Los Hijos del Jeque romance Capítulo 50

Esam

Correr detrás de Nathalia me dio mucha rabia, era algo degradante.

Mi seguridad privada Enzo, hijo del tío Alex y la tía Ana.

Fue entrenado por su padre que se ocupa de nuestra seguridad y el socio de mi padre en la empresa de seguridad y la tía Julia que, la tía Ana Julia que se hizo cargo del embarazo de mamá desde que fue secuestrada por el tipo que mantuvo en cautiverio a la tía Camille, la madre de Cam. .

Así que éramos muy buenos amigos.

Enzo era muy serio como su padre y llevaba año y medio conmigo, y hoy fue una de las pocas veces que lo vi reír.

Cuando la alcancé, la sostuve y la tiré sobre mis hombros nuevamente, sus piernas eran cortas, pero la mujer corría mucho y me costó un poco de trabajo alcanzarla.

La llevé al avión mientras ella gritaba y pateaba por no querer ir conmigo a Nueva York.

- Déjame ir Esam - me palmeó la espalda.

- Nathalia, eres mi esposa, tienes que estar donde estoy yo, entiéndelo.

- Estás loco soy libre y voy donde quiero, suéltame – me golpea más – Y no quiero ir contigo, lo entiendes.

- Nathalia siéntate ahí y quédate quieta – la puse en el asiento del avión – Enzo estate atento no la dejes salir, hablaré con el piloto ya que no tuve tiempo antes, por la fuga, ay – y la señalo, que está sentada con cara de pocos amigos, despeinada y colorada.

Voy a la cabina y le digo al piloto que estamos retrasados ​​y que debemos llegar a Nueva York lo antes posible porque tengo una reunión importante.

Cuando regresé parecía más tranquila y me senté en la silla frente a ella y tomé mi computadora portátil y comencé a trabajar, muchos papeles para revisar de la compañía petrolera y la compañía de seguridad.

El trabajo se había acumulado desde los días que había pasado con ella en el yate.

Durmió la mayor parte del tiempo del viaje y la observé en unos momentos, podría haberla llevado a la habitación pero terminé dejándola allí donde podía observarla cada respiración, y les confieso que tenía mucho miedo. de ella huyendo de mí o no dejándome querer más, estoy dispuesto a encerrarla en mi apartamento si quiere irse.

Después de unas horas de viaje por fin llegamos a New York y ella ya estaba durmiendo, la llevé a mi apartamento y la dejé durmiendo y le pedí a Enzo que la vigilara y me avisara si despertaba o intentaba irse .

Lo cual estaba bastante seguro de que sucedería.

Después de ducharme y arreglarme fui a SEXO.

- El tipo no quiere hablar, lleva cuatro días aquí y no habla – me informa mia.

- ¿Existe el plan B?

- Confirmó - Odio usar esta técnica, pero no podemos enfadarnos con los mexicanos, mierda.

- Ya sabes lo que hay que hacer, REY.

- Voy a resolver algunos problemas aquí e iré allá para que podamos hacer jaque mate al tipo.

Llevo un rato firmando unos papeles que tenía que entregar de urgencia, suena mi teléfono y veo en la pantalla que es Enzo.

- Jefe, se despertó y se duchó y quiere ir a SEXO - Escucho su voz gritando.

- Sabes que este no es lugar para ella, así que fuera de discusión.

- Ella es inflexible, Esam.

- Estoy resolviendo unos problemas y me voy a casa.

Y seguí con mi trabajo allí, y cuando miré el reloj había pasado una hora y media.

Miré las cámaras para ver cómo estaba la casa, como siempre hacía.

Y veo a una mujer con un vestido rojo caminando por el columpio con su antifaz negro y me intriga, su cabello negro largo y lacio atado en una cola de caballo, se balancea lo menos posible cuando camina, si Nathalia no estuviera en casa yo Podría apostar mi vida a que ella era la que estaba allí, pero eso sería imposible.

Miro a la mujer en los espejos de mi sala de estar y si no estuviera con mi esposa, probablemente hoy iría al columpio y me divertiría un poco.

Ella camina junto a la gente, parece curiosa por lo que ve, una pareja se divierte en el pole dance viendo bailar a una de las chicas del club y la mujer de rojo observa, luego va a la jaula de cristal, sus ojos están vidriosos allí.

- Esam – Mia entra a mi habitación – Te estamos esperando, para solucionar ese asunto.

- Me voy - Agarro mi máscara y termino yendo con Mia a solucionar nuestro problema.

natalia

La audacia de Esam pensando que me pertenece es tan grande y me está enfadando mucho.

Su posesión de mí es ridícula.

Después de llevarme a hombros y subirme al avión sin poder tener mi libertad de ir y venir fue algo que no puedo perdonar.

Despertar en un lugar que no conocía, en una habitación que tenía tonos negros, con un aire masculino y la frialdad de un hombre como Esam.

Una foto de nosotros cuatro estaba en la mesa de noche, recuerdo bien el día que me la tomaron, Esam, Nadia y Emhre estaban en el lugar una de las pocas veces que Esam vino a jugar con nosotros, así que la tía Helena y mamá se llevaron varias fotos de nosotros, me trajeron un buen recuerdo de nuestra infancia.

Necesitaba una ducha, así que fui al baño que, a diferencia del dormitorio, era todo blanco, y me duché.

- El vestido rojo, por supuesto.

Fui a mirar el vestido y sería con él que conocería el SEXO, salté de alegría, siempre escuchaba hablar del SEXO, una amiga mía de Francia lo había conocido y decía que era el mejor club en el que había estado .

-Necesito un zapato – así que decidí ponerme la sandalia que traía puesta, no hacía juego con el vestido, pero quién se iba a dar cuenta – necesito ver cómo voy a salir de aquí.

Fui a la puerta para ver quién estaba haciendo mi guardia.

Enzo estaba parado allí como un perro guardián.

- Hola Enzo, ¿estás ahí?

- No intentes nada lindo eh Nathalia, no hagas reír a mi trabajo.

- ¿Crees que te haría eso?

- ¿Quieres la respuesta?

- Voy a tomar una ducha y esperar a que vuelva Esam - no dijo nada, solo asintió.

Fui a la recámara y me vestí, el vestido rojo me quedó perfecto, ya tenía un plan en la cabeza, espero que todo salga bien.

Ahora solo para correr, tomé las sandalias y la máscara que me pondría cuando estuviera fuera del apartamento.

Dejé la puerta de la habitación de Esam cerrada y fui a la primera habitación que estaba al lado de la sala, entonces grité y Enzo no vino.

- Mierda, no vas a venir.

Volví a gritar a todo pulmón, y escuché que la puerta de la sala se abría, esta vez funcionó, así que fue a la puerta del dormitorio y me preguntó si estaba bien, hice un gemido de dolor y entró en la habitación. habitación, tuve poco tiempo y corrí hacia la puerta de la sala que, por suerte para mí, estaba abierta.

Logré llegar al ascensor, pero por suerte tenía que tener una contraseña o huella digital para bajar.

- Mierda, mierda – escuchaba la voz de Enzo cada vez más cerca – Contraseña Esam, de verdad.

Intenté con el cumpleaños de Helena, ¿no? Su cumpleaños, ¿mi cumpleaños tampoco?

Probé y los pasos de Enzo ya estaban en la puerta de la habitación.

¿Nuestro primer beso?

¿Lo será?

Enzo ya me estaba mirando, escribí rápidamente, luego la puerta se cerró y le sonreí a Enzo, que no pudo llegar a la puerta cuando se cerró.

- Hoy voy a conocer tu club, primito.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Los Hijos del Jeque