Linda chica, no huyas romance Capítulo 1

En el hospital, una mujer joven de rasgos exquisitos estaba sentada sin expresión alguna, pero sus ojos encantadores estaban llenos de alma. Poseía un cierto talante melancólico que no concordaba con su aspecto juvenil. La unidad de cuidados intensivos situada frente a su asiento estaba tan inerte como ella, salvo por los pitidos del monitor cardíaco que, entre largos intervalos, se intercalaban con las entradas y salidas de aire de los pulmones de su padre, inducidas de manera artificial.

A una edad en que debería estar despreocupada, lo único que podía ofrecer al mundo era su cansancio. Las palabras de su madrastra reverberaban dentro de su cabeza:

«Sólo ayudarás a tener un hijo, Leonor. Con ese pago de cuatro millones, podríamos pagar la cirugía de tu padre. Estoy segura de que no podrías soportar ver morir a tu papá, ¿verdad?».

Dos semanas antes, su padre tuvo un accidente de tránsito. En este momento, yacía en coma dentro de la sala de emergencias, y existía la posibilidad de que nunca recobrara el conocimiento. Con todos los proyectos de su empresa suspendidos por tiempo indefinido, las reservas de la casa estaban casi agotadas. Se suponía que su madrastra, Sonia, había buscado mucho hasta conseguir relacionarla con un adinerado benefactor. Siempre que ella, Leonor Sandoval, aceptara dar un hijo a aquel hombre, su familia podría salvarse.

La joven se había mostrado dispuesta con anterioridad, ya que había asumido que su papel en esto era el de ser una madre de alquiler. Un día después de que ella pusiera la pluma sobre el papel, unos hombres vestidos de etiqueta la ingresaron para someterla a una extensa serie de pruebas. Después de eso, se ocuparon de todas sus necesidades dietéticas y esenciales.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que esos hombres la estaban preparando para el embarazo. Para ello, debía acostarse con el mismísimo cliente. Y pensar que no se le había informado de la naturaleza de este insidioso acuerdo en ningún momento.

Su madrastra reprendió a la joven cuando acabó por

hartarse de sus vacilaciones:

-No olvides que estás obligada a cumplir con esto, Leonor. La penalización por incumplir los términos del contrato asciende a miles de millones ¡Con nuestra empresa familiar ya endeudada hasta el cuello, no puedo permitirme el lujo de que este acuerdo fracase! ¡No lo permitiré!

Mientras Leonor permanecía sentada en el sofá, desganada, escuchó los nítidos pasos de unos zapatos de cuero al otro extremo del pasillo. En ese momento, se acercó un hombre con unas gafas de montura dorada. Su rostro permaneció impasible incluso cuando se detuvo ante ellas.

—¿Han tomado una decisión?

—Bueno... Yo...

Sonia tenía la lengua trabada. Era como si le hubieran quitado la alfombra debajo de los pies. La mujer mayor dio un pisotón en señal de respuesta.

-¿Crees que disfruto de esto? ¿No ves que todo esto es por el bien de tu padre?

«¿Crees que somos capaces de hacer algo sin dinero? Además, tu padre siempre te ha dado lo mejor de todo. Entonces, seguro que hacer una pequeña concesión a cambio en este momento no es mucho pedir.

La madrastra se quedó paralizada ante la mirada asesina de la niña y se sintió tan culpable que guardó silencio.

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