La verdad de nuestra historia romance Capítulo 75

Estela pestañeó y lloró con menos intensidad, pero como todavía no le creía, frunció los labios. Ella misma había escuchado a Luciano hablar con la maestra y los dos niños habían faltado al jardín ese día. «¿Cómo puede ser una coincidencia?».

Luciano percibió sus dudas, lo que hizo que sintiera mucha más impotencia.

—No hay necesidad de que te mienta. No fueron a la escuela porque no se sentían bien, los verás mañana.

Estela continuó frunciendo los labios con preocupación; la sospecha se reflejaba en su expresión. Luciano no sabía qué hacer.

—¿Cómo puedo hacer para que me creas?

Nunca se imaginó que Andrés y Bautista fueran tan importantes para su hija, tanto que no le creía lo que decía. Estela vaciló por un momento y dejó que Catalina la soltara. Luego, eligió un cuaderno pequeño de todo el desorden y escribió algo mientras lloraba; el garabato que escribió decía: «Confirmación».

Quería que los niños le dijeran que no los habían echado y que seguiría viéndolos en el jardín de infantes. Luciano entendió a lo que se refería. Quería ir a la casa de Roxana y confirmarlo con los chicos; solo de pensar en ello le daba dolor la cabeza.

Como vio que Luciano no le respondía, Estela hizo una mueca con la boca y tomó el cuaderno que tenía en las manos con más fuerza. Lucía como si estuviera a punto de echarse a llorar de nuevo.

Cuando Luciano vio la forma penosa en la que había llorado hacía un momento, dejó de fruncir el ceño con gesto de impotencia y dijo:

—Bueno, te llevaré a verlos.

Luciano notó el cambio en el comportamiento de la hija, pero no sabía cómo responder a la pregunta de Roxana. «¿Qué se supone que debo decir? ¿Mi hija está enojada porque le dije a la maestra que expulse a tus hijos? ¿Y ahora insiste en confirmar el motivo de su ausencia?». No le parecía necesario volver a hablar del tema, ya que había desestimado la idea.

En ese momento, el ambiente en la puerta era bastante incómodo. Roxana les echó un vistazo, ya que parecía que no tenían intenciones de hablar. Como estaba desconcertada, agachó la cabeza para mirar a los ojos a Estela.

—Ela, ¿sucede algo? Ya es bastante tarde.

Con una mueca, Estela asintió y le soltó la mano a Luciano, quien no tuvo opción más que dejarla ir. Un momento después, le cayó una lágrima por la mejilla y se acercó a Roxana, extendiendo el brazo porque quería que la abrazara.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La verdad de nuestra historia