Nadia
Ramón estuvo muy enfermo toda la noche, el cuchillo podía estar oxidado o con algún tipo de veneno y al pasar a su torrente sanguíneo lo dejó con mucha fiebre y debilitado.
El hombre seguía en el sótano y les pedí que pusieran hombres para vigilarlo, podría ser el único testigo del asesinato de Hernandes Sanches.
Tenía cuatro días para ayudar a la hermana de Ramón.
Hice algunas observaciones en las fotos que tomé en la casa y en las fotos que estaban en el expediente, pediría una nueva pericia en la casa, tal vez nuevas personas podrían traer noticias y, por supuesto, seguiría todo de cerca.
El juez aceptó la nueva pericia, llegando incluso a decir que la escena del crimen pudo haber sido alterada y que no la aceptaría como prueba.
Fui a visitar a Rosália en la penitenciaría y le dije que su hermano estaba enfermo, pero preferí no decir nada de que íbamos a la casa.
Estaba muy angustiada.
Una señal de que le gustaba su hermano.
Hablé de lo que podría pasar en el juicio que la ayudaría y tal vez cambiaría la estrategia que los otros abogados habían estado planteando hasta ahora.
Fui a la casa y ya se habían hecho los exámenes forenses y le pedí al juez que la casa se pudiera volver a habitar ya que se habían hecho los últimos exámenes forenses y entonces fui para allá, estaba exhausto.
Mi enfoque era el hogar del hombre que todavía era desconocido para todos nosotros.
Encontré algunas cosas sobre él que podrían servir como evidencia y le pedí al banco de Rosalía que sacara un extracto con todas las transacciones en la cuenta durante los dos años.
Y exigí que me devolvieran a mi secretaria.
Y los hombres de Ramón me obedecieron.
- Hombre quiero verlo solo.
- Señora, él puede hacer algo por usted, puede ser peligroso - me advierte uno de los guardias.
- Yo también puedo ser peligroso - y le sonrió.
- Está bien, pero cualquier cosa llámanos o el jefe nos matará si te pasa algo.
- ¿Y por qué te mataría? - Tenía curiosidad.
- Porque le gustas al jefe, no me escucha - Yo solo reí y fui a donde estaba el prisionero.
Empecé la conversación con él de que en realidad no quería hablar conmigo, tenía que darle un poco de ayuda para que me respondiera, y finalmente me dijo.
Nada que un aceite caliente no te diga.
Derrite la piel, cuece y causa un dolor considerable.
Y sus piernas con el tiro que le habían pegado también sufrieron un poco, como soy buena chica le pedí al médico que le mirara los moretones.
Y obtuve lo que quería.
Fui a ver como estaba Ramón y seguía durmiendo y la fiebre había bajado pero seguía fluctuando, y el doctor estaba preocupado por algún veneno que podría haber en ese cuchillo, traté de sacarle eso al hombre también, pero dijo que no había puesto nada.
Me había convertido en un torturador sanguinario y lo peor que me gustaba.
Cam me dijo una vez que yo era su luz, pero ¿soy luz hoy?
Me encuentro cada vez más en la oscuridad y Ramón me lleva con él a un inframundo.
No quiero ser una persona oscura, me gusta quitarle niñas de las manos a esos cabrones cuando trabajo para la Cumbre.
Pero no quiero estar en el otro lado de la historia.
- Nadia, tu madre llamó varias veces – me mostró el teléfono – Tu padre llamó varias veces – se rió – Cam llamó...
- Varias veces.
- Y tus hermanos también.
- Trataré de hablar con mamá, para Cam dices que estoy estudiando el caso y apenas regrese del viaje le diré qué se puede hacer, si pregunta dónde estamos, dile que' Estás visitando a un cliente y si insiste, dile que no es de su incumbencia.
- Y tu madre querrá saber dónde estamos, ¿le dirás?
Sabes que ella termina por enterarse.
- Trataré de no decirlo, es un cliente que quiere privacidad.
- Si sospecha que estamos en medio de la mafia española y se asustará y mandará a su padre a buscarte enseguida - se rió.
- Seguramente.
Llamé a mi madre y ella tenía mucha curiosidad por saber dónde estaba, pero no le dije que al día siguiente sería el juicio de Rosalía y los últimos pasaron como un borrón en mi memoria, necesitaba hacer lo correcto y lo haría. .
Ramón seguía en las mismas condiciones lo que me puso muy triste.
