Mi Jefe y Yo romance Capítulo 14

Tras escuchar mi petición, se marchó dejándome completamente sola, mirando cómo las estrellas salían de entre las espesas nubes y la luna llena se alzaba en lo alto,  brillando como siempre. 

Respiré profundamente, intentando controlar mis ganas de hacerme una bola en medio del suelo para llorar desconsolada, ante todo lo que estaba ocurriendo en mi vida. 

Sin embargo, cuando las lágrimas comenzaron a desbordarse de las comisuras de mis ojos, la enfermera llegó, indicándome que debería comer un poco, me limité a asentir y ella dejó la bandeja de comida sobre la mesa junto a la cama. 

—Tiene que alimentarse, doctora Wolfang, usted lo sabe bien —habló severa.

Regresé a postrarme en esta última, dándole la espalda a la pila de papeles en mis pies, e incluso ignorando la comida con ese olor exquisito que invadió mis fosas nasales.

Sin poder continuar con mi amargura y matándome de hambre con esa huelga absurda que solo me afectaba a mí, me senté en medio de la cama a revisar lo que Nia me había dejado un poco escéptica de lo que encontraría.

Me embutí un trozo de pan dulce en la boca, mientras ojeaba aquellas hojas con mi historia clínica, con mis síntomas y lo que realmente me ocurría, además de su opinión al final de cada sesión.

Al principio se suponía era una depresión, que había originado principios de esquizofrenia y estrés post traumático, un sinfín de asuntos que ya sabía de memoria, con lo que había tenido que lidiar a punta de medicamentos y mucha paciencia. 

Al terminar de leer todo, pase a las carpetas encontrándome con la historia clínica de Jack, el cual había pasado por un montón de especialistas llegando a conformarse con ella, solo porque según explicaba, era mi amiga. 

Sus intenciones habían sido premeditadas, era una persona que tras el accidente había tenido problemas con la ansiedad y la depresión, que presentaba principios de bipolaridad, estaba medicado y se veían casi dos veces a la semana, pero no había mejoras, hasta que se dignó a aparecer ante mí semanas atrás.

Al terminar de estudiar aquéllos párrafos que parecían infinitos, tiré la carpeta al suelo junto con los demás papeles, pero para mí desgracia, aún me hacía falta examinar más. 

Tomé la carpeta siguiente después de beberme de un trago la taza de café y releí el proyecto que Nia tenía en mente desde que había empezado sesiones con Jack tres meses atrás, no tenía título, ni un orden fijo, solo eran palabras sueltas basada en lo que había observado con nosotros dos. 

Al parecer, su tesis se centraba en el amor, en lo absurdo y descabellado que podía ser el tener un corazón roto y los traumas que generaba en las personas que se amaban el separarse de forma trágica, como lo habíamos hecho nosotros dos. 

Buscaba con cada página entender la razón de enamorarse, Nia quería descubrir realmente si amar era algo psicológico o un sentimiento que provenía de algo inexplicable como el corazón. 

Dejé aquello de lado al terminarlo, y finalmente agarré la grabadora dándole en el botón de reproducir, escuché atentamente los pocos audios que había, algunos eran conversaciones con Jack sobre lo que sentía o pensaba en su día a día, y otras eran su opinión personal, pero el último audio llamó mi atención.

—A veces creo que vivo en una mentira, en un teatro montado por mi madre —decía con aflicción en su tono de voz—. A veces cuando lo pienso por mucho tiempo, mientras no puedo dormir por las noches, siento que estoy siendo engañado por todos a mí alrededor, pero cualquier pensamiento se detiene cuando la veo a la distancia. Siempre está sonriendo y siendo amable con todos, pero ella no es así, en mis recuerdos era otra clase de persona, es como si le diera felicidad haber hecho todo este desastre, y brota de mí los deseos de borrarla de la faz de la tierra, sin embargo, en ocasiones olvido por completo lo que ocurrió y descubro que solo necesito verla por un instante para sentirme mejor.

—¿La odias o la quieres? —preguntó Nia bastante interesada en oír su respuesta.

