—Por favor, no me vengas con lágrimas. He visto mucho de todo en lo largo de mis años. Y tu llanto no me ablandara.
—Es tan cruel con su propio hijo, es un hombre horrible.
—Hago lo que sea por mis hijos, solo lo mejor para ellos. ¿Ahora qué piensas hacer?
Zoe se acercó a la mesa, tomo el bolígrafo y firmo los malditos papeles… la lagrimas salían por si solas. No las podía detener. Al terminar se puso en pie y el viejo la imito. Cogió loa documentos pero dejo el fajo de dinero.
—Que lo aproveches, seguro que mi hijo te prometió más. Pero ya que las cosas surgieron así debes conformarte con eso. ¡Ah! y tu morena, este mismo consejo va para ti también, aléjate de mi hijo. Yo jamás permitiré una unión entre ustedes dos.
El viejo se fue, dejando a Zoé hecha un mar de lágrimas en los brazos de su amiga…
—Lo siento tanto amiga.
—Duele mucho Maya.
—Zoe, ¿te has enamorado de Jean?
—Si. ¡Maldita sea!, me enamore de ese idiota. Le dijo entre lágrimas y sollozos.
—¡Por dios!
Mientras tanto. Jean era ajeno a lo que estaba pasando en la casa de su hermano. Más bien su cabeza no paraba de dar vueltas, pensando en donde podía buscar a Zoe. Es que no podía dejar que ella lo abandonara sin dejarse explicar.
Tiro los documentos que intentaba leer pero no se concentraba en nada. Cuando de la nada entra su hermano con más carpetas en las manos. Este pone los ojos en blanco.
—No estoy de ánimos para más trabajo.
—Lo siento, pero debes firmar todo esto.
—Déjalo por allí.
—¿Qué pasa? Es por ella… hermano porque no lo afrontas de una vez, te gusta Zoe. Es más me atrevo a decir te has enamorado de ella.
El chico de ojos azules fulmina con la mirada a su hermano… aprieta la mandíbula y ni siquiera articula una palabra.
—Dices puras sandeces…
—No lo creo. Este sonríe. –Veo que estas colado por ella.
—Ya basta Adrien.
Se pone en pie yéndose hasta la ventana de su oficina… estaba muy estresado, pero sobre todo inquieto por no tenerla cerca ¿sería cierto lo que decía su hermano? En eso el rubio escucha la voz de su padre. Este cierra los ojos mientras se pica los ojos.
—Me da gusto que estén los dos aquí.
—No podemos decir lo mismo. Responde Jean.
—Traigo algo para ti, es importante.
El viejo tira una carpeta sobre el escritorio de su hijo… este al escuchar el ruido se da la vuelta para ver los documentos, los toma frunciendo el ceño.
—¿Qué es esto? Mira a su padre confundido.
—Tu divorcio.
—¡¿Qué?!
—He hecho que esa stripper que te has conseguido como esposa lo firme, liberándote de tener que compartir tu dinero con ella. Ya lo firmo, así que solo falta que lo firmes tú. Estarás libre cuanto más rápido lo hagas, así te casaras con Adelaine. Que es a quien debiste desposar.
—¿Tú la viste? Pregunto incrédulo.
—Si. Se escondía en la casa de Adrien.
El rubio mira a su hermano que parecía más sorprendido que el mismo… sospecho que no estaba al tanto de eso.
—No sabía nada, te lo juro. Tuvo que ser obra de maya.
—¡Ah sí! Esa chica, tampoco la veras más Adrien. Es una vulgar prostituta. Jamás permitiré que te cases con esa mujer. ¡Ninguno de los dos!
—Has visto a mi esposa, y lo único que has hecho es hacerla firmar el maldito divorcio. Uno del que no estoy enterado.
—Te he hecho un favor, te quite esa mujer de encima. No vale la pena, mira que venir a engañarme con que esa mujer. Solo la contrataste para que yo te cediera mi poder. Pero eso no pasara.
—Estoy cansado que te metas en mi vida Antonie. Y si piensas que me voy a casar con Adelaine, estas muy equivocado.
—Firma el maldito papel. Y termina con eso de una vez por todas.
—No te daré el gusto.
—Deberías hacerlo, ella lo firmo muy rápido. La verdad es que no le importo en lo más mínimo. Además, acepto una buena cantidad de dinero a cambio. ¡Yo creo que deberías reconsiderar casarte con una mejor mujer!
El viejo se da la vuelta yéndose directo hasta la puerta…
—Organizare tu boda, así que firma el papel Jean. Dijo saliendo por la puerta.
La puerta es azotada de un golpe, mientras que Antonie Dubois se queda de pie en medio de la sala. Jean era incontrolable, desde que era un niño.
Dos semanas habían transcurrido y Jean no tenía idea de donde estaba su esposa… muy a pesar de que ella había firmado aquellos papeles él no lo había hecho. Contratar a un detective privado no le ayudaba mucho, este la buscaba a diario pero parecía que ella hubiera desaparecido.
Y para colmo, no sabía nada sobre su pasado… Jean subió a su coche para ponerlo en marcha. No pensaba desistir en seguir buscándola, juro que la encontraría y lo haría.
[…]
Zoe terminaba su turno en el cafetín de una pequeña clínica donde había encontrado empleo, por fortuna no tenía que saber mucho francés. Llevaba una semana trabajando allí, y hasta los momentos le iba bien. Lo único malo era el horario, las horas nocturnas eran matadoras para ella.
En cuanto llego al pequeño apartamento que compartía con Maya, encontró a la morena vistiéndose. Ella había encontrado empleo en una librería como acomodadora.
—¡He al fin llegas! ¿Cómo te fue?
—Agotador. Estoy molida.
—Deberías buscar otro empleo.
—Lo he intentado pero no encuentro nada.
Después de irse de la casa de Adrien, ese mismo día fueron en búsqueda de trabajo y donde vivir. Para su suerte aun las chicas conservaban el poco dinero que habían obtenido de aquella última noche de trabajo en el bar. Y como la buena suerte estaba de su parte, Maya había encontrado trabajo primero, luego ella.
Como sabían que el poder del viejo Dubois legaba a todos lados, las chicas se fueron a muchos kilómetros. Implorando a los dioses que no se encontraran con nadie conocido que las fuera a delatar.
—Debo irme ya. Le dice la morena.
—Y yo voy a dormir.
—Nos vemos en la tarde.
—Está bien. Esta asiente.
La chica tumbo su cuerpo boca abajo en la mullida cama…ya no aguantaba más, estaba muy cansada como para tomar un baño o comer algo. Así que se quedó completamente dormida.
Ocho meses después…
Los arreglos florares eran muy hermosos, rosas rojas reales por todos lados. El camino hasta el altar estaba cubierto por un césped artificial de un verde casi azulado… todo estaba listo y organizado para la celebración de una boda de sociedad.
Jean esperaba en el altar vestido con un traje negro, en sus labios surcaba una sonrisa al ver llegar a la novia. La rubia vestía un hermoso traje de novia de diseño. Lucia radiante esa tarde…
—Zoe, ¿estás bien? Maya despertaba a su amiga de lo que parecía ser un mal sueño.
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