Sé que me obligó a quedarme allí, pero él fue un caballero allí en Rusia conmigo y si era uno de mis hermanos arrestado, lo haría peor.
Al entrar a la sala del tribunal para defender a Rosália junto con Fernanda, fuimos amenazados con miradas por hombres que no estaban acostumbrados a ver mujeres en los tribunales, el juez ya me había dicho que allí las abogadas solo trabajaban en oficinas y no iban al jurado.
Finalmente, reinó el machismo.
Finalmente comenzamos el juicio, Ramón aún estaba inconsciente cuando se fue, bien podría ir a Shariff y dejarlos allí, pero le prometí que defendería a su hermana y para eso vine.
Se leyeron los cargos y se mostraron las pruebas, era un gran caso.
Y el jurado era popular.
Estaba abierta al público, pocas personas más la seguían.
Así que me dieron la palabra.
- Comienzo este juicio, acusando a mi cliente - Todos estaban eufóricos y el alboroto de cómo el abogado acusaba al cliente - La acuso de matar a su marido.
Con Rosalía en la cárcel y él con un poder firmado por ella, vivió con el dinero aquí afuera de la cárcel mientras ella estuvo presa.
Y le pregunto al señor Hernandes ¿por qué?
Incriminó a su esposa y la dejó prisionera durante dos años.
- Porque Rosalía me quería mucho y haría cualquier cosa por mí.
- ¿Pero Rosalía no sabía de tu plan?
- No si ella supiera y con ese amor enfermizo que me tenía se lo hubiera dicho a alguien, todo esto lo hice porque estaba endeudado tanto con la gente de la mafia como con el gobierno que quería bloquear mis bienes, todo se lo pasé a ella ya Ramón y estando ella presa y teniendo poder a su nombre nadie podía hacer nada.
Fingí mi muerte, todo estaba preparado, la golpearía y quedaría inconsciente y fingiríamos que me había matado, pero llegó Ramón y terminó interponiéndose en nuestro plan, me golpeó y me dejó inconsciente, así que mis compañeros entraron a la casa y los policías que fueron fueron pagados por mi organización.
Hernandes Sanches estaba muerto y enterrado.
- Y la esposa encarcelada injustamente mientras gastabas la fortuna que le habías dejado.
Su fortuna no fue traspasada por testamento, como muestran los papeles que entregará mi secretaria, fueron traspasados en vida como donación a mi cliente, entonces el nombre que usó para retirar el dinero es una persona inexistente, yo como abogado le retiro el poder que le dio plenos poderes a una persona inexistente, ya que el donante de su fortuna esta vivo, y el divorcio que ya tenia firmado y que estaba en su caja fuerte antes de la donacion del dinero, liberándola cualquier división de bienes con usted ha estado en efecto desde que se declaró que usted está vivo, ¿está libre mi cliente, Su Excelencia?
- ¿De qué divorcio estás hablando?
Mira a Rosalía, quien lo mira con enojo y odio – Está fanfarroneando no es así, yo no me divorcié de ti mi amor, lo hice por nuestro bien – y luego se lo llevaron con él gritando pidiendo perdón.
- Declaro que la señora Rosália Armendáriz no le debe nada a la justicia y que fue sancionada con dos años por un delito que no cometió.
Estaba en la puerta, pálido y débil, pero tenía una sonrisa en su rostro.
Y le sonreí me gustaba ese tatuado.
Rosalía que ahora era libre, divorciada y rica corrió a buscar a su hermano, ella puede salir por la puerta principal del juzgado.
Era una mujer fuerte que amaba mucho y hacía todo lo que su esposo quería.
- ¿Como lo descubriste?
¿Por qué soy un tipo rudo y no me enteré?
- Varios factores, cuando alguien está fuera de la situación ve mejor las cosas.
Sus obras de arte no habían sido sustraídas ni robadas, señal de que alguien cuidó el lugar, ahí guardaba dinero en esa casita encontré fotos de viajes que hacía, y la caja fuerte de la casa donde supuestamente murió estaba abierta para yo era un plato lleno.
Y con un poco de esfuerzo me dijo la verdad en su sótano. Sonreí.
- Y no te voy a contar todas mis estrategias para que las copies.
- Sabía que la sacarías de allí.
Gracias Nádia – apareció la sonrisa traviesa – Si quieres que te premie con mi cuerpecito.
- Ni siquiera te lo llevas bien, Ramón - y luego nos reímos.
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