Linda chica, no huyas romance Capítulo 2

A las diez en punto, un sedán negro surcó la oscura carretera para llevar a Leonor a la mansión en la ladera de la montaña, como se había prometido.

El tranquilo ambiente que rodeaba la casa sólo servía para acentuar la extravagancia de sus interiores. A su llegada, la joven fue conducida sin demora a una habitación. Los sirvientes la atendieron mientras la invitaban a remojarse en el agua de baño que le habían preparado. Luego la ayudaron a ponerse un camisón antes de llevarla a la cama. Ni una sola arruga se distinguía en las sábanas mientras Leonor permanecía en la oscuridad con la única compañía de su propia respiración y el rítmico palpitar de su pecho.

Clic.

Su corazón se detuvo al oír la puerta. Cerró los párpados con fuerza. Temía lo que iba a ocurrir a continuación. No tenía la menor idea de cuántos años tenía el hombre, ni de su aspecto, ni de si estaba casado. Ni siquiera estaba segura de si era potente. Al fin y al cabo, era una preocupación un tanto razonable; de lo contrario, ¿por qué iba a necesitar que ella le diera un hijo?.

A medida que pasaba el tiempo, los pasos de él no hacían más que aumentar su angustia a medida que se acercaban. A continuación, sintió que el calor de las sábanas se retiraba. En su lugar se deslizó una mano ansiosa que se abrió paso y le heló la piel hasta los huesos.

—¡Ah! —Leonor gritó con fuerza.

En ese mismo momento, sintió que su cuerpo era asaltado por un par de ojos depravados que amenazaban con violar su propio ser. El aura incontenible de un aristócrata natural llenó el aire y descendió sobre ella.

-¿Tienes miedo?

La voz de su futuro compañero era ronca y profunda. Intentó contener los latidos desbocados de su corazón mientras sus propios pensamientos se desbocaban y la dejaban sin aliento. El ímpetu por conseguir los cuatro millones que su padre necesitaba con desesperación hizo que los labios de Leonor enunciaran temblorosos: -Tengo... un poco de miedo, pero....puedo hacerlo.

Cuando estas palabras salieron de sus labios, otra parte de ella quiso apuñalar su propia lengua.

Para alguien que ni siquiera había tenido una cita, era difícil hacerse a la idea de que estaba a punto de mantener relaciones carnales y concebir hijos con alguien a quien ni siquiera había conocido.

-Podemos dejar la luz encendida. Tal vez eso ayude.

El hombre parecía bastante complaciente mientras buscaba a tientas entre las sombras el interruptor de la pared, pero fue detenido.

-No... no lo hagas.

Era casi como si ella estuviera suplicando que anulara al menos uno de sus sentidos, ya que no tenía fuerzas para afrontar la totalidad de los acontecimientos que se iban a desarrollar. El hombre hizo una pausa antes de retirar su

mano.

«Estoy segura de que no podrías soportar ver morir a tu padre, ¿verdad?».

-No... no me iré...

Ella era incapaz de hacerlo. Al decir eso, le agarró la mano con fuerza mientras todo su ser temblaba de manera involuntaria. Cuando él se tranquilizó, su tono se volvió más frío.

-¿Debo mostrarte cómo?

Leonor se mordió el labio mientras negaba con la cabeza. Entonces, él retomó el camino desde donde lo había dejado. Despacio, sus dedos recorrieron su torso mientras los de ella se tensaban alrededor de las sábanas.

-Señor... Es mi primera vez. Así que... ¿podría ser gentil conmigo? —imploró la joven con reticencia.

Eso provocó una risa del hombre. Ahora que había olido el miedo de su presa, pretendía aplastar su voluntad. La cara de la chica se puso roja hasta las orejas. Nunca antes sus venas habían experimentado tal vergüenza. Tal vez, su destino era convertirse en mujer este día.

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