse a otra persona.

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