natalia
Mientras caminaba con miedo de lo que podría pasarme en los pasillos del club después de haber presenciado el crimen con el tipo de los zapatos negros que está detrás de mí en este momento.
Si digo que estoy emparentado con Esam, me alivia el listón.
Por cierto, Esam nunca estaría involucrado en este asunto del asesinato.
Será que él estaba ahí abajo, el club fue invadido.
Tantas cosas pasaban por mi cabeza que pienso demasiado.
Nos acercamos a la jaula de cristal, llegó detrás de mí, pegado a mi cuerpo y pude sentir su cuerpo junto al mío y la voz apagada del hombre susurró en mi oído.
- Necesito dejarte aquí por un minuto, y te quiero aquí - su mano pasó por mi cintura haciendo que mi cuerpo respondiera con un escalofrío - Si te vas, las cosas no serán buenas para ti.
Amaba a Esam con todo mi corazón, pero ese hombre me dejó con una pierna tambaleante.
Mucha gente me culparía por acostarme con Esam y estar enamorada de él habiendo tenido sentimientos por este extraño.
Cómo el cuerpo humano es un traidor.
Una mujer choca conmigo sacándome de mis pensamientos y cuando la miro veo sus ojos idénticos a los míos, nos miramos largo rato y nos miramos fijamente.
Hasta que se va y me deja ahí plantado como una estatua que ha visto a su gemelo.
Después de unos minutos, quería ir tras ella y averiguar de dónde era.
Sentí algo extraño cuando la vi, como si ya nos conociéramos, sabes cuando conoces a alguien y parece que esa persona ha sido vista por ti antes, pero en realidad nunca nos hemos visto.
Y entonces fui tras ella, no la podía ver, me subí a un sofá donde dos parejas están hablando, me miraron con curiosidad, pero no dijeron nada.
Y allí estaba ella, saliendo por una de las puertas con el diseño del león.
Bajé y fui allí chocando con algunas personas en el camino.
Como una huérfana que nunca supo de dónde vengo o de quién era hija, nunca me interesó saber quién me había abandonado, pero mirar a esta niña, no sé qué decir, se estremeció conmigo y me dio curiosidad.
Con mucho esfuerzo pasando entre la gente y parejas que había en el club, logré llegar a la puerta con el dibujo del león y la abrí, estaba ansiosa y acorralaría a la chica y averiguaría de dónde venía.
Pero cuando abrí la puerta y entré, golpeé algo fuerte que casi me hizo caer hacia atrás.
- ¿Ibas a algún lado?
- Y ahí estaba, el hombre de los zapatos italianos negros.
- Necesito ver a alguien que fue allí – y le señalé tratando de salir y mirar por donde había ido la chica.
- ¿A dónde crees que vas?
– me tomó del brazo y me fui tirando de mí hacia el ala oscilante – Creí haberte dicho que esperaras donde te había dejado.
- Mire aquí hombre, primero suélteme el brazo - y tiré de mi brazo que no estaba soltado,- No estoy en la sala de BDSM, así que me puede agarrar o arrestar, aquí solo hacemos lo que queremos y al momento no quiero quedarme
contigo.
- Su propuesta de diversión se vino abajo, dama de rojo.
- Sí, se cayó - dije con mi voz que también estaba amortiguada por la máscara.
- Pero ahora la dama de rojo viene conmigo a la jaula de cristal, tú querías diversión, te la daré.
El tipo me arrastró, no es que no me meciera, pero arrastrarme es demasiado, me liberé de él y corrí entre la multitud, logré llegar a la puerta y todo lo que pude ver fue el difuminar.
Me levantó como un saco de patatas y me tiró de espaldas, se dirigió directamente a la jaula de cristal, me metió dentro y la cerró.
- Eso va en contra de las reglas y ya sabes - dijo la mujer que se parecía a mí, ella estaba allí otra vez.
¿Qué estaba haciendo este loco?
Iba a hacer un show y se quitaría la ropa allí para que todos lo vieran.
Tenía miedo de que hiciera algo porque había visto el asesinato, quería saber sobre la mujer que ahora nos miraba afuera, quería hablar con ella y él quería montar un espectáculo.
Yo estaba lejos de él allí, fui al lado opuesto.
Entró y encendió una luz roja y cerré los ojos.
Y me miró.
Un sillón transparente y una chaise longue blanca.
Una alfombra blanca en el suelo.
Y dio la vuelta cerrando un candado dejándonos allí encerrados.
Los ojos del cazador se clavaron en mí.
Yo era la presa acorralada y él el cazador que estaba a punto de devorarme.
Su primer paso adelante.
Mi primer paso hacia atrás.
Y en su segundo paso, me encontré contra la pared de vidrio.
¿Dónde correría?
¿Qué me haría?
Mi espalda estaba contra el cristal, y él se estaba acercando.
- Buena niña.
Entró en mí mientras me retorcía de placer, permaneció inmóvil durante un rato hasta que me acostumbré a él, y luego comenzó a moverse de un lado a otro haciéndome gemir.
Los movimientos se intensificaron, y su cuerpo choco contra el mio haciendo ruido, mi vestido se desgarro y mis senos estaban afuera, levanto la parte de arriba con mi cuerpo estando los dos todavia arrodillados sobre la alfombra y dentro de mi y agarro los pezones de mi seno y pellizcó mientras se enterraba en mí.
Yo solo sabía gemir y sentir mi propio placer, el hombre sabía dar placer a una mujer, mi cuerpo tenía vida propia y sentía tantas sensaciones que no podía describir, temblando, partiéndome en mil piezas.
Estaba recostado en el sofá nuevamente y los movimientos se intensificaron, cada vez más fuerte su cuerpo chocaba contra el mío y más y más hasta que lo escuché rugir de placer.
"Mierda", dijo.
Me desató las manos, se puso de pie y yo me puse de pie.
Fue entonces cuando escuché aplausos y miré hacia arriba y me di cuenta de dónde estaba.
Tuve sexo con un extraño en una jaula de vidrio y mucha gente me miraba.
Puse mis manos sobre mi pecho, avergonzada de la situación.
Era una casa giratoria, pero no era mi intención estar con un extraño frente a tanta gente.
Regresó ya vestido y me levantó y me puso una bata sobre el cuerpo, yo solo quería salir de ahí.
Me llevaron a un pasillo que había dentro de la jaula y eso nos daba intimidad, estaba tan enojado, me tomó en sus brazos, estaba terrible, al punto de llorar y se dio cuenta.
Subimos en ascensor, por suerte yo llevaba mascarilla y nadie sabría quién era yo, solo quería salir de allí.
Llegamos a un pasillo y entró por una puerta toda negra con el diseño del león que estaba por todos lados, la habitación estaba llena de vidrios, muy lujosa y me sentó en el sofá.
- Nathalia que haces aqui?
- él me dijo.
- ¿Cómo sabes quién soy?
- Por la marca en tu espalda.
- ¿Cómo sabes lo de la marca en mi espalda?
- Se quitó la máscara revelándome su verdadera identidad - ¿Esam?
- Sí, soy yo, ¿y tú qué haces aquí?
Te dejé en casa, voy a matar a Enzo – bufó enojado – Sabía que esos ojos no eran raros, mierda.
- Tu asesino, mataste a un hombre ahí abajo lo vi todo - no pude contener las lágrimas - ¿En qué te has convertido Esam?
¿En un monstruo?
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