La verdad de nuestra historia romance Capítulo 72

Aunque Andrés no era tan hábil como Bautista en términos de tecnología, entendía lo que estaba pasando. «Grupo Pedrosa no pudo avanzar en toda la mañana y de repente logran descifrar el virus que Bautista codificó. De seguro su oponente es un experto y no alguien de Grupo Pedrosa. Toda la mañana debió ser suficiente para que buscaran ayuda de alguien más».

—Podría ser... alguien de Grupo Fariña. —Esa fue la única respuesta posible que se le ocurrió a Andrés.

«El equipo técnico de Grupo Fariña es muy conocido por ser excelente en su trabajo. Además, si esa mujer es de verdad la madre de Ela, no hay razón para que Grupo Pedrosa no obtenga ayuda de Grupo Fariña».

Al oír eso, Bautista se enfureció así que frunció el ceño y apretó los labios ya que, aunque sabía que esa mujer era la madre de Estela, también era la mujer que intimidaba a su madre. No podía creer que Luciano hubiera ayudado a Abril. «No puede ser. Debo darles una lección». Ante este pensamiento, volvió a tomar el portátil; irradiaba seriedad mientras deslizaba los dedos por el teclado.

Al mismo tiempo, los empleados del Departamento Técnico de Grupo Pedrosa se ubicaron junto a la estación de trabajo de su supervisor y observaron el trabajo del genio de Grupo Fariña. Lo único que veían eran las series de códigos que aparecían constantemente en la pantalla y los dibujos de las pantallas de las computadoras no tardaron en desaparecer uno a uno.

—¿Lo lograron?

Abril se levantó emocionada y en el momento en que quiso darle las gracias a su salvador, este la miró enfurecido. Tras lo cual, Abril se sintió muy angustiada.

—Al parecer, sí. Pero... —La persona frunció el ceño y observó un código que aparecía de repente en la pantalla, el cual era más sencillo que el virus anterior.

En la pantalla apareció una fila de palabras que decían: «¿Es usted de Grupo Fariña?».

«El jáquer está hablando conmigo». El empleado dudó un momento antes de responder: «Sí».

Una serie de códigos apareció de nuevo en la pantalla. Escribió: «¿Cómo te atreves a ayudar a esa mujer malvada? ¡Estoy enojado!».

Inmediatamente después, la conversación en la pantalla desapareció y fue reemplazada por un ataque mucho más complicado que el del virus de hacía un momento.

Luciano asintió y se dirigió a la sala de conferencias con Camilo siguiéndolo de cerca. Cuando iban de camino, el asistente se dio cuenta de que Luciano sacaba de vez en cuando su teléfono para echar un vistazo. En realidad, Luciano rara vez llevaba su teléfono durante las reuniones y en esa ocasión estuvo mirándolo de reojo todo el tiempo. Eso dejó perplejo a Camilo, pero contuvo su curiosidad hasta que terminó la reunión.

—Señor Fariña, ¿tiene algo importante que hacer hoy? —preguntó con cautela.

En cuanto terminó la frase, vio que Luciano fruncía el ceño y parecía bastante molesto.

—No —respondió con indiferencia y luego sacó su teléfono para volver a mirar la pantalla.

Tan pronto vio que aún no tenía ninguna llamada, lo guardó disgustado. «He ordenado en el jardín de infantes que expulsen a los dos niños. Esa mujer debería haberse enterado de la noticia hoy mismo, pero ¿por qué no hace nada?».

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