Mi Jefe y Yo romance Capítulo 13

Me hallaba sumergida en la absoluta negrura.

Era como una especie de mar, en el cual mientras más intentaba nadar a la superficie, más me hundía, quedándome poco a poco sin oxígeno.

Trataba de alcanzar la luz sobre las aguas, pero no sucedía, entonces lentamente fui cayendo en la profundidad,  ahogándome por completo en el mismo instante en que abrí mis ojos de sopetón, encontrándome con una habitación que definitivamente, no era la mía. 

Todo era blanco, invadido por el olor a medicamentos, observé en todas las direcciones encontrándome con que era de día. La ventana entreabierta me permitía ver la ciudad desde lo alto, al parecer estaba en el hospital universitario Jackson.

Me incorporé lentamente liberándome del agarre de Nia, quien se había quedado dormida con nuestras manos entrelazadas, incómoda sobre el borde de mi cama. Al hacer mi movimiento brusco, se fue despertando perezosa.

La observe de forma despectiva mientras me sonreía alegre de tenerme de regreso, me explicó que había terminado desmayada por agotamiento y que Jack me había llevado a emergencias de inmediato.

La fulminé con mi mirada cuando me sirvió un vaso de agua, informándome entre tanto que Cody pronto llegaría con el desayuno, y que probablemente Jack vendría a visitarme más tarde. Sin embargo mis oídos no se molestaron en prestarle demasiada atención, al verla tan feliz, no pude soportarlo por más tiempo, ni menos callarme la boca.

—¿Qué tanto me has mentido? —inquirí, dejándola petrificada cuando me extendió el vaso con sus manos temblorosas.

—¿A qué te refieres? —sonrió levemente, perdiendo todo color en su bello rostro.

—¿Sabías que Jack estaba vivo y no me lo dijiste? —farfullé inexpresiva, casi sin vida. 

Le arrebaté el recipiente antes de que lo dejara caer al suelo ante el colapso que tenía en su cerebro, por todo lo que salía de mi boca.

—Sí —admitió cabizbaja.

—¿Cómo pudiste decirme que estaba enferma y alucinando, cuando realmente era él todo el tiempo? —gruñí enfurecida como nunca antes.

Me sentía como una completa idiota del que todos se burlaban. 

Sin poderme controlar,  lancé aquel vaso contra la pared delante de mí, sobresaltando a Nia con mi ira desenfrenada.

—Lucy, escúchame.

—¡Pensé que éramos amigas, Nia! —grité bajo su mirada estupefacta—. ¿En qué demonios estabas pensando al ocultármelo?

—Lucy, no es tan simple de explicar.

—¡Inténtalo!

—Estaba haciendo un proyecto… —susurró, desviando su rostro en otra dirección, mientras acomodaba un mechón rebelde de su corto cabello.

—¿Me usaste durante todos estos años para un proyecto de investigación? —bufé con mis ojos fuera de mis órbitas. Esto ya era demasiado—. ¡¿Me usaste sin mi consentimiento como si fuera una rata de laboratorio?! ¡¿En qué estabas pensando?!

No estaba en mis cabales, no estaba ni cerca de mis cinco sentidos, así que podría decirse que fue un acto normal, que la agarrase con violencia de sus hombros sacudiéndola desenfrenadamente, mientras le gritaba cosas, histérica con lo que había descubierto. 

Ella rompió a llorar sin saber muy bien qué excusa darme por sus actos, no sé si fue el escándalo, pero ya no importaría mucho si lo pensara detalladamente.

Antes de que le hiciera aún más daño a aquella mujer, Cody entró en la habitación totalmente perdido, seguido por un médico y una enfermera, que corrieron apresurados hasta donde me encontraba.  

—¿Qué necesitas? —suspiré, elevando mi mirada al hermoso firmamento.

El cielo estaba teñido por colores naranjas y rojizos, dado que el sol se estaba comenzando a ocultar tras los rascacielos, brindándome un silencioso espectáculo.

—Quiero que veas algo, dado que tienes mucho tiempo libre en este cuarto —murmuró decaída, de inmediato me giré para observar lo que dejaba sobre la cama, una pila de papeles y carpetas, junto con lo que parecía ser una grabadora de voz—. Sé que es mucho, pero ha sido todo lo que he descubierto en estos años dándote terapia, y los meses en los que he trabajado con Jack. Sé que no fue éticamente correcto lo que hice, pero no tenía la menor idea de cómo decirte algo tan importante, así que pensé que llevarte a la fiesta era la mejor opción, y seguir con tu tratamiento era ideal para que no empeoraras.

—¿Querías acaso darme una sorpresa ese día?

—Yo solo esperaba que fueras feliz, pero no imaginé que Jack iría a molestarte más de lo que ya hacía apareciendo frente a ti, pensé que haciendo todo lo que sucedió, ustedes dos sanarían más rápido, pero solo lo empeoré.

—¿Qué clase de psiquiatra eres?

—Soy un asco, Lucy — sonrió taciturna, conteniendo sus ganas de echarse a llorar en mis narices. 

Puse mis ojos en blanco fastidiada con su presencia y volví mis ojos al panorama, que lentamente se iba oscureciendo, dándole paso a la noche.  

—Lo eres —coincidí desganada—. No quiero verte más, Nia.

—Te quiero, Lucy. Eres una de las pocas amigas que tengo, eres la que más atesoro y cuido — susurró en un hilo de voz—. Quería decirte del proyecto cuando tuviera por lo menos las conclusiones y todo bien redactado, quería que fueras la primera en verlo y me dieras tu aprobación, pero me equivoqué a la hora de mantenerlo oculto de ti. Realmente sólo quería lo mejor para ti y lo lamento muchísimo. Espero que algún día me perdones.

—Vete, Nia. 

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