Jean en compañía de su esposa e hijos abandonaban el apartamento donde vivían, esa noche tenían una cena con el viejo Antonie la primera desde que la pareja se había casado… después de la visita del magnate, la pareja no había tenido tiempo de ir a visitar al abuelo ya que los gemelos ocupaban todo su tiempo. Más que ahora Jean llevaba las riendas de sus propios negocios, casi que no tenía tiempo para reunirse con su padre.
A duras penas tenía tiempo para su esposa e hijos… pero las incesantes llamadas del viejo lo obligo a sacar un espacio de su tiempo para ir a verlo, con el fin de que conociera a sus nietos e interactuaba mas con su esposa.
- Vamos amor, ya es muy tarde. Le dice el rubio cargando a Soren en sus brazos.
- ¡Ya voy querido! Dice la castaña saliendo con Aarón en sus brazos. –Ya estoy lista.
La pareja llego hasta la planta de abajo, donde se encontraron con Adrien y Maya subiéndose al coche. Estos los saludaron desde el interior y siguieron adelante. Mientras que los nuevos padres se encargaban de acomodar a los gemelos dentro del automóvil.
Al llegar a la mansión del viejo Antonie, Zoé muerde sus labios. La última vez que estuvo en esa casa había sido el día de su boda. Y no había sido el mejor día de su vida, ya que la entrometida rubia le metió malos pensamientos en su cabeza.
La chica reprendió su cabeza, no debería de estar pensando en cosas del pasado. Ahora era el presente y esa molesta mujer no la volvería a molestar jamás. Pero eso no quitaba el hecho de que se sintiera incomoda estando en esa casa para visitar a su suegro.
- ¿Qué te pasa amor?
- ¡Nada! Mintió, no deseaba hacer sentir mal a su esposo. Se le notaba que estaba entusiasmado por visitar a su padre.
- No me mientas, ¿Qué te pasa mi amor?
- Es que me siento extraña, tu padre me odiaba y ahora quiere que lo vengamos a visitar. Es que me da miedo.
- Estaremos bien, estoy seguro que él entiende que no puede hacer nada más. Que yo te amo, y nada me separara de ti.
- ¡Oh, amor! Eres tan lindo.
- Es que te amo, y tú eres mía. Nadie me separara de ti.
- ¿Y qué hay de tu herencia?
- Yo no quiero herencia amor. Este sonríe tomando a su bebe en brazos. –Yo ya tengo mi fortuna, y tú y mis bebes no pasaran trabajo.
- Pero tu padre espera que tu…
- Es triste por el entonces… que se encargue Adrien.
El rubio se acerca a su esposa para dejar un beso en sus labios… luego le sonríe dulcemente.
- ¡Vamos de una vez! El viejo debe conocer a sus nietos.
Ella asiente, toma a su bebé para seguir a su esposo al interior de la casa… en esta los esperaba Antonie recibiendo a Adrien y Maya. Abrazándolos a ambos, eso sí que fue una sorpresa para la castaña. Jamás se le paso por la cabeza que le tomara cariño a su amiga.
- ¡Jean! Hijo mío. Exclama sonriendo. –Zoe, que bueno verte de nuevo.
- Hola señor Dubois… sonríe esta.
- ¡Ah! mis nietos. Dice feliz. Se le notaba. – ¡Son tan pequeños!
- Pero fuertes. Habla su padre.
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