—La detesto con todas mis fuerzas, es repulsivo sólo respirar su mismo aire —contestó sin detenerse a pensarlo realmente, no obstante, tras guardar silencio por unos segundos, continuó—. ¿Has escuchado eso que dicen que la suma de todas las fuerzas es igual a cero? —murmuró, soltando unas risitas nerviosas, a las que Nia se le unió, entretenida con sus palabras—. Quizás por esa estúpida ley, también creo que sigo amándola como la primera vez, a pesar de todo este tiempo, Lucy sigue haciéndome sentir exactamente lo mismo, sin necesidad de hacer gran cosa —suspiro devastada con ello, con lo que aún sentía por mí—. Cuando sus ojos me ven, sé que piensa exactamente lo mismo, lo pude percibir en la cafetería, por su cabeza pasa todo lo que vivimos juntos, sé que de vez en cuando recuerda todo lo que prometimos haríamos alguna vez y cuando me extraña, piensa en el futuro que podríamos haber tenido si ella no me hubiera engañado.

—¿Qué harías si descubres que lo que sucedió ocho años atrás, no fuera cierto? —quiso saber mi amiga y Jack al escucharlo, rompió a reír a carcajadas, entusiasmado con sus descabelladas ideas.

—Eso es imposible, Lucy me abandonó por dinero y eso no cambiará, por mucho que lo desee en mi interior —bufó, enfadado con solo recordarlo.

—Lo sé, pero piensa que es una suposición; que en un mundo paralelo, Lucy jamás te cambio por dinero y ella también vivió ocho años bajo un engaño. ¿Qué harías?

—Quizás intentaría volver a su lado —susurró pensativo.

—¿Y tu familia?

—Victoria sabe que no la amo y Lucila, ella aprenderá a manejarlo.

—De acuerdo —farfulló Nia, demasiado seria para mi gusto—. Tengo una última pregunta, ¿y si un día te enteras que Lucy ha tenido que vivir peores cosas que tú?

—No lo sé, no me lo tragaría entero, pero sé que haría lo posible por arreglar su situación, o bueno, la nuestra. Después de todo, sigo amándola, ¿no? —masculló taciturno—. Ahora yo tengo una pregunta, doctora Braver. ¿Cuál es la versión de la historia por parte de Lucy Wolfang? ¿Realmente es la misma que la mía o difieren totalmente?

—¿Por qué no se lo preguntas a ella?

—Porque sé que montará una farsa. Está mintiendo cada vez que abre la boca frente a mí, pero no entiendo por qué ocultármelo tan desesperadamente.

—Quizás no quiere lastimarte, quizás ella sólo quiere que sigas con tu vida y seas feliz.

— Es un gran trabajo, deberías publicarlo —comenté por fin, soltando un largo respingo.

—Lucy…

—Pero necesitas la aprobación de Jack también y por lo menos cambiar nuestros nombres —susurré, observando su expresión anonadada con la decisión que había tomado al respecto de ese asunto—. Gracias.

—¿Por qué?

—Por dejarme leerlo — sonreí, dejándola hecha de piedra—. Sólo quiero pedirte un favor.

—Dime.

—No le digas la verdad a Jack.

—Pero, Lucy…

—Es lo único que te pido, Nia. ¿Podrías prometerlo?

—De acuerdo —asintió, poco convencida de que fuera la mejor opción, luego de estar con nuestros labios sellados por un instante, se excusó de nuevo—. Lucy, lo siento de verdad. No soy una mala persona, aunque sí fui una mala amiga ya no más, prometo que voy a compensarte, ¿está bien?

—No creas que te he perdonado del todo —refunfuñé, todavía recelosa—. De ahora en adelante las sesiones serán gratis, no habrá incluido ni una sola taza de café, ni tampoco postres… ah, y si se te ocurre mentirme de nuevo, olvídate de mí para siempre, ¿estamos claras? 

—¡Idiota! —canturreo alegre de que por lo menos estaba dándole una oportunidad para continuar con nuestra amistad. Se lanzó a abrazarme, sacándome una carcajada cuando entre lágrimas, me apretujaba con sus delgados brazos—. Te quiero mucho, Lucy.

—Sí, sí y yo a ti —le aseguré, acariciando su cabello. 

Bien, tengo corazón de pollo. ¿Qué más puedo decir? 

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi Jefe y Yo