Mi Jefe y Yo romance Capítulo 17

A pesar de que ya era de día, intentaba dormir en mi habitación con las cortinas muy bien cerradas, pero me era imposible pegar ojo.

Jack invadía mi cabeza. 

No podía sacarme esa melancólica imagen de su mirada al llegar a casa y su sonrisa tristona al despedirnos, para cada quien irse a descansar en su respectivo lugar.

Algo en el fondo de mi corazón me molestaba demasiado, quizás era mi brutalidad con asuntos amorosos o de pronto, era el haberlo lastimado con mi comportamiento cortante y cobarde.

No estaba del todo segura, pero por mucho que tratara de cerrar mis ojos para caer en el sueño, estos se abrían de golpe para quedarse viendo el techo, mientras buscaba respuestas a todo lo que sentía en mi interior.

Necesitaba con urgencia admitir lo que sentía, necesitaba ser sincera conmigo misma de una buena vez.

Me levanté de la cama decidida a ello, con pasos torpes anduve hasta la sala de estar, donde Jack ya dormía profundamente sobre el sofá… o eso era lo que parecía a simple vista. 

Me planté a su lado en total silencio, analizándolo de pies a cabeza. Llevaba una vieja camiseta y sus calzoncillos, estaba cruzado de brazos sobre el pecho, mientras respiraba tranquilamente entre sus sueños. 

Tuve aquel impulso estúpido de lanzarme sobre él a tocarlo, a hacerle miles de cosas que en algún otro momento no hubiera pensado que se me ocurrirían. 

Dándome la respuesta que necesitaba, me di la vuelta satisfecha con mi descubrimiento, pero una mano con firmeza detuvo mi partida, tomando mi brazo casi con violencia.

—¿Lucy? —me llamó Jack, frunciendo el ceño—. ¿Sucede algo?

Mis manos comenzaron a estremecerse, me giré poco a poco para poder mirarlo, se había sentado en el sillón, con su expresión confusa ante mi presencia a esas horas de la mañana. 

Sus ojos me escudriñaban sin piedad, asaltándome en silencio, con miles de cuestiones que no sabía cómo contestar por el momento.

Ni siquiera se me ocurría algo brillante para decirle, no era capaz de inventarme algo lo suficientemente creíble como para evadir el tema de estarlo espiando mientras dormía.

Respiré profundamente y dejé escapar el aire lentamente, cuando una idea se me ocurrió, una pésima, pero lo suficientemente buena como para dejar aquel asunto de lado por el momento.

—¿Puedo dormir contigo?

—Claro… —susurró, un poco sorprendido con mi petición—. ¿Tienes pesadillas?

—Algo así —contesté fríamente.

Jack se recostó de nuevo, pero esta vez haciendo un poco de espacio para mí, el cual fue más que suficiente, porque mi cuerpo era delgado y muy bajo.

Tuvimos que acomodarnos de lado, quedando demasiado cerca el uno del otro, mi cabeza la había terminado apoyando sobre su brazo, como si este fuera alguna clase de almohada. 

Me ocultaba ruborizada en su pecho, sin siquiera atreverme a tocarlo, cuando él sí, ni corto ni perezoso; me abrazaba satisfecho de tenerme allí de esa manera, absolutamente desamparada. 

Aquella camiseta marcaba su espectacular abdomen, el cual estuve tentada a tocar, mi respiración comenzaba a volverse un simple jadeo.

Cubrí mi rostro entre mis heladas manos intentando calmarme, pero me era imposible, no podía seguir siendo una persona cuerda y razonable teniéndolo pegado a mi cuerpo.

—Creo que también me gustas —suspiré en un hilo de voz casi inaudible, más para mis adentros que para el adormilado Jack, quien sin dudas, escuchó semejante confesión sin problemas.

—Lo sé —masculló, plantándome un dulce beso en la frente, petrificándome con sus acciones.

—Es en serio, Jack —insistí, arriesgándome por fin a levantar mi mirada, encontrándome con sus ojos clavados en mí rostro sonrojado, regalándome una acogedora sonrisa—. Creo que me estoy enamorando de ti.

—Lo sé —repitió en calma.

Nuestras lenguas se acoplaron efusivamente, antes de que pudiera detener aquella locura, me había despojado de mi blusa y sujetador, para así con más facilidad posar sus labios por la extensión de mi garganta, hasta mis pequeños pechos.

Mordía todo lo que se encontraba a su paso, sacándome uno que otro suspiro.

—Se supone que vine a dormir contigo —me quejé, observándolo con deleite.

Su rostro acalorado por tanto ajetreo me parecía lo más hermoso del mundo, quizás era por su sonrisa socarrona.

De pronto, me dio escalofríos su mirada profunda cargada de asombro; por tenerme allí bajo su cuerpo, o tal vez era todo en Jack lo que causaba que mi mundo se pusiera de cabeza.

—Podemos dormir luego, no te preocupes —me aseguró, volviendo a besarme con desenfreno—. Esta vez no te dolerá tanto, Luz.

—¿A qué te refieres? —musité totalmente perdida, apartándome, para así poder descubrir en su semblante lo que tramaba.

—Compré un poco de lubricante y condones en el supermercado.

—¡Oh, no! —chillé, abriendo mis ojos como platos—. ¡Ni loca!

De inmediato lo hice a un lado de un empujón, me levanté veloz como un rayo, dispuesta a marcharme a mi habitación. 

Una cosa era besarnos y juguetear un poco, pero hacerlo de nuevo, eso era una idea demasiado arriesgada para mi pésimo estado mental, añadiendo a esto, el estado de calidad pésimo de mi cuerpo por su culpa. 

Dos noches seguidas era un completo suicidio.

—Vamos, Luz — farfulló el más alto, atrapándome en un fuerte abrazo, impidiéndome dar un paso más, lejos de allí—. Ayer fue increíble y hoy será mucho mejor. Te lo prometo. 

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Mi Jefe y Yo