Aquella noche cerramos casi a las cuatro de la mañana cuando el cielo comenzaba a aclararse lentamente, debido al sol que se asomaba por entre las montañas.
Nos habíamos detenido frente a un supermercado de 24 horas antes de ir a casa por petición de Jack, quien se entretuvo un buen rato comprando cosas que ni siquiera llegué a enterarme de qué eran, ya que me había quedado afuera en medio de la calle, esperándolo.
Cuando salió del local minutos más tarde, llevaba entre sus manos una bolsa repleta de cosas, solté un largo respingo ante semejante despilfarro de dinero por su parte.
A pesar de la discusión ocurrida horas atrás, Jack había vuelto a ser el mismo de siempre, todo lo contrario a mí, quien no lograba aún sacarme sus palabras de mi fuero interno, causando que me fuera cada vez más difícil ir a la par en la conversación, e incluso en mi comportamiento que parecía demasiado mecánico, como si fuese alguna clase de robot programado.
—¿Qué dices si vemos el amanecer?
—Bueno —acepté, encogiéndome de hombros.
Después de todo, no tenía ni el más mínimo rastro de sueño o cansancio, gracias a que había prácticamente estado en la cama por todo el día anterior.
Me tomó de la mano, sin siquiera darme el tiempo suficiente para rechistar, dado que me arrastró por la acera y me condujo emocionado hasta la terraza de nuestro edificio, en donde al llegar me liberó de su agarre, para poder irse derechito al borde de ladrillos que rodeaba la azotea, apartándonos levemente de caer a la nada con algún paso en falso.
Se subió con agilidad a esta última y se sentó allí, con una sonrisa brillante.
Me daba la espalda absolutamente relajado de estar a metros del suelo. Lo observé, sintiendo como mi piel se erizaba ante el temor de que se fuera de bruces, pero él parecía no notar mi miedo, ya que seguía mirando los alrededores, encantado con todo lo que se encontraban sus ojos desde esa altura.
—Deberías bajarte de ahí, puede ser peligroso —comenté, caminando lentamente hasta donde se encontraba.
—Relájate, Lucy —se carcajeó, entusiasmado como nunca antes. Rebuscó algo en la bolsa que llevaba entre las manos, de donde sacó una lata de refresco que me ofreció con esa mirada que no sabría cómo describir, era una mezcla entre cariño y tristeza, una que quizás era por mi actitud errática desde lo que habíamos hecho—. Ven, siéntate conmigo.
—Ni hablar —farfullé, tomando la bebida veloz como un rayo, comenzaba a sentir mi garganta reseca.
—Confía en mí.
—No, Lucy —farfulló con su semblante demasiado serio para mi gusto. Tomó mi rostro entre sus manos, obligándome a verlo de frente, algo que definitivamente no deseaba, porque sabía muy bien que mi rostro comenzaría a teñirse de rojo, ante la vergüenza ante sus palabras—. Lo que siento por ti ahorita, no se compara en nada a las sensaciones que he experimentado, tú eres lo único que repetiría sin cansancio, no sólo por una prueba de si podría ser divertido o no, de si me gusta o no, aunque realmente me gustas mucho. Pero contigo, las cosas son muy distintas.
Contuve el aliento al escucharlo, sentí en mi interior un montón de mariposas disparadas estrellándose con las paredes de mi vientre, produciéndome cosquillas con cada centímetro que se reducía entre los dos.
Mordí mi labio inferior, nerviosa por la forma tan peculiar con la que me veía, analizándome sin timidez cada movimiento que hacía.
Jack me sonreía con ternura, provocando que mi sonrojo fuera en aumento y fue la sensación aún peor cuando se inclinó sobre mí, dispuesto a besarme, su nariz rozó la mía suavemente, pero involuntariamente, cuando estaban nuestros labios a punto de juntarse, volteé la cara en dirección al cielo que comenzaba a teñirse de naranja, debido al intenso sol entre las montañas.
—Ya… Ya amaneció —solté de sopetón, obligándolo a apartarse a regañadientes.
Jack asintió distante, con su expresión afligida, pero aún en semejante situación tan incómoda, mantenía como todo un profesional esa deslumbrante sonrisa que me aceleraba el corazón cada vez que la veía.
Me sentía una verdadera idiota por desaprovechar la oportunidad que me brindaba, pero necesitaba un poco de tiempo para comprender lo que realmente sentía por él, quería estar sola dialogando conmigo mismo sobre ello y tener un acercamiento de ese tipo, no me ayudaría en nada.